“Ojalá no censuren esto” – dijo Portavoz, refiriéndose a la transmisión televisiva que tendría su presentación. Lo que le siguió justificó la frase, un show cargado de crítica social, que se balanceaba en la fina línea entre lo correcto e incorrecto. Pero poco importaba del lado que cayera, ya que el MC se guiaba por una sola cosa: La honestidad.
Sin pelos en la lengua, lanzó dardos al revés y al derecho, desde los imputados del caso Penta hasta los mismos organizadores del festival Lollapalooza. Cada canción iba dedicada a una víctima, mecanismo que después de un tiempo se volvió repetitiva y perjudicó el show. En este sentido, el mayor error que se pudo apreciar, era la poca dinámica y fluidez que contenía la presentación, creando momentos incómodos y no siendo capaz de mantener la chispa que bastante veces nació de un publico entusiasmado. El factor entretenimiento brillaba por su ausencia y las interacciones con la audiencia no se dieron con naturalidad.
A pesar de esta situación, el show consiguio congregar una gran cantidad de público, a pesar del pesado sol y el horario, quienes escuchaban como Portavoz recitaba con todo su talento. Además, el show estuvo marcado por la presencia de invitados como Subverso, Matiah y Stailok, además de sus compañeros de Salvaje Decibel.
Con un poco más de estructura, el show de Portavoz podría haber sido un total éxito, pero de todos modos, a través de sus rimas personificó voces pocas veces escuchadas. Y como se había previsto, la censura sí atacó.