Antes de comenzar a escribir este artículo, comenté con más personas mi opinión sobre la tocata de Polter y Primavera de Praga, que se realizó el pasado viernes 23 en la SCD de Vespucio.
Me llevé varias impresiones de mis comentarios, algunas de ellas muy decepcionantes. No sé si esas impresiones me afectaron en lo personal o si me pegaron justo en mi ego de periodista, lo que sí tengo claro es que hicieron que reafirmara mi decisión de estudiar esta hermosa pero ingrata profesión.
Era un día complicado para una tocata como ésta. A esa misma hora, en el Movistar Arena, se desarrollaba el Crush Power Music, que tenía en su parrilla a dos bandas nacionales del circuito, por lo que era un desafío llenar esa SCD. Sin embargo, mi sorpresa fue grata cuando me encontré con la sala semirrepleta.
Desde luego que mi disposición a disfrutar de ambas bandas esta vez sería distinta, y, aunque dicen que la objetividad no existe, debía ser imparcial. Eso implica olvidar mis experiencias en vivo con ambas bandas y, por sobre todo, dejar de lado la proximidad que tengo con ellos, evitando así que lo personal interfiera en mi trabajo. Pese a ello, mi no-gusto por Polter era una barrera insoslayable ante la gran afinidad musical que tengo con Primavera de Praga.
La primera vez que vi a Polter, a la tercera canción me eché, literalmente, en la butaca; mi ánimo no prendió en lo absoluto y no tuve ningún reparo en decir, a viva voz, que no me gustaban. ¡Vaya sorpresa! Ahora estaba siendo testigo de una banda que bien le hizo sacar, después de tantos años, un nuevo disco: “Moderno”.
Fue un show impecable, sin un desenlace inolvidable, pero que mantuvo una continuidad de principio a fin; ordenado, sin caer en el aburrimiento; un buen set de canciones que fueron desde su primera producción hasta lo más nuevo de su repertorio. Los vi tranquilos, bien afiatados, pasándolo bien y sonando mucho mejor, más limpios que la vez anterior. Esta vez no me aburrí en ninguna canción. No sentí vacíos.
Primavera de Praga, una de las grandes bandas que estuvo ausente en la Cumbre de Rock Chileno… Muchos nos preguntamos qué está pasando con esta banda que llegó de Los Ángeles y que con su último disco – Homónimo (2008) – prometía su definitiva consagración. No sé qué sucedió, pero se nota un desgaste sobre el escenario. Sólo sus buenas canciones son capaces de aliviar, hasta cierto punto, esa sensación de una gran pérdida que muchos sentimos.
Prometí olvidar las experiencias, pero es inevitable recordar el tremendo show del lanzamiento en mayo pasado: la energía que pusieron sobre el escenario y el acierto al hacer un show, de principio a fin, dedicado sólo a tocar (que es lo que uno espera al fin y al cabo); o cuando tocaron en el Rock and Roll Circus junto a Teleradio Donoso, donde el show de PDP fue, definitivamente, a otro nivel.
Sin embargo, los Praga del viernes eran otros muy distintos. Un letargo que se asomaba tras la entrada de su vocalista dándonos la bienvenida: “gracias por venir, pensamos que no iba venir nadie”, aludiendo al Crush Power Music. Lo que vino después fue una seguidilla de comentarios como ése, que dan para pensar que el ánimo de la banda de Los Ángeles poco a poco se fue agotando.
Leo Saavedra (guitarra, piano y voz), con el pelo un poco más rojo que de costumbre, no sólo es el cerebro de PDP, sino también el puente entre ellos y el público; si pudiera cerrar los ojos y sólo escuchar, no pensaría que hay un dejo de desmotivación en el grupo. Pero al abrirlos, en el escenario sólo brilla la energía de su vocalista.
Qué lástima escuchar que algunas personas piensen que el decaimiento de PDP es culpa de los medios de comunicación. Y creo que es justamente esa mentalidad la que no le hace bien a las bandas chilenas. ¿Cuál es el mea culpa? ¿Dónde está el trabajo que requiere ser músico en este país? Siempre es más fácil culpar a otros.
Esta tocata vino a replantear la visión que tenía de Polter. En cuanto a Primavera de Praga, espero que puedan repuntar con el próximo disco, que ya adelantaron ese día en la SCD. Sólo me resta por decir que el talento hace al artista, pero también lo hace la crítica, la autocrítica, y el trabajo constante dirigido no sólo a hacer buenas canciones, sino también a preocuparse de un buen show.