Por Nicolás Spinoza / Fotos de Ignacio Gálvez
Esta vez el pánico no fue en la disco, sino que en Movistar Arena, recinto que albergó los gritos descontrolados de un público mayoritariamente compuesto de muchachas preadolescentes que coreaban el nombre de la banda. Pasadas las nueve treinta de la noche, el grupo formado en Las Vegas, Estados Unidos, saltó al escenario tocando ‘Time To Dance’, tema de su primera placa llamada A Fever You Can’t Sweat Out (del 2005).
Los cuatro integrantes de Panic At The Disco, firmes en su estilo, vistieron un impecable atuendo digno de fiesta de gala. Un vestuario que no fue opacado ni siquiera cuando Brendon Urie -el vocalista- en pleno show, ya totalmente entregado a su público, bajó del escenario para codearse entre los asistentes al concierto. La masa de gente que se aglutinó a su alrededor para poder tocar a su ídolo lo devolvió de la misma manera que él bajó, con su camisa y corbata en el mismo lugar.
Tocaron casi la totalidad de su debut, el álbum que los lanzó a la fama con temas tales como ‘I Write Sins Not Tragedies’ y ‘Camisado’. Subieron la temperatura con ‘Lying Is the Most Fun a Girl Can Have Without Taking Her Clothes Off’, argumentando que las parejas asistentes se besaran y que, si querían llegar a más que eso, ellos no tendrían problemas. Pocos temas sonaron de su segunda placa, titulada Pretty Odd (editada el año pasado). El más coreado fue ‘Northern Downpour’, el cual hizo que el público sacara unas improvisadas antorchas a base de celulares y cámaras fotográficas.
Finalizaron el concierto entre desmayos y llantos de las mujeres que, entre tema y tema, no paraban de jurarles amor eterno a todos los integrantes del grupo. Ellos, a su vez, agradecieron diciendo que fue el mejor show de sus vidas y prometiendo volver a Chile, el país que según ellos “tiene buenas piscolas y pisco sour”. Mientras tanto, nosotros esperamos a Panic At The Disco con un nuevo elepé que entregarnos y un show tan bueno como éste.