Conciertos
En un 2011 donde el circuito de conciertos se ha encargado de hacer justicia con varias deudas pendientes, este viernes en el Bicentenario de La Florida era el turno de que se pagara una de las grandes. Puede ser un concepto repetido, pero no por ello es menos cierto: System of a Down es parte fundamental de la banda sonora de miles de ex adolescentes que ayer asistieron en masa a encontrarse con ellos.
La jornada en el Centro Cultural Amanda se inició pasadas las diez de la noche…
Fotos de Felipe Fontecilla “Miente, miente, que algo queda”, decía Joseph Goebbels, el ministro de…
Pasadas las 21 horas, Mike Patton subió al escenario junto a 24 músicos, incluidos los…
La velada comenzó con una siempre respetable presentación de los Chancho en Piedra, quienes ya…
Foto por Mauricio Zamudio
Actualmente es un ejercicio bastante fácil mirar con enorme recelo los shows de agrupaciones reformadas cuyos éxitos pasaron hace ya un buen rato, en especial cuando el integrante más importante y de mayor renombre de su formación está ausente. Y, tomando en cuenta que ese personaje ya no forma parte de este mundo, la desconfianza toma libertad total para moverse como desee.
Fotos de Mauricio Zamudio Desde muchos flancos y tribunas se estima que Public Enemy es,…
Fotos de Carlos Varela De haber ocurrido 10 años antes, el primer concierto de Limp…
Si lo de ayer fuera la secuencia final de una película, ésta debería llamarse “Trece Años Después”. Sería una cinta de ésas con complejo de montaña rusa, con multitud de ires y venires. El 16 de octubre de 1997, una banda en su mejor momento repletó el Teatro Caupolicán en medio del éxito mundial de su “Travelling Without Moving” (1996), un disco que terminó de consagrar a una agrupación que se había tomado radios y pistas de baile a lo largo y ancho del planeta. Trece años después, “Rock Dust Light Star” (2010) era la razón (o la excusa) para el regreso de Jamiroquai.
Se anticipaba como un fin de semana histórico. En dos días, nuestro país sería invadido…
Luego del problemático contexto que rodeó la presentación de Charlyn Marshall el segundo día de Lollapalooza, la artista se presentó este lunes en el Centro Cultural Amanda para un reducido número de personas, después de las once de la noche.
El segundo día del sueño americano llamado Lollapalooza partió con buenas nuevas: todos los grupos chilenos que se presentaron desde el mediodía (especialmente Javiera Mena, The Ganjas y Cómo Asesinar a Felipes) salieron airosos de sus shows y el volumen del audio estaba mejor y más fuerte que en la jornada anterior. Ahora sí se podía apreciar un concierto desde la lejanía del pasto del Parque O’Higgins, tal como lo hicieron las personas que prefirieron sentarse a escuchar a Todos Tus Muertos y su mensaje de conciencia social y reggae con actitud punk que cumplió su rol de ahuyentar al calor que arreciaba a la hora de almuerzo. ¿Se echó de menos a Fidel Nadal? Claro que sí, pero tampoco alcanzaba a quitar esa sensación noventera (en el mejor sentido de la palabra) que inundaba el aire.
En noviembre del año pasado supimos que Lollapalooza llegaría a Chile, después conocimos la programación…
La presentación de The Killers en el Teatro La Cúpula implicaba muchas cosas. No sólo era el pie inicial que daría comienzo a las actividades de este fin de semana en torno a Lollapalooza Chile (tras el show de Datarock en el mismo recinto, la semana anterior), sino que significaba el regreso a las pistas de la banda liderada por Brandon Flowers, luego de una temporal ausencia de los escenarios. Se sentía el calor, las expectativas y la emoción entre los más de mil asistentes que repletaron el recinto a la espera del retorno de una de las agrupaciones más exitosas de los últimos años. Este concierto no sólo sería un adelanto del show que darán en el festival fundado por Perry Farrell: además, entregaría señales de lo que se viene para los oriundos de Las Vegas luego de su hiato. Y, justamente, el fin del mundo fue el escenario que eligieron para hacerlo.
El prospecto de la visita de un músico de 62 años, sin importar cuán bien cuidado esté, siempre va a provocar aunque sea un mínimo grado de preocupación. Tal vez no para el público, pero sí para quienes están tras bambalinas y tienen que velar y responder, de cierta forma, por él. Por su performance, su estado físico, su capacidad para aguantar el ritmo de un concierto en vivo ante miles de personas. Anoche, por tratarse de quien se trataba, aquella idea rondaba a la mayoría de los presentes. Los mismos que, aunque fuera muy en el fondo, estaban a la espera de un chasco o algo por el estilo. Y qué tapaboca se llevaron.
Aunque muchos espectadores llegaron para recrear el pasado propio y el de U2, lo primero que experimentaron fue como un salto en el tiempo: el trío inglés Muse tocando en el Estadio Nacional. La visión de una banda que, de seguir con el crecimiento continúo de popularidad que han evidenciado en los últimos años, probablemente llegue a ser plato de fondo en el coliseo de Ñuñoa más temprano que tarde. Credenciales tienen para conseguirlo, como expusieron en esta segunda venida –ahora en calidad de teloneros-, después de haber llenado el Teatro Caupolicán en 2008. Un debut sobre escenarios chilenos que ya estaba afianzado en una respetable base de seguidores, que se ha desarrollado hasta el punto de obtener cierta notoriedad, al menos en internet, reclamando sin éxito un show propio para sus favoritos.
La explosión de bandas y solistas internacionales que han venido a estas latitudes durante los últimos años (en una frecuencia que, no cabe duda, se ha intensificado desde el pasado 2010) tiene dos caras que a menudo se anulan entre sí. Una es la de los precios de la mayoría de estos eventos, asaltos a mansalva a bolsillos que rara vez pueden aguantar la andanada de golpes de forma incólume. Ahí vienen las deudas, las decisiones difíciles y todo lo demás que ya conocemos de sobra. Pero también está esa otra faz. Ese momento cuando lees o escuchas el anuncio de una visita cuyo nombre te es familiar, pero jamás esperaste escuchar en la misma oración que el nombre de tu país, a no ser que hubiera un robusto y soberano “no” de por medio. Y para quienes han disfrutado sus casi dos décadas de carrera, pocos grupos parecían tan lejanos e improbables como Kashmir.
Otro 27 de febrero histórico, esta vez sin movimientos telúricos, era lo que auguraba la visita de LCD Soundsystem. Debut y despedida en Chile de un proyecto que el 2 de abril, en el Madison Square Garden de Nueva York, dará el último concierto de su carrera. Una década alimentada por James Murphy como ícono de la electrónica y del pulso de la Gran Manzana.
Pasadas las 12 de la noche, subió al pequeño escenario de El Clan el productor guyanés Mad Professor, uno de los responsables de la consolidación de la música dub, discípulo directo de Lee “Scratch” Perry (uno de los fundadores del género) y autor de muchos -y muy lisérgicos- remixes durante la década de los noventa para bandas tan importantes como Massive Atack, Beastie Boys, Jamiroquai o Depeche Mode, entre otros.
Entre el post trauma de la resaca del año nuevo y el frenetismo por escapar de Santiago, se presentó por primera vez en chile Mayer Hawthorne, el crooner predilecto hoy por hoy de la costa oeste -y por rebalse, del mundo- con la intención de mostrar “A Strange Arrangement”, su muy buen disco del 2009, defendido por el sello Stones Throw, más un puñado de canciones nuevas. Altas expectativas y una noche fresca se juntaron para la ocasión. Todo en coherencia al recién nacido verano. Nada más apto.
En un año lleno de sueños cumplidos y deudas pagadas, los Stone Temple Pilots pisaron suelo chileno. Por fin. Después de dieciocho años, incluyendo aquellos en que parecía realmente imposible, cuando estuvieron separados. Después de que lo único con alguna vaga semejanza a esa utopía fue la venida de Velvet Revolver el 2007, que ni siquiera sirvió de placebo. Después del regreso y la ansiedad, el martes 7 de Diciembre fue la fecha de la redención.
Como un bastión perdido de la segunda guerra mundial lucía el escenario, que estaba separado del público por una enorme bandera de Alemania, concediéndole una advertencia imponente a lo que estaba por ocurrir. Pues estábamos frente a una máquina total de destrucción, que instigaba con todo su poder a una congregación que llegó en tropel al recinto de La Florida para ver en acción a estos seis engranajes que forman Rammstein.
Avalados por sus cuatro discos, la mitología DFA y sencillos radiales varios, Hot Chip subió a eso de las 11 de la noche al escenario del Teatro Caupolicán para jugar una partida cuya victoria estaba asegurada. El show comenzó con ‘And I Was a Boy from School’, la canción que los dio a conocer, que convirtió al recinto de San Diego en una pista de baile gigante, repleta de personas dispuestas a derrochar toda su energía viendo a los británicos.
Alrededor de 1.000 personas fueron los testigos del primer y quizás único show que hará Stereophonics en Chile. Luego de sus paradas Brasil y Argentina, la banda presentó su último trabajo “Keep Calm And Carry On” ante un pequeño, pero preciso público. El grupo liderado por el vozarrón de Kelly Jones en casi dos horas de show realizó una presentación soberbia, que demostró sus años en el circo.