Fans subiendo al escenario durante una presentación de alguna banda o solista. Una imagen que ha ocurrido ya incontables veces en cientos, si no miles, de conciertos distintos. Un pequeño y anecdótico plus que le da a cualquier show en vivo algo de magia. Espíritu rocanrolero, inclusive. Pero en esas postales, aquellos intrépidos que desafían lo establecido y se lanzan a la carrera a abrazar a sus ídolos suelen ser gente común y silvestre. Seguidores comprometidos a muerte con su causa musical, sí, pero no tan distintos de todos los demás presentes. Entonces, cuando quienes saltan las barreras de contención son sólo féminas que bien podrían adornar la portada de cualquier revista de moda… algo raro hay.
Suena confuso, ¿no? Ok, vamos desde el principio: a fines de Agosto, el cuarteto australiano Miami Horror se presentó en nuestro país por primera vez. Con dos producciones en el cuerpo (el EP Bravado, del 2008, e Illumination, su primer disco en largaduración, lanzado este 2010), la gran razón por la que fueron invitados a nuestro suelo es su single ‘Sometimes’, un hitazo que ha sonado en todo el mundo. La velada incluía DJ sets, venta de alcoholes y la promesa de carrete hasta el amanecer.
En lo que a música respecta, la primera en subir al escenario fue Javiera Mena. Acompañada de tres músicos y una corista, abrieron los fuegos pasada la medianoche con una sólida presentación, resaltada más aún con la pantalla LED que traía la agrupación australiana como parte de su escenografía. Más allá de una cuestión de gustos, nadie puede negar que el show en vivo de la compositora ha mejorado ostensiblemente, en todos los sentidos. Voz, instrumentos, puesta en escena. Hay horas de trabajo invertidas en el asunto, y se nota. En total fueron 40 minutos, más o menos, repasando clásicos de Esquemas Juveniles y algunos cortes de su tremendo segundo disco, Mena (‘Hasta la Verdad’, ‘Un Audífono Tú, Un Audífono Yo’, ‘Luz de Piedra de Luna’). Mención aparte para Lego Moustache, que las está oficiando de su baterista. Impecable.
Después, unos 20 minutos de espera y vino el turno del plato de fondo. Miami Horror salió a escena con esa convicción absoluta de saber plenamente lo que se está haciendo, dónde y por qué. Dicen que no hay mejor improvisación que aquella que está planificada, y ese adagio se cumplió a pleno durante la hora que duró esta presentación. Josh Moriarty (vocalista y guitarrista de la agrupación) tuvo a la gente en la palma de la mano desde el primer tema en adelante, conocieran las canciones o no. Irradiando energía -ya fuera cantando, bailando o haciendo gemir a sus seis cuerdas- minuto a minuto, en un set que nunca renegó de su original espíritu de pop electrónico, pero sí lo revistió de un aderezo rockero que a más de uno de los presentes no le terminó de agradar.
No se puede culpar a la banda de aquello. No son malos en lo que hacen. Al contrario: Aaron Shanahan (baterías), Daniel Whitechurch (teclado, guitarras y bajos) y Benjamin Plant (bajos, productor, creador y líder del grupo) cumplieron sus roles a la perfección. Moriarty, por su lado, se robó la película generando más de un momento Kodak. Como un Chris Martin sin ostentosas pretensiones, chaquetas de milicia o afanes figurativos, sino con la simple y honesta intención de pasar un buen rato. Quizás se pueda apuntar a los sonidistas: el show de Javiera sonó potente, pero con algunas ligeras saturaciones. Corrigiendo dichas molestias sonoras, optaron por bajar el volumen general del asunto, y eso se notó cuando los oceánicos estaban en escena. Lo que no quiere decir que se haya oído mal, tampoco. De hecho, el Teatro La Cúpula debe ser uno de los recintos con mejor acústica del país.
Tal como se podría haber adivinado, ‘Sometimes’ se llevó la ovación (y el karaoke) de la noche. Ahí, por un momento, se olvidaron las críticas de algunos a lo que estaban escuchando. Después, claro, todo volvió a la normalidad. O eso creíamos. Hasta que, cerca del final, ocurrió aquello. Chicas blondas y curvilíneas subiendo al escenario a abrazar a los intérpretes. Perfectas modelos rompiendo los cercos establecidos. Un espectáculo casi dantesco, que tenía a todos los presentes atónitos. “Groupies ABC1”, dijo alguien por ahí. Quién sabe.
Una tocata en vivo se puede medir por dos parámetros. Cualitativo, y anecdótico. En el primero, la presentación de Miami Horror en Chile fue correcta, con varios momentos memorables. No del gusto de todos los presentes, eso sí. De hecho, funcionó en ambas direcciones al mismo tiempo: gente que conocía al cuarteto salió puteando, así como quienes sólo habían oído “el” tema, dejaron el lugar ya convertidos al bando de los australianos. Pero si se trata de historias para la posteridad, ésta será una noche de la que nos estaremos riendo por un largo tiempo.