Fotografías: Silvia Ríos
A pesar de estar organizado bajo el nombre de MySpace Secret Show, intentar convertir una actuación de Kitty, Daisy & Lewis en un concierto secreto es un trabajo irrealizable. El encanto natural de estos tres pipiolos ingleses les convierte en un verdadero imán para todo aquel amante de la fiesta y la buena música. Ni los mismísimos Mario Vaquerizo y Enrique Bunbury pudieron resistirse a sus encantos. A pesar de la presencia de más de un borrego y alguna que otra moderna des-coca-da, la Joy Eslava se convirtió en una exquisita sala gracias a los ritmos de estos tres hermanos. Con una estética impecable por montera y con sus típicas sonrisas británicas, la pequeña Kitty, la ruda Daisy y el carismático Lewis desgranaron su repertorio durante más de una hora.
Si su debut dura apenas treinta minutos, ¿cómo es posible llegar hasta unos meritorios ochenta minutos? Fácil solución su posees su calidad. Unas cuantas covers adicionales, una excelente jam improvisada en los segundos bises y hacer que Kitty explote al máximo su harmónica es la fórmula del éxito. Pero no nos adelantemos. Uno a uno, los diez temas de su homónina ópera prima (incluso la instrumental "Swinging Hawaii" fueron cayendo. La versatilidad de estos tres jovencitos les lleva a intercambiarse los instrumentos en cada canción. Desde el teclado al banjo, pasando por el xilófono y el ukelele. Todos tocan todo, el "saber hacer" a la enésima potencia.
Los únicos que no cambian son mamá y papá, con su contrabajo y su guitarra. Las miradas de sus progenitores sobre el escenario no pueden sino reflejar el extremo orgullo por sus vástagos. Si bien es gracioso ver de vez en cuando la búsqueda de la aprobación paterna por parte de Lewis cuando se acercaba al teclado en los primeros temas. Tras ver su manejo del instrumento, llegamos a la conclusión de que las miradas han sido mera cortesía ya que Lewis es un verdadero maestro.
La procacidad de estos jóvenes se traduce en una pose extremadamente certera y una capacidad de seducción arrebatadora. Desde las inocentes y cautivadoras miradas al infinito de Kitty a los carnosos labios de Lewis. Carne para unos y para otros. Todos contentos. De acuerdo, no han inventado la pólvora con "Polly Put the Kettle On", "I Got My Mojo Working" o el tremendo juego de banjos de "Hillbilly Music", pero tampoco buscan eso. Parecen sacados de una máquina del tiempo que les ha traído de hace más de medio siglo. Estética, sonido y canciones. Son el simulacro perfecto. Una banda con la que regocijarte hasta la saciedad. Ya tendremos tiempo para discutir si son únicamente pose y si no hay nada más detrás. Mientras tanto, seguiremos disfrutando de sus endiablados ritmos. "Buona sera signorina, kiss me goodnight". These kids are good.