Fotografías: disfrazdetigre
No es ninguna novedad que Juliette Lewis actúe por estas tierras, pero esta visita que inaugura el invierno escondía una sorpresa. Su actuación en la sala Heineken tenía el atractivo de ser la primera ocasión en que se presentaba en la capital madrileña únicamente con su nombre y appelido. Eso no quiere decir que nos íbamos a encontrar a una Juliette solitaria en sobre el escenario. Ya no hay Licks (a los que recordó durante el concierto) y los New Romantiques ocupan un lugar más que secundario.
Con un contundente "Mi nombre es Julieta" (uno de sus numerosos intentos en Spanish como "muuucho caliente" ), no podía hacer otra cosa que clamar por su ausente "Romeo". Con sólo cinco minutos de concierto, se vuelve a comprobar que no queda ningún atisbo de divertimento de niña bien en su rol de cantante (si es que alguna vez lo hubo). Juliette es una rock star en toda regla o por lo menos se comporta como tal. Sus tablas sobre el escenario son excelentes y, a pesar de no lanzarse al público como en otras ocasiones, sabe medir a la perfección qué ofrecer al público y en qué momento hacerlo explotar. Nos ofreció una velada plaga de grandes momentos como fueron sus guiños a la etapa Juliette & The Licks. "Sticky Honey", "Got Love To Kill", "Hot Kiss" y, sobre todo, "You’re Speaking My Language" son coreados como verdaderos himnos por los fieles.
Pese a no tocar "Noche sin fin", si hay algo que destacar del repertorio de la noche es lo bien que Juliette se desenvuelve en directo con los nuevos temas. La producción de Omar Rodríguez-López no sólo no se resiente, sino que suena aún más brillante en vivo, como fue el caso de las eufóricas "Fantasy Bar", "Terra Incognita" y la desgarradora "Hard Lovin’ Woman", si acaso desinflándose un poco en la romanticona "Uh Huh". Un espectáculo en estado puro que muchos no pudieron disfrutar al estar enganchados a los móviles y cámaras fotográficas. Una situación que llegó a molestar a la propia Juliette durante el transcurso de "Suicide Dive Bombers". Llegados a ese extremo, interrumpió la canción para increpar a los fotógrafos amateur diciendo que debían disfrutar el show en vez de estar haciendo fotos a diestro y siniestro. Sentencia tras la cual posó para los atribulados paparazzi con la condición de no volver a ver un flashazo más. Genio y figura.
PD. Sería una verdadera injusticia no hacer eco de la excelente labor del grupo londinense Scanners realizó como teloneros. La evolución hacia la electrónica que dejaron entrever en su nuevo single "Salvation" recuerda los mejores momentos de lo último de Yeah Yeah Yeahs con el handicap morboso de la Mosshart. Habrá que estar atentos.