Pueden pasar días, semanas e incluso meses, pero olvidar la experiencia Glastonbury es casí imposible. Tercer día y el sueño comienza a acabarse. El día empezó temprano en el escenario West Holts con la presentación de Dizraeli and the Small Gods, agrupación ganadora del concurso de bandas emergentes que organiza el festival. Una mezcla de folk, hip hop y reggae son algunos de los ingredientes de esta energetica y conectada banda. Luego nos quedamos ahí para ver parte del show de The Bees para luego partir a ver a la pausada Norah Jones, no duramos mucho ahí y continuamos al John Peel Stage para ver a Holy Fuck, banda que nos sorprendió bastante. Potencia y ruido que nos maravilló.
Luego nos dirigimos a la íntima presentación de Keane en el escenario Avalon, tranquilidad, familia y contemplación se mezclaron en un momento del festival. El show de Keane aunque lo vimos lejos fue un lindo espectaculo. Después volvimos al John Peel Stage para ver parte de la presentación de Gang of Four, quienes demostraron porque erán parte de la época post-punk de finales de los 70s. A continuación fue el turno de los esperados Broken Social Scene quienes presentaron su nuevo disco con alineación completa. Luego de una hora de show que se hizo muy corto, dieron paso al vocialista de The Strokes, Julian Casablancas. El cantante, que empezó con algo de tardanza, demostró porque es uno de los íconos del rock del 2000, en 45 minutos dejó la grande y terminó arriba. Con una entrega envidiable rocirrió éxtios de The Strokes e interpretó parte de su disco en solitario. El show culminó justo para correr a ver el show del mismisimo Stevie Wonder.
El recital de Stevie Wonder merece palabras aparte porque sin duda fue un cierre de festival de antología. Todos sus éxitos, con todos sus músicos y con toda la gente de espectadores. Definitivamente tenr la suerte de ver un show completo de Stevie Wonder es un regalo que trasiende a muchas generaciones. Algo que resume en gran parte lo que fue la experiencia Glastonbury, fue un gran regalo.