“La lucha está recién comenzando”, dice Camila Moreno mientras es parte del primer conversatorio que vivió Ruidosa, el festival feminista que buscó generar un espacio de conversación entorno a la mujer y su rol en la música, y lo logró.
El principio del recorrido al que Moreno se refiere dio un paso tremendo este sábado 5 de marzo en Santiago: músicas, fanáticas, periodistas, aspirantes a, curiosas, niñas y adultas reunidas por y para reflexionar sobre nuestros derechos y deberes en una sociedad que se ha encargado de maltratar al género en distintos niveles, tal como todas las presentes pudieron expresar.
¿Por qué la intérprete de ‘Sin Mí’ es mañosa cuando exige perfección, mientras que un hombre con el mismo carácter queda como alguien que sabe lo que quiere?, ¿por qué las periodistas musicales tienen que estar todo el tiempo demostrando que sus conocimientos sí son válidos para desempeñarse en lo que eligieron, como si la música fuese un campo meramente masculino?, ¿por qué Denise Rosenthal no puede disfrutar del éxito de su primer concierto en solitario -repleto, por lo demás- y sólo debe conformarse con algún viral que destaque lo sensual que fue su movimiento de colita?, ¿por qué tuvimos que llegar a ser ignoradas a tal punto que no nos quedó otra que agruparnos en nuestros propios colectivos como es el caso de FemFest?, ¿por qué una comunicadora tendría que perder su puesto de trabajo por dar su opinión respecto a un colega y su machismo validado por los mitos que envuelven a una rama musical?
La lista de agresiones, disminuciones, y discriminaciones que vivimos las mujeres fuera de la música como dentro de ella quedó expuesta en la reunión que se llevó a cabo en la Fundación Cultural de Providencia, lugar que albergó opiniones, música, y feminismo creando un espacio para reflexionar y debatir sobre el trato que reciben las creativas y sus seguidoras que desde temprano se reunieron en el lugar.
“La quema de brujas sigue existiendo. El abuso es constante y tácito”, se escucha en el panel entre Javiera Mena, Denise, Francisca Valenzuela y Camila, quienes revelaron los episodios por los que han tenido que pasar en la industria y en la vida: trabajar sólo con hombres, dejar de andar en micro, cuidar la ropa que van a usar, estar demostrando a diario que no son sólo una muñeca a la que tienen que peinar bonito, y que tienen mucho más para entregar, igual que las siete mujeres que se subieron al escenario para regalar media hora de su trabajo.
La misma fundadora, Francisca Valenzuela dio el vamos a la jornada asegurando que “todos los micrófonos iban a ser tomados sólo por mujeres”, y no es que queramos la ausencia de hombres, es que tenemos que ponernos al día luego de tantas pasadas por alto que han tenido que soportar las integrantes del cartel del primer festival feminista.
Natisú, Planta Carnívora, Fakuta, Marineros, Paz Court y Camila Moreno demostraron que el talento de parte de esta vereda abunda, existe en el formato y estilo que lo prefieras, y es de calidad. Ojalá los organizadores de los principales certámenes del país se hayan dado una vuelta para que vieran con sus propios ojos lo que tanto les cuesta entender cuando los nombres son propuestos.
Cada artista celebró la iniciativa y se dio el tiempo para dar su mensaje, como fue el caso de Marineros, dúo que dejó en claro que “el feminismo no es una lucha sólo de las mujeres”, resaltando el papel que los hombres tienen en este difícil camino de hacer ver que nuestras capacidades son tan válidas como las de los pares masculinos.
Y eso mismo dejaron en claro las panelistas del conversatorio de la industria: mujeres relevantes, con años de experiencia en un medio en el que las mujeres son minoría, en el que siempre han tenido la sensación de ser unas intrusas, como si trabajaran en algo que no les pertenece y donde las oportunidades se ven alejadas por la maldita costumbre de vivir a cargo de los ejecutivos, donde nosotras sólo nos quedamos con los roles de ternura, sumisión y maternidad.
La fuerza que está impulsado esta lucha tuvo una gran inyección de energía este fin de semana donde menores de edad se enfrentaron a un discurso, tal vez, lejano y desconocido. Donde las que nunca se sintieron seguras de hacerse respetar “por no darle color”, se dieron cuenta que hay más como ellas peleando por algo colectivo. Donde las cantantes relataron episodios frustrantes que no suelen poder compartir por estar rodeadas de hombres que no logran captar en cuántas formas se les pasa a llevar. Donde todas nos dimos cuenta que algo, al menos, está cambiando.
La lucha está visible y Ruidosa no trae más que agradecimientos: por el espacio, por sacar a flote temas que los medios aman ocultar, por armar un escenario a punta de voces locales y femeninas, por permitir que mujeres en todas sus formas, edades, orientaciones, y pensamientos pudieran aplaudirse; porque sí, porque deben, porque están despertando del letargo que significa estar siempre detrás de, en lugar de estar al lado de, caminando a la par.
La primera versión de este festival dejó cientos de corazones contento. Hombres concientizados, mujeres envalentonadas, niños prudentes, y un montón de ganas de que más instancias como estas se repliquen hasta que entendamos realmente de qué va esta eterna pelea que necesita llegar a puerto, antes de que nos sigan ocultando, nos sigan privando vitrinas, nos sigan poniendo en duda, o nos sigan matando.
¡A seguir haciendo ruido!