Una anécdota que resultó significativa: Mr Porter, el acompañamiento principal en escena que tiene Eminem y ex compañero del rapero blanco en el grupo D12, pregunta al entregado público cuántos de los presentes tienen Recovery (2010). El público grita, como no ha dejado de hacerlo el resto de veces que el compañero del rapero de Detroit lo pide. Acto seguido pregunta que cuántos tienen The Marshall Mathers LP II (2013). Los gritos suben de tono. La arenga sigue y Mr Porter pregunta con mayor énfasis que cuántos de los allí reunidos tienen The Marshall Mathers LP I (2000). La locura se desata. Para rematar, viene la pregunta final: ¿cuántos son poseedores de The Slim Shady (1999)?. Y el grito se convierte en trueno.
La primera visita de Eminem a Chile, largamente esperada por muchos, quizá puede que llegase un poco tarde. Aunque su nombre y su figura sigue siendo reconocible y hasta icónica, hay que reconocer que los mejores y más creativos años de su carrera quedaron atrás y que su nombre ha quedado desplazado por figuras mucho más populares como Drake o ambiciosas en lo artístico como Kanye West (seamos serios, nadie piensa que el Eminen de 2016 podría hacer un equivalente a una obra como My Beautiful Dark Twisted Fantasy). Pero, lo importante para los presentes era que, al fin, Eminem estaba en Chile.
Con una puesta en escena no espectacular, pero sí efectiva y entretenida, secundado por una gran corista haciendo las veces de Dido (en ‘Stan’, quizá el mejor momento del show) o de Rihanna (cantando sobre la base de la voz original en ‘Love the Way You Lie’) con un buen uso de las pantallas, como en los hipnóticos pasajes en los que la dominaban un radiocasete, por el show se pasearon todos los personajes del rapero. Desde el que aparece en el cartel del festival, pasando por su faceta más adolescente e inmadura y fiestero -o sea Slim Shady- y el adulto, combativo y preocupado por su entorno, Marshall Mathers. Los tres se funden durante el show en el que las canciones se entrecortan unas a otras, aparecen y desaparecen para dar paso a peticiones un tanto excesivas y retóricas de bullas por parte del público.
Pero, como el que va a ver a The Rolling Stones, Blur, The Strokes, Pearl Jam o Morrissey, uno no espera encontrarse la mejor versión del artista que uno ha idolatrado por años sino que te lancen a la cara esas canciones que sonaban en la radio, cuando la radio era tan importante, o que un amigo te grabó en un casete o un CDr: ‘Without Me’, ‘White America’, ‘The Real Slim Shady’, ‘Lose Yourself’, ‘My Name Is’…
Fotos* Jeremy Deputat