Fotos por Javiera Tapia
Los conciertos internacionales en Amanda siempre son toda una experiencia. Un cruce de públicos que no deja de llamar la atención, generando reacciones que a veces incluso llegan hasta la incredulidad. Por un lado, están aquellos que son habituales del local, que llegan y pagan su entrada casi sin importar quien toque, porque saben lo que quieren y que de ahí no se irán decepcionados. Y, por otro lado, están quienes se dirigen a Los Cobres de Vitacura motivados por la banda o solista de turno y terminan tratando de comprender cómo a mitad de un show hay gente conversando, ajena e indiferente a lo que ocurre en el escenario. Todos quienes hayan ido al menos una vez saben que es así.
Sin embargo, lo que anoche se podía presenciar en el lugar era aún más curioso. Porque, primero durante el breve e intenso set de Dënver -cuyo cierre con ‘Los Adolescentes’ suena cada vez más gigante y afiatado- y luego durante la mitad del show que dio El Guincho, el lugar estaba a algo así como 2/3 de su capacidad, pero prácticamente todos los presentes sí estaban atentos a lo que pasaba. Algo que debería ser la norma aquí fue un fenómeno curioso que se vio incrementando por una sección del público que no paró de cantar y saltar en cada tema. Una suerte de pogo tropical tan insólito como notable, y que servía de retroalimentación perfecta para el músico español y sus acompañantes.
Y es que, a lo largo de su debut en Chile, Pablo Díaz-Reixa -siempre sincero en sus interacciones con el público- se preocupó de hacerle saber a todos los bailarines de las primeras filas que ellos le entregaban el sabor a su concierto y la excusa para seguir tocando un poco más. Él, por su parte, con bajista a la diestra y guitarrista a la siniestra, entre teclados y bases las hizo de maestro de ceremonias en un set que puede dividirse en dos partes. Una que fue non stop, en que más de diez temas se sucedieron casi sin pausa, incluyendo todo lo que se podía esperar de su segundo álbum, “Pop Negro” (recién editado en Chile por el sello Cazador): ‘Muerte Midi’, ‘FM Tan Sexy’, ‘Novias’ en una versión de menos a más con Javiera Mena y el cierre con esa joya que es ‘Bombay’. El encore, en cambio, fue un animal muy distinto. Un arranque de algo que sólo podría calificarse como trance tropical, dos temas que duraron casi veinte minutos en conjunto y mostraron otra faceta del ibérico, y que le queda muy bien.
Pero a estas alturas, claro, Amanda ya se había llenado. Ahora sí, había gente conversando a la que no le importaban en absoluto las canciones que escuchaban ni la presentación de poco más de una hora que dio El Guincho en su gran primer show en nuestro país, donde no faltó nada. Ahora sí, mientras sus fans se iban satisfechos, había gente comprando su entrada afuera a la que le daba lo mismo que en China no tengan cortinas.