Casi dos años exactos pasaron del debut de los británicos Blur en nuestro país, aquel 7 de noviembre del 2013, que quedó marcado para siempre en los fans que esperaron catorce largos años tras el fallido intento en 1999, debido a la tensión generada por la detención de Pinochet en Londres. Durante ese lapso de tiempo, Damon Albarn se presentó en plan solista con un rotundo éxito.
Por lo que esta presentación cargaba con un peso extra, con la especulación y el morbo si sobrepasaría al show de la Pista Atlética. Y fue con creces la sorpresa que regaló Blur en su segunda visita al país, dando un espectáculo que no tuvo cabida para el error, un show de relojería que se enmarca sin apuro dentro de los mejores conciertos del año. Las comparaciones siempre son odiosas. Si la primera vez fue Beck, para esta ocasión los encargados de calentar el ambiente fueron Los Tr3s. Una diferencia abismal.
El conjunto liderado por Álvaro Henríquez dio gala de sus años de circo y con una batería de hits que se encuentran en el subconsciente nacional. ‘La Torre de Babel’, ‘Amor Violento’ y ‘He Barrido el Sol’ fueron coreadas de principio a fin. Además probaron un par de temas de lo que será Por Acanga, su inminente nuevo disco. Por muchos laureles y grandes éxitos que tenga la banda, Los Tr3s hace mucho tiempo que viven acomodados en el rock, viéndose falsos, pedantes, indiferentes arriba del escenario. Libres de culpa salen Sebastián Calib y Boris Ramírez, pero lamentablemente es un show que vende.
Luego de la presentación de los nacionales, venía el turno para el plato de fondo y se notaba el nerviosismo en la gente, que se acentuó más con los doce minutos de retraso que tuvo la banda y con los claros que se apreciaban en platea baja. 21:12 horas y una melodía de caja musical recibía a los de Colchester que inmediatamente abrieron con ‘Go Out’, primer single de su octavo disco The Magic Whip. La emoción continuó con una de las canciones que los puso en el mapa musical mundial, ‘There’s No Other Way’.
‘Lonesome Street’ se convertía en toda una fiesta con un sobre excitado Albarn en el foso, cantando con el público. Para la ocasión, a Blur lo acompañó un staff de diez músicos de apoyo: una sección de bronces, cuatro coristas más un tecladista y un percusionista. Todo este conjunto tomó un realce con ‘Badhead’ y ‘Ghost Ship’.
La primera gran imagen de la noche vino con ‘Coffee & TV’, con un emocionado Movistar Arena que selló con el coro “we could star over again”, la complicidad entre ellos y la banda. ‘Out of Time’ y ‘Beetlebum’ mantenían el trance mayor en el público. Tres trigramas con bolas discos en su interior era el minimalista telón de fondo con el que se presentó el conjunto, pero que cobró una atmósfera impresionante con ‘Thought I Was a Spaceman’. El punto más alto de la velada, con un Albarn cien por ciento entregado al show, disfrutando cada momento y reacción de los fans. Y ese comportamiento se apreció de mejor manera con ‘Trimm Trabb’, canción que cantó corriendo de un lado a otro dentro del foso.’For Tomorrow’ y ‘Tender’ ponían los paños fríos a la caldera que había el sector de cancha.
Comenzando ya a quemar los últimos cartuchos del show, Albarn invitó al escenario a un grupo de jóvenes fans para interpretar la incombustible ‘Parklife’, pero no sin antes que los chicos tuvieran la oportunidad de abrazar y fotografiarse con sus ídolos. Jugando y corriendo de un lado a otro por el escenario durante la canción, Damon Albarn se graduó como un crack de tomo y lomo. Aquí es cuando se nota la transversalidad de la banda, con gente que creció escuchándolos en los 90’s, quienes los descubrieron en la enseñanza media durante el nuevo milenio y a la nueva savia. El legado de los ingleses se mantiene y se mantendrá intacto.
El concierto mantenía el ritmo con ‘Ong Ong’ y la explosiva ‘Song 2’. Luego, ‘To The End’ junto a ‘This is a Low’ cerraban con broche de oro la primera parte del espectáculo. Solo un par de minutos bastaron para que Albarn, Coxon, James y Rowntree volvieran a escena con ‘Stereotypes’. El karaoke también estuvo presente en la clásica ‘Girls & Boys’, con Albarn y Coxon luciendo un par de gorros que les habían lanzado previamente. El gran final fue con ‘The Universal’ que tomó tintes apoteósicos gracias al trabajo de bronces que tuvo.
Se podrían escribir textos y textos sobre el trabajo en vivo de Blur, pero sacándose cualquier camiseta, lo demostrado por los británicos fue una clase magistral de cómo se tienen que hacer los shows. El desplante de Albarn, la ejecución de Coxon, el manejo de Rowntree o la elegancia de James, todo confabula para que la máquina brítanica suene y se vea en su estado más puro. Un concierto para el recuerdo, un show que nos tuvo arriba, abajo, al centro y adentro.
Fotos * @cortandoelaire