Cuando el sol picaba con fuerza sobre la elipse del Parque O’Higgins y el público recién comenzaba a ingresar, los cinco integrantes de Ases Falsos se asomaron al escenario Itaú, uno de los dos centrales del evento. Las puertas se habían abierto con un leve retraso y el festival recibió a los asistentes con un homenaje para dos súper estrellas fallecidas recientemente: primero sonó ‘Let’s dance’, de David Bowie, y luego ‘Ace of spades’, de Motörhead, con el rostro de Lemmy Kilmister en las pantallas gigantes. A continuación, el cambio fue radical: con los Ases Falsos ya sobre al escenario, la pantalla proyectó un primer plano de un Zalo Reyes de lentes cromados, que en un breve video introdujo a la primera banda de la jornada.
Si alguien esperaba que el grupo hiciera alguna alusión a la reciente controversia de Cristóbal Briceño por sus dichos sobre el feminismo, debió aguardar sin resultado. Durante gran parte del concierto, el vocalista lució ensimismado, con su cabeza casi completamente cubierta para protegerse del sol y sin decir palabra alguna entre canción y canción. Casi a la media hora, cuando tocaron “Pacifico” (introducida con ‘Gata fiera’), recién se desprendió de la guitarra y del gorro, lanzó alguna mirada a las cámaras y hasta bajó del escenario: primero, para contemplar a sus compañeros desde una ubicación privilegiada; luego, para lanzarse él mismo sobre las primeras filas del público.
A falta de palabras, los Ases Falsos escogieron las canciones: mostraron un repertorio de singles y canciones probadas de sus dos discos, Juventud Americana y Conducción. Sonaron ‘Salto alto’, ‘Mantén la conducción’, ‘La gran curva’, ‘Manantial’, ‘Mi ejército’, ‘Fuerza especial’, ‘Nada’ y ‘Simetría’, además de la inédita ‘Gehena’. Casi todas, conducidas por la electricidad de las guitarras, más robustas que de costumbre, y matizadas por bajos y teclados. Y casi solo las canciones, porque en un megafestival como Lollapalooza, con escenarios monstruosos, pantallas de alta definición, transmisiones en línea y un parque temático de auspiciadores, los Ases Falsos escogen ir a paso de hombre. Saltan al escenario vestidos como para ir a comprar el pan y si utilizan algún recurso especial, es para reforzar lo anterior: mientras tocan, en las pantallas se proyectan imágenes capturadas durante viajes por las líneas 2 y 5 del Metro. Mientras pasan las canciones, la mirada pasa por fuera del mismo Parque OHiggins o remonta la vía entre techos de casa bajas, fábricas y edificios de departamentos.
Tal es su ánimo, que no lograron encajar todo el repertorio en los 45 minutos que les correspondían, pero no hubo espacio para grandes aspavientos. Con una determinación que no existió en otras presentaciones, la producción simplemente apagó la amplificación cuando interpretaban ‘Simetría’, pero los Ases Falsos siguieron tocando, apoyados por las palmas y coros del público, y terminaron su show a voz en cuello. Así también fue como salieron, a paso de hombre.
*Fotos por Jaime Carrera. Revisa todas las postales del sábado en nuestro álbum.