Amanda fucking Palmer is dead. La noticia resuena en toda la Sala Caracol ante un público conmocionado. El maestro de ceremonias nos informa del terrible acontecimiento: la artista no podrá estar esta noche con nosotros, pero su alma está presente. Acto seguido, la difunta emerge entre el público con el rostro cubierto por un sudario de encaje como si acabase de arrepentirse a medio camino de su trayecto por la laguna Estigia. La resucitada es izada por los aires y colocada ante su carismático teclado Kurt Weill. Unos segundos después, la desesperada es atacada por los primeros compases de la apasionada “Astronaut”. Éste sería el perfecto resumen del espectáculo que la mitad de The Dresden Dolls realiza en su gira en solitario. Una perfecta mezcla entre el sentimiento trágico que siempre ha definido su música y una carga sumamente teatral en la puesta en escena. Los anunciados The Danger Ensemble, lejos de ser una banda musical de acompañamiento (un excelente violinista es el único músico que toca junto ella), son una compañía de teatro que se dedica a realizar acciones durante los temas. No hay descanso entre el tema de apertura y la contundente “Ampersand”. El bellísimo corte gana enteros en directo hasta el punto de lograr una perfecta atmósfera tan decadente como las calles por las que circula la mujer de la canción. La galería de jóvenes lánguidos continúa con “Blake Says”, para poco después regalarnos la primera sorpresa de la noche. Amanda invoca a las monjas matanazis de “The Sound of Music” entonando la mítica “My Favourite Things”. Una divertida broma musical que enlaza con uno de los himnos de su carrera: “Coin-Operated Boy”. La performance gana enteros y el ambiente se va acercando al vodevil cabaretero. Ahora toca la polémica “Oasis”, esta vez sin la introducción triste como en otras ocasiones. La canción más pop de Palmer, la misma que ha hecho correr ríos de tinta tanto en Estados Unidos y Reino Unido por su forma de tratar el aborto, hace que la sala se convierta en una verdadera fiesta. El recuerdo al incidente de la matanza del Columbine que es “Strenght Through Music” estremece a todos y cada uno de los asistentes gracias a la desmedida interpretación de Amanda. Una dolorosa purificación que continúa con la conmovedora “Have To Drive”, para romper con la mítica “Half Jack”. El espectáculo parece terminar con un descomunal karaoke de “Umbrella”. Sí, no busquen en el listado de canciones sobre paraguas, estamos hablando del tema de Rihanna. Pero el show debe continuar y poco tiempo después, vuelve al escenario toda la compañía. Amanda Palmer presenta a la compañía de teatro y nos cuenta su tremendo secreto: ninguno de los miembros cobran. Así que uno a uno van pasando el cestillo por el público como si de una iglesia dominical se tratase, mientras acomete la brutal “Leeds United”. Un perfecto broche de oro, sino fuese porque la artista vuelve a salir con su famoso ukelele. Cruza la sala para subirse a la barra del bar del fondo y tocar una última canción. Una impresionante versión de “Creep” de Radiohead. Desbordado por la emoción, el público rompe en una sonora ovación ante el triunfal final. If you see Amanda Palmer on the street, kill her… ¿pero quién podría querer matarla?
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