¿Cómo aflorar una diversidad de sentimientos que arrecian como torbellino en un momento específico de una persona? ¿De qué manera canalizar lo vivido en un período más que especial? Dejar de lado toda pretensión poética y exhibir las cosas tal como vienen, sin tanto maquillaje ni adorno, es una opción.
Ésa es la primera idea que cae tras escuchar los ocho tracks que comprenden “Flores Como Gatos”, primer trabajo en solitario de Colombina Parra. Y si bien ella es más conocida por su incursión liderando a Los Ex, este lado más distante de la estridencia a la que podemos asociar su nombre es una agradable sorpresa.
La receta fue simple: Colombina Parra decidió pasar el embarazo de su hija en una casa en la costa. De ahí salieron canciones que tienen una marcada impronta de cotidianeidad. Escuchar ‘Vamos A Almorzar’, donde Colombina nos lleva a la casa de su madre, describiéndonos parte de lo que hay en ese lugar, devolviéndonos a la niñez con esa última frase, llena de inocencia y amor: “No importa todo lo que pasamos, porque ahora estamos comiendo este pollo que está muy rico…y tú estás muy linda”.
‘La Casa Ideal’ nos relata un día doméstico cualquiera, en que cobra protagonismo su marido barriendo las hojas secas, el hijo que ya entabló amistad al entrar al colegio. Todas las canciones están maquilladas de manera acústica, con mucho jazz guachaca, que se transforma en la plataforma ideal para las palabras de Colombina, quien parece lanzarlas sin mucha premeditación, y que denota la manera en que fue concebida la placa: por ella, su esposo (Hernán Edwards) y su hermano (Barraco). Por eso, vemos despreocupación por los artilugios de estudio y más sinceridad en las canciones. La casi susurrante ‘Rompecabezas’ y ‘Anoche Te Pillé Durmiendo’, donde hasta podemos sentir a Parra cantando bajito, con temor a despertar a alguien, son un fiel testimonio de ello.
“Flores Como Gatos” es una especie de bitácora, un cúmulo de relatos, frases, exclamaciones y pareceres de una persona en su estado más realizado como ser humano. Ciertamente, las cosas simples tienen esa endiablada costumbre de llegar más profundo que cualquier arreglo sofisticado. Y eso es lo que nos enseña este disco.