Antes del show, muchos en el público podrían reconocer a Cage The Elephant solo de nombre, pero haciendo algo muy correcto y parecido a lo que la banda mostró en sus venidas anteriores, sumó a fans casuales, esos que pasaban por el VTR Stage a la hora de su presentación.
La última vez que estuvieron en Chile venían promocionando Melophobia (2013), ahora la excusa fue presentar Tell Me I’m Pretty (2015), disco que si bien salió hace ya tiempo, ha dado el crédito suficiente como para continuar la gira hasta el punto de volver a escenarios locales. En esta oportunidad, vimos un show que resultó ser un poco predecible, muy similar al anterior, casi al punto de saber cuál de los hermanos Shultz se lanzaba primero al público (podría ser el vocalista Matthew o su hermano guitarrista, Brad). Todo esto, quizás por el poco tiempo que ha pasado entre cada presentación, y que -aunque su nuevo álbum presenta nuevas perspectivas- sigue ocupando las herramientas por las que Cage The Elephant es conocido.
Por más que todo lo anterior pueda hacer sonar a que la presentación no fue buena, hay que decir que este concierto fue uno de los primeros golpes fuertes que dio el festival este año, al saber ocupar los sesenta minutos que tenían de tiempo con un setlist ajustado. La gracia de este show es la cercanía y lo bien que ha subsistido la banda a pesar de la salida del anterior guitarrista Lincoln Parish. Cage The Elephant sigue sonando a lo mismo, que por suerte aún no aburre, porque los que ya los conocen no tienen problemas en ver el mismo concierto, mientras sea tan bueno como el de este fin de semana. Algo así como esa concesión que uno hace al escuchar a los Ramones.
Además, la selección de temas estuvo entre dos vertientes: rápidas y enérgicas (‘Spiderhead’, ‘It’s Just Forever’, ‘Ain’t no Rest For The Wicked’), y otras más lentas e introspectivas (‘Telescope’, ‘Cigarette Daydream’, ‘Shake me Down’). Así es como terminan dejando fuera joyitas que no caben en estas aguas, como ‘Take It Or Leave It’, por ejemplo.
La cercanía y lo divertido de los hermanos Shultz -que fácilmente puede confundirse con sobreactuación- también aporta a que el público no decaiga en ánimo. Cada uno terminó haciendo su trabajo desde dentro de la multitud, construyendo varios momentos de mucha energía, que combinada con buenas canciones hicieron que el fan casual conociera (y quizás se prendara) a Cage The Elephant. Porque si algo demostraron en esta venida, fue que en vivo alcanzan su máxima capacidad. Es difícil ignorar a una banda con tanta potencia y que tiene un personaje como Matthew Shultz corriendo por ahí, dando grandes zancadas con sus piernas flacas, para llegar al otro lado del escenario y cantar el próximo verso.
Reafirmaron la confianza que su fanaticada les tiene y, a la vez, si lo que querían era lograr girar cabezas, lo hicieron. De hecho, en una de las filas para comprar comida, había un metalero que exhibía una de las tantas poleras de Metallica que abundaban en el Parque O’ Higgins. Mientras esperaba, hablaba por teléfono diciendo: “hueón, vente no más. Acabo de ver una hueá que se llama Keish the Elephant. Estuvieron la raja”.
*Foto de portada: Carlos Muller