Para ser un G hay que saber contar. Ese es el statement de C. Tangana y lo demuestra en todo lo que significa su show: la elección de las canciones, el jueguito de pedirle al público que le grite cuál quiere escuchar solo para dejar en claro que él va a guiar el recorrido, las visuales que relatan el estilo de vida actual, los pantalones de cuero, el saltarse el llamarse lindo para que, en su lugar, lo hagan las primeras filas, en esa lengua que saca hacia el lado cuando se le quiere asomar una sonrisa que no quiere expresar, a menos que se trate de cantar “se va a hacer famosa si sigue a mi lado”, casi como un palo para el escenario Acer.
Aprendiendo de los errores del pasado, un buen grueso de personas llegaron con más de media hora de anticipación al Lotus Stage, mismo escenario que los días pasados dejó la vista al azar para quienes no tomaron las precauciones de conseguir el puesto ideal. Con el trauma latente de perderse a Paloma Mami, seguidores de la música urbana se armaron de paciencia para no solo dar cara a la espera previa, también para los diez minutos de atraso que tenía el escenario.
Puchito, Puchito, Puchito, como clamor para demostrar que las miles de personas más cercanas de la tarima saben de quién y qué se trata este circo. Antón sale a escena, el humo no tarda en salir y los gritos menos. ‘Caballo Ganador’ y todo lo que hace lo convierte en oro. No en calidad. En brillo. Una personalidad demasiado avasalladora que no tiene problemas en usar la petulancia como espejo para rebotar sus fallas técnicas.
¿Lo de la música mejor déjamelo? Para dudar. La voz de Antón está lejos de ser pulcra, y entre tanto paseo, zapatazos y pasitos de baile, solo es más evidente. Aún así no deja de ser cautivante, porque tiene todo sumamente controlado. Cuándo se baila y cuánto, cuándo es humo, cuando es fuego, cuando es pirotécnica y cuando son las tres, simultáneamente.
Tiene todo tan controlado que el rapero sabe su fuerte. Le “flipa ‘Still Raping’ y la Limo” pero lo suyo siempre han sido las canciones románticas, en sus propias palabras. Con esa intro aparece ‘Un Veneno’, sorprendentemente una de las canciones más grabadas y cantadas, al mismo nivel de ‘Booty’ con Becky G, la novedad del bolero como protagonista en un público que tenía claro a lo que iba.
Hombre del entretenimiento, una virtud tan importante como el no desafinar en contextos como Lollapalooza. Si hay algo que sabe hacer C. Tangana, es montar el circo. El payaso estrella, el que mejor oculta la pena y la transforma en dinero. Ese es su arte; su carpa no es más que la extensión de esa precariedad de vida que ahora se desquita con dólares, tragos caros, aviones y conquistas.
*Fotos: Claudia Valenzuela/ LollapaloozaCL