Cuarenta y cinco minutos después de que Playa Gótica terminara su presentación -la que abría el escenario Acer en este Lollapalooza Chile-, otros chilenos se subieron a hacer lo suyo, pero esta vez con un marco mucho más importante de público. No está claro si fue por el horario más amigable (2:45 pm) o si fue el hecho de su sonido se acomodaba mucho mejor al predominante ritmo urbano de esta versión del festival, pero la verdad es que Bronko Yotte salió con un público excelente para su tamaño, horario y escenario. Y lo aprovechó al máximo.
Bronko es la antítesis de Playa Gótica. Mientras los segundos llevan relativamente poco tiempo en el ruedo (lo que no es algo malo, pero se nota en su orden), Bronko Yotte y su excelente banda llevan depurándose harto tiempo. Su show consistió en percusiones, bajo, guitarra -que la tocaba Martín Berríos- y los ya clásicos DJ Pérez y la inconfundible voz de la Macarena Campos. Da gusto ver una banda así de afiatada desenvolverse tan tranquila en el escenario. En especial si es uno grande como este.
Y si bien las canciones de Bronko Yotte prendieron rápidamente al público del escenario Acer, lo que llevó a su show al siguiente nivel fue la cantidad -y calidad- de los invitados que invitó a su show: Felipe paseó por su escenario a Gepe -que se repitió el plato después de hacer su cameo en el set de Playa Gótica- con el que cantó ‘Tu lealtad’; Ceaese, con el que cantó ‘Sello’; Jonás Sanche, que lo acompañó en ‘Para olvidar el dolor’ y el ya clásico de sus presentaciones, Franz Mesko quien apañó en ‘Del mantel’.
Párrafo aparte se merecen las gráficas y visuales que se proyectaban en la pantalla trasera del escenario, que iban desde fotos del perro de Felipe -el nombre detrás de Bronko Yotte-, hasta imágenes más abstractas que tenían a los volados del público disfrutando como si fuera una versión Fruna de Woodstock.
Al final, Bronko hizo un show mucho más que correcto, bien firme en sus bases y que apostaba claramente a ganador. Supo enganchar al público, y los mantuvo en su poder desde el comienzo hasta el final de su set. Se mantuvo humilde recordando sus tiempos de profe -y hasta saludando a la barra brava de ex alumnos que estaban en el público- y le dio una oportuna presentación a cada uno de los miembros de su banda. Un caballero de tomo y lomo, que fue a hacer su trabajo sin alumbrarse más de lo necesario, y que por lo mismo terminó dejando una sonrisa en toda la gente que salió del Acer después de su show.