A pesar de presentarse en un horario relativamente temprano (16:30 – 17:30), la cancha del Perry’s Stage ya se encontraba colapsada y platea baja iba por las mismas, todo para presenciar el dubstep del israelí Borgore, un habitué ya a estas alturas en los festivales de EDM que han aterrizado en el país.
Con toda un imaginario basado en la tecnología, el animé, las joyas y mujeres, el productor Asaf Borger (nombre real del dj), tiraba la carne a la parrilla con ‘#NEWGOREORDER’, canción que cuenta con la voz del actor Malcolm McDowell y que le brinda toda una atmósfera a los bass drops más locos.
Así la dinámica se repetía una y otra vez, de la calma a la intensidad de los sonidos más extraños posibles en los bass drops, cosa que la audiencia disfrutaba el doble si los ruidos eran más complejos, ayudados con una amplificación que hacía retumbar cada cimiento del Movistar, e incluso a uno mismo. Intercalando éxitos como la archi manoseada ‘Heads Will Roll’, hits de Avicii, Flux Pavillion o el mismísimo Skrillex, provocaba que la mar de gente en cancha estuviera casi bajo los efectos de un ritual corpóreo, entre movimientos pélvicos y brazos al aire. Precisamente, el estado al que apunta el dj.
Cabe destacar también que la infraestructura del Movistar ya se hace pequeña para este escenario. Ocurrió con Marshmello el día anterior y se repetía en menor medida con Borgore, cerrando el acceso norte de la platea baja. Este escenario debería, quizás, armar un enroque con el Acer Stage y trasladarse con camas y petacas al aire libre.
Lo de Borgore es fuerte y conciso, él no busca sonidos cristalinos y prolijos dentro de la escena del electronic dance music, lo del israelí es la saturación, lo grotesco, lo nasty. Cosa que se vio reflejada a lo largo de toda su presentación, que mantuvo cautivos a todos con sus hipnóticos y locos ritmos.