Una vez más Bad Gyal deja claro quién es el Pussy K Mana, con un repertorio de más de treinta canciones que puso a bailar al público de principio a fin y una propuesta que entra a disputar lo que se considera parte del género pop, demostrando que las maneras de hacerlo son infinitas.
“Gracias chile cada año que vuelvo es mejor” escribió Bad Gyal en su última publicación de Instagram, una frase que tiene mucho de cierto. A lo largo de estos años, su público y la conexión de las personas con su música ha ido creciendo en nuestro territorio, y es algo que ha podido experimentar en primera persona en sus shows, ya que desde el 2019 a 2023 ha realizado cinco conciertos en Chile.
Pero el reverso de esta afirmación también es cierto, el público en este tiempo ha podido ver cómo ella es cada vez mejor, y lo agradece. Quienes siguen su carrera desde el inicio han sido testigos de cuánto ha crecido su proyecto artístico, que adquirió una solidez y seguridad que le ha permitido explorar las distintas formas que puede tomar Bad Gyal sin perder lo que la caracteriza, y eso se refleja en su música, su estética y sus presentaciones en vivo.
En esta oportunidad pudimos verla no como parte de un festival o en formato sideshow con otros artistas, sino que en solitario y en uno de los recintos más importantes de la capital. A modo promocional, antes de estrenar su esperado álbum La Joia, volvió para traernos un adelanto de lo que se viene en esta nueva etapa y para hacernos bailar con sus singles más escuchados.
Fueron 32 canciones las que sonaron, un repertorio lo bastante amplio para poder disfrutar de un recorrido por su historia musical. Interpretó desde sus clásicos, ‘Yo Sigo Iual’ que canta en catalán y ‘Fiebre’ que compuso a los 18 años, hasta las versiones más recientes de temas como el remix ‘Chulo pt.2’ con las partes de Tokischa y Young Miko, ‘Zorra’ con Rauw Alejandro, ‘Flow 2000’ feat Beny Jr, y también sus últimas colaboraciones, ‘KÁRMIKA’ en la que canta con Karol G y Sean Paul, ‘Mi Lova’ con Myke Towers, ‘Real G’ con Quevedo, y ‘BARCELONA’ del último disco de Polimá Westcoast, al que invitó junto a Standly al escenario para dejar prendidísimo al público del Movistar Arena con esta sorpresa.
Acompañada por los mismo bailarines que vinieron con ella a la primera edición del Primavera Sound en Santiago, esta vez su presentación integraba más elementos que aumentaban el dramatismo del show: humo y chispas que salían del suelo y del techo, apoyo audiovisual de fondo, además de actuaciones y coreografías que iban cambiando de acuerdo al tema, aunque siempre destacando la figura de la noche, Bad Gyal, que por momentos se sentía como estar viendo a Shakira o Christina Aguilera en algún concierto en los 2000. Esto prueba la teoría que afirma que muchos artistas que en los últimos años han sido catalogados como género urbano, en realidad, son música pop. Y no es que estos estilos musicales vengan a reemplazar las otras formas de hacer música popular, sino que hay una disputa en curso sobre lo que es reconocido dentro del género y qué no.
Sin dudas, Bad Gyal con su dancehall catalán es parte de esa dinastía y la propuesta que nos trae con LA JOIA Tour es que el pop de nuestros días también está integrado por música que incansablemente han pretendido confinar a lo “urbano”. Un término que cumple una doble función, por un lado el blanqueamiento de géneros musicales con raíces afro, y por otro, una barrera de contención para no reconocer que el reggaetón, el dancehall, el dembow, el trap, y muchos más, son parte importante de la escena pop contemporánea. Manteniendo la “pureza” de un género históricamente dominado por la narrativa blanca, pero que al mismo tiempo ha estado fagocitando desde sus inicios la creatividad del sur global.
No es que Bad Gyal esté dando la lucha contra esa hegemonía en la música, no necesitamos de una persona blanca europea para eso, tenemos nuestras propias figuras. Pero el atrevimiento de traer los elementos del pop a donde se supone que no deben estar, nos sirve para hablar de todas estas cuestiones que son la base de una industria musical, racista y clasista, que sólo busca sacar provecho del blanqueamiento y exotización del arte de nuestro territorio.
Fotos por @casimaria