Inmediatez de guitarras eléctricas, buenos riffs y melodías hechas para quedar dando vueltas. La sensación automática al oír Punish Me, track que abre el primer -y homónimo- disco de Aranda. Oriundos de Oklahoma, los hermanos Dameon y Gabe Aranda (ergo, el nombre del grupo) parten sacando una tremenda carta de sus bolsillos, con un sonido fresco, que habla a las claras de lo que va su música: rock.
Las referencias se hacen presentes desde un principio, evidentes. Zeppelin, Hendrix, Beatles… Porque la banda no las evita: las usa como herramientas para conseguir un sonido que no califica como original, pero -sobre todo considerando que estamos hablando de un LP debut- está condenadamente cerca de serles propio. Nadie se atrevería a compararlos con Blur, por ejemplo, pero es innegable que Testify es hija orgullosa de Tender (coros gospel, en dosis mesuradas y geniales). Tales relaciones no les quitan mérito alguno. Todo lo contrario, no es fácil combinar en un mismo tema, por ejemplo, a Audioslave y a Lenny Kravitz (sí, leíste bien), como hacen en It Ain’t Easy.
Sus influencias de raza negra -el ya mencionado Kravitz, Prince o el maestro Marvin Gaye, por nombrar algunas- motivan también un marcado sentido pop, presente en buena parte de esta producción. A veces con pianos (Gravity), en otras invocando todas las etapas de Weezer en un sólo tema (Still In The Dark). Pero sin importar cuantos elementos ajenos se encuentre (o, digámoslo, se crean encontrar), siempre hay detalles que dan identidad a sus temas: cambios, acordes, tempos. Pequeñas sutilezas que hacen que aún sus momentos desafortunados -hay un par- puedan oírse sin muecas faciales de por medio. Mención especial en este rubro para su habilidad de mezclar cuerdas eléctricas y solos acústicos, tarea nunca fácil de ejecutar, en la que salen intactos. Una de tantas buenas señales en el debut de una agrupación con, ojalá, muy buen futuro.