Adalides del terrorismo sonoro y de las opíparas orgías ruidistas, Animal Collective presentan su octavo álbum en nueve años, amparándose en un título sumamente arquitectónico. Al igual que Frank Gehry, los de Baltimore han logrado llevar a cabo una sólida estructura que supera en conjunto a los ya míticos “Feels” y “Strawberry Jam”, mostrando una continua evolución disco tras disco. Una progresión imparable que les convierten en una de las bandas más a tener en cuenta de este final de década. Cincuenta y cinco minutos que componen una sinfonía puramente orgánica que echa por tierra los primerizos trabajos de advenedizos como Fuck Buttons o Pyramids. En este trabajo, Animal Collective se muestran más comedidos y más centrados en las voces y en las bases electrónicas que nunca. Aspectos que quedan reflejados en “My Girls”, una especie de “Peacebone” triturado, ralentizado y mezclado con unas percusiones y coros; en la inquietantemente sutil dupla central “Summertime Clothes” y “Daily Routine”; y que encuentran su sublimación en la marciana “Lion in a Coma” con diggeridoo de por medio. Un disco de marcado carácter optimista y aparentemente más liviano que los anteriores, pero también más hipnótico y evocador. Unos sentimientos que quedan patentes ya desde el primer momento, con la psicodélica portada. Todo un espectáculo visual a medio camino entre lo grotesco y lo fascinante (si es que no son sinónimos), que ha hecho que la edición en vinilo del disco se encarame en el Top 200 del Billboard americano.
Animal Collective "My Girls"