Puede que la idea no le simpatice a todos, especialmente a quienes practican el desprecio metódico al rock-pop nacional, pero Chile tiene bandas que forman parte de una primera línea. Una suerte de plana mayor cuyas figuras, sea por el motivo que sea, cuentan con los recursos para optimizar sus capacidades y producir trabajos de excelente factura dentro de los estándares locales. Alamedas es un miembro de ese envidiado círculo. Y en Carretera, su tercer disco, hacen gala de su status sin empacho alguno.
Además de la dupla líder de los recordados Solar (Alejandro Gómez y Ricardo Contesse), este álbum cuenta con los recién integrados Pierre De L’Herbe y Octavio Bascuñán. Un ex La Dolce Vita y un ex Upa! son los actuales encargados de la sección rítmica del cuarteto. Pese a los años de historia entrecruzados en su confección, esta placa de nueve canciones resulta ser el material más vigoroso y enérgico jamás editado por los santiaguinos, quienes ya desde el 2003 amenazaban con lograr lo que acaban de hacer: un elepé refulgente.
Carretera brilla con luces propias y prestadas. La aparición de Nicole, otro miembro del politburó, en ‘Flecha’ fortalece a un corte que se defiende por sí mismo (atención con el guiño a ‘Estrechez de Corazón’ en la letra) y lo suyo hace Harvey Jones de Picnic Kibun en ‘Agarra El Tiempo’. Mención aparte para la corajuda y arrojada ‘Mar de Dudas’, uno de los mejores momentos del inventario del grupo, quienes también presentan un atractivo disco extra con un concierto en El Huevo de Valparaíso. No se trata de ostentación, sino de poner las cosas en su lugar y aprovechar las oportunidades: Alamedas es una voz autorizada.