Luna llena en alto, Matucana 100 con la gente suficiente para la fiesta pero no tan repleto como para no poder bailar. Todo pintaba perfecto en la previa, mientras Alejandro Paz y Los Resentidos armaban el trance, con esa voz profunda que entrega el músico y vocalista. Ánimo casi en el peak, la siempre disfrutable euforia previa a ver a una banda de tu sobre-agrado, y la cuarta visita de Primal Scream en Chile es una realidad. Una que pudo ser mejor.
Primeras notas de ‘Slip Inside This House’. Entra Andrew Innes, Darrin Mooney toma su puesto en la batería, Martin Duffy se esconde tras las máquinas, y el siempre extrovertido regalón de la pose rockera, Bobby Gillespie, hace de las suyas en la primera canción que inaugura el nuevo encuentro.
Aplausos cerrados y expectación que fue creciendo con cada track. Recorrido por las tres décadas de carrera de la banda, con hincapié en el amadísimo Screamadelica, álbum que vistió a varios fanáticos que llegaron de punta en rojo a esperar a la agrupación que, tras el choque inicial de la emoción, empezó a resentir la falta de uno de sus integrantes.
¿Dónde está el bajo?, ¿por qué el bombo toma más protagonismo del que nos tienen acostumbrados?, ¿qué sucede realmente con todas estas pistas? Simone Butler, bajista de la formación, no estaba. Las cuerdas, esenciales en el trabajo de Primal Scream, estaban cojas. La música se intoxicó y desde Buenos Aires, donde tocaron el primero de marzo, hasta el REC de Concepción, en el que se presentaron gratis, los músicos tuvieron que enfrentarse al desafío de no tener una parte importantísima del sonido al que nos tienen prendados.
Por suerte hay hits. Y experiencia. Son una bomba de canciones reconocidas. Seguramente hasta sin Gillespie podrían salir adelante, sin mayores agujeros técnicos. ‘Kill All Hippies’, ‘Trippin’ on Your Love’, y ‘Higher Than the Sun’ son pedazos de la historia musical que vamos a querer escuchar siempre, que vamos a disfrutar aunque sea en un karaoke de mala muerte, pero eso no significa que el cuarto paso de los músicos haya quedado relegado a uno que podemos tildar como “mejorable”.
Cumplieron, por supuesto. Ya dijimos que siempre será un agrado escuchar ‘Some Velvet Morning’ en vivo, aunque sea en una versión country y aletargada. Al final, lo que nos mantuvo arriba fue la metralleta de frases pegotes que tiene Primal Scream para entregar. Se esforzaron -dentro de lo que se esfuerza una banda con tantos años encima- y lograron repuntar para armar una noche semi-perfecta de luna llena y frescor nocturno. El verano se despide, y con él, la prolijidad que tampoco nos corresponde exigirle a una agrupación tan mutable como esta.
‘Swastika Eyes’, ‘Loaded’, ‘Country Girl’, y ‘Rocks’ para cerrar. Sin Simone, a quien extrañamos durante las 14 canciones. Los más apurados y taquillas se desplazan a la parte de atrás de la explanada y el encore termina con la ilusión de que aparezca Butler un poco pasada de copas y nos grite que para ‘Come Together’ sí va a estar presente.
No pasó. Pero sí tuvimos luna, hits, músicos que intentaron salir airosos de este encuentro número cuatro, y las incontables invitaciones del vocalista a apoyar con las palmas como si eso hiciera peso a la falta de las cuerdas,. ‘Movin’ On Up’ cierra. Quedamos semi-conformes, como cuando vas a una fiesta esperando a la persona que te gusta y esta jamás llega. Pero lo pasamos bien. Es difícil pasarlo mal con Primal Scream. Aún así, nos seguimos preguntando en silencio ¿dónde está Simone Butler?.
Fotos: Claudia Jaime