Pascuala Ilabaca: “Me da mucha ilusión esta bohemia que se está construyendo desde la juventud”
Este viernes y domingo Pascuala Ilabaca y Fauna lanzarán en Santiago y Valparaíso su más reciente disco, Porteña. “Tiene que ver no sólo conmigo: la ciudad es porteña, la música es porteña, como adjetivo calificativo de todo lo que ocurre”, dice la compositora.
Empieza una mañana de lunes, sale el sol sobre Valparaíso y es un despertar especial para Pascuala Ilabaca, según ella misma comenta al conectarse desde su casa en el puerto, de vuelta de un viaje de algunos días a Beijing el 16 de octubre.
–Es la primera noche que duermo de corrido desde que salí desde Valpo a China. Entonces me desperté dichosa –dice–. Cien por ciento consciente de Valparaíso. Estaba añorando.
La añoranza sigue a Pascuala Ilabaca por más que ella lleve años dedicada a volver a puerto. Desde 2011 esta autora, compositora, cantante, pianista y acordeonista chilena emprende giras a Europa, donde ha actuado en espacios como la sala de música de cámara del teatro Berliner Philharmoniker o Filarmónica de Berlín (2014) y en el festival inglés Womad (2015).
A esos destinos agregó en 2023 cinco visitas a Estados Unidos y la mencionada primera incursión a China, para actuar en la grabación de un homenaje de la televisión nacional de ese país al pintor chileno José Venturelli. “Fue en el estudio más grande que he visto, con un cuerpo de baile, canté con un cantante chino… una experiencia inolvidable”, recuerda. Poco antes, en junio había dado nueve conciertos en escenarios de Chicago, Seattle, Portland, Provincetown y Nueva York, entre ellos el club SOB’s y la sede de la Americas Society en Manhattan.
–Al hacer giras a un territorio nuevo está toda la ilusión de darte a conocer en ese espacio –comenta Pascuala Ilabaca–. Hemos hecho veintitrés giras en España, por ejemplo, y siento que la prensa ya me conoce, ya han visto una trayectoria. El año pasado no fui a festivales sino a locales, donde convocaba a mi público, y fueron conciertos llenos. En Estados Unidos esta vez toqué en lugares como el SOB’s, donde emociona estar en un camarín por el que han pasado Amy Winehouse, Celia Cruz, Erykah Badu… Y al Americas Society invitamos a programadores y estaban las programadoras del Lincoln Center, que para mí es bacán porque quiero tocar ahí.
De los diez shows estadounidenses previstos uno fue cancelado, cuenta la artista, por causa de fuerza muy mayor. “Era el último, en un parque con un escenario precioso y pantallas con nuestros afiches gigantes, probamos sonido y sonaba increíble, y de repente avisaron ‘alerta de tornado a diez millas, todos a esconderse”. Después ‘alerta de tornado a treinta millas’. Y hubo que quedarse bajo techo, no pudimos tocar. Pero bueno, así es la vida también”.
Por la ventana al propio cerro
Por permanente que sea para Pascuala Ilabaca el retorno a Valparaíso, el de 2023 es en especial significativo porque es un regreso para presentar un disco cuyo título es manifestación de esa ciudadanía: Porteña.
–En esta búsqueda por entender el mundo y dialogar con otros lenguajes musicales siempre he estado saliendo. Y siempre me he sentido muy porteña en esos viajes –declara la autora–. Entonces cuando me quedé acá en la pandemia, sin poder salir, mirando por la ventana, también hubo un viaje interno. Y fue bonito decidir que ahora viniera el disco de Valpo, porque estuve dos años mirando al propio barrio, sintiendo qué música se escucha, qué pasa cuando había o no había fiesta, cuando la familia se quedaba encerrada con el toque de queda y se escuchaba el cerro.
“Vivo justo en una quebrada mirando de frente al cerro La Loma”, agrega la vecina Pascuala: “nos conocemos con los vecinos, he sido jurada de los concurso de canto que hacen en la calle todos los años. Cuando se me quemó el techo de la casa, en un segundo estaba todo el cerro del frente sacando los instrumentos. Entonces hay historia, hay una relación. En el video de ‘Lamenta la canela’ (de 2010) estoy mirando ese mismo cerro, ellos son protagonistas de ese video tan antiguo. Con esas mismas vecinas estamos todas trece años más viejas, los niños ahora son adultos. Volver a mirar esto, estar aquí, sacó este disco”.
Porteña es el décimo trabajo de la autora luego de su estreno como solista en Pascuala canta a Violeta (2008), al que siguieron los álbumes con su banda Fauna: Diablo rojo, diablo verde (2010), Busco paraíso (2012), el también solista Me saco el sombrero (2014), Rey Loj (2015) y El mito de la pérgola (2018). Desde entonces sus estrenos habían sido tres EPs: Amatoria (2020), como solista; Lucero (2022) y Alegriste (2023) junto a Fauna. “Cuando hice Busco paraíso me di cuenta de que había escrito cada una de esas canciones arriba de un transporte: un bote, una micro, un avión, en viaje, en búsqueda”, se acuerda. “Y todas las canciones que he sacado desde Amatoria en adelante han sido compuestas en Valparaíso”.
Si no hubiera sido por la Mon
De las ocho pistas que contiene Porteña, dos singles fueron lanzados con anticipación este año y son recreaciones de canciones originales del álbum Rey Loj (2015). Ambas son dúos ahora: ‘El perdón’ fue regrabada junto a Mon Laferte y ‘La mariposa’ es parte de una trilogía de cuecas compartida con la también porteña autora y cantante Mora Lucay.
—“El perdón” llega a parecer nueva, ¿quisieron reinventarla luego de la versión original?
—Lo que me motivaba cuando la compuse para el Rey Loj era la porfía de escribir un vals peruano y tocarlo como si lo hiciera para una película de Tim Burton, una cosa así. Aquí el ejercicio era al revés: una vez escribí un vals peruano que nunca sonó como un vals peruano, entonces devolvamos su origen a la canción, que es el mismo ejercicio con ‘La mariposa’.
—¿Mon Laferte era tu socia natural para cantarla?
—No existiría ‘El perdón’ en este disco si no hubiera sido por la Mon, porque cuando nos conocimos lo primero que me dijo fue “¡’El perdón’ es mi canción favorita!”. La invité a mi casa hace como cinco o seis años, vino con la guitarra y la cantamos al tiro. Le dije que me gustaba ‘La trenza’ y quedamos con estas canciones para colaborarnos cada vez que pudiéramos. Yo estaba de gira en Berlín cuando me invitó a cantarlas, después las cantamos en el Movistar Arena. Cuando fue el estallido (en 2019) y vino la Mon ya estábamos completamente amigas, organizamos conciertos para las presas de la cárcel en Valparaíso y para mis vecinas. Si yo volvía a grabar ‘El perdón’ tenía que ser con ella.
La compositora agrega otra coincidencia al respecto, esta vez en relación con la cantante limeña La Lá, invitada a una de las fechas de esta semana. “Para el lanzamiento en el (Teatro) Nescafé justo es la gira de La Lá, y vamos cantar juntas ‘El perdón’, hermoso. Cuando la Mon fue Perú invitó a La Lá a cantar con ella, y ahora vamos a cantar esa canción que ellas hicieron juntas. Entonces estamos haciendo ahí como una trenza bonita”.
*Foto: Valentina Palavecino
Un pintor y una vedette
“En este ir a buscar cosas hacia afuera para hacerme a mí misma, cuando uno está armando su estilo quiere diferenciarse”, comenta Pascuala Ilabaca a propósito de la trilogía de cuecas que contiene el disco: ‘La mariposa’, ‘Cueca a un pintor’ y ‘Manon Duncan’.
“Con lo que había aprendido de Osvaldo Cádiz y Margot Loyola sobre cómo se hace una cueca justo lo que quería era proponer algo diferente, mezclar todo lo que estaba aprendiendo, como un collage”, agrega. “Ahora fue el momento hacer unos boleros como son los boleros, unas comparsas de carnaval como las que se tocan acá en la calle, y cuecas con forma de cueca. Una es cueca larga, la cueca de la Manon”.
Aparte de ‘La mariposa’, las otras cuecas son dedicadas a artistas de Valparaíso: la bailarina y vedette Manon Duncan y el pintor Eduardo Mena, autor de murales en el puerto. “Imagino que en algún momento alguien va a empezar a pintar encima de esos dibujos, entonces tiene que haber una canción que hable de este pintor”, dice la autora. “Y la Manon era una vedette, era la reina del Bim Bam Bum, venía de una familia pituca pero se fue a la plaza Echaurren y eso era muy mal mirado. También sentí que había que contar y ensalzar esa historia”.
—¿Cómo se incorporó Mora Lucay a esas cuecas?
–Yo era fan de la Nati (Natalia Vásquez es Mora Lucay) desde que éramos compañeras en la universidad. Pensé al tiro en la Mora para cantar juntas esta cueca, le dije que estaba alucinada investigando la historia de una vedette, que había leído todas las entrevistas que hay en la página de la Biblioteca Nacional. Y me dice “Oh, ese nombre me suena mucho, porque ella era amiga de mi papá, él quería escribir un libro acerca de la Manon, no lo escribió y tengo todo el archivo en una caja de zapatos guardado”. El papá de la Mora, Eduardo Vásquez, era cantante de zarzuelas en Valparaíso, y ella tenía en su casa todos los recortes, las revistas, una foto del pasaporte de Manon Duncan, desnudos. A la Mora también esta cueca la conectó con su papá, fue como si él hubiera venido a invitarnos.
—¿Tenía que ser una cueca larga para contar la historia completa?
—Claro, tuvo que ser larga. Y además fue bonita nuestra historia, porque con la Mora cuando nos conocimos en la U (estudiaron composición en la Universidad Católica de Valparaíso) nos interesaba lo popular, teníamos algo con la raíz, en una escuela que era más contemporánea, docta, otro mundo. Me gustó en esta otra vuelta llamarnos y estar conectadas con eso.
De aquí para el futuro
Una de las canciones inéditas del nuevo disco es ‘Silencio en Valparaíso’, a dúo con Francisco Sazo, cantante del duradero grupo Congreso.
—Es el tema a raíz del toque de queda. Es un bolero: tenía que ser un bolero. Es el más cebollero de todo el disco –se ríe Pascuala–. A Pancho le encantó la canción, y para invitarlo y mandársela nos escribimos toda una correspondencia hermosa, como de cartas de amistades antiguas. Porque el Pancho escribe de un forma tan… cervantina, por decirlo de alguna manera, y ocupa palabras increíbles.
—¿Un ejemplo?
—Mira, por ejemplo cuando le mandé el bolero me respondió un mail que dice “Querida Pascuala: recibe toda mi alegría y mi corazón al escuchar tu bolero tan lindo y llorado. Agradezco de antemano que te empeñes en hacerme inmortal al invitarme a compartir tu obra de arte”. Imagínate. Y me dice: “Post data: envíame la dirección, que como tú bien sabes la memoria juega desde hace un tiempo con su hermano que se llama Olvido”.
—Eso último casi podría ser un verso de canción de Congreso.
—Sí, total.
—¿Y cómo llegaste a las guitarras de Martín Silva, Miguel Molina y Adrián “Yayo” Muñoz para el sonido de parte del disco?
—Hay una idealización de la nostalgia de este Valparaíso dorado, de esta época en que no existía la televisión y todo el mundo iba a las zarzuelas o las vedettes, mañana, tarde y noche, tres funciones diarias en muchos teatros. Y esta imagen tan romantizada del marinero con la prostituta es algo que, por ejemplo, también mi papá (el pintor Gonzalo Ilabaca) ha desarrollado mucho en su trabajo, siempre lo he tenido de primera mano. Pero desde lo contemporáneo también hay miradas críticas acerca de ese legado: la cocaína, la imaginaria relación entre el marinero y la prostituta… Esa relectura es súper importante en una ciudad patrimonial para preguntar qué tipo de bohemia construimos ahora. No es una oda, no quiero una melancolía de lo que fue y que tampoco sé si me hubiera gustado tanto vivirlo. Entonces me estimula mucho esta nueva generación de bolero que está saliendo.
“Martín Silva es una pieza fundamental”, continúa, “porque es el guitarrista que ha hecho los arreglos de muchas boleristas fantásticas como la Catalina Plaza y las Bordonas de Oro, la Milena Antonia que canta increíble, las Dúo Pajarito. Hay unas voces hermosas de boleristas y cuequeros que están saliendo, y me dan mucha ilusión hacia adelante, sobre esta bohemia que se está construyendo desde una juventud estudiosa, respetuosa, virtuosa y que está muy joven y muy limpia, muy linda. Esa también es la conexión con el futuro del bolero, no sólo en una mirada nostálgica, sino responsable de construir el patrimonio hacia adelante. Está en mí la motivación de escribir nuevos boleros que hablen de lo que está pasando ahora, de aquí para el futuro, no de aquí para el pasado”.
—Es un lenguaje que necesita experticia y ellos son virtuosos –concluye acerca del trío de guitarristas–. Tocan increíble, y con un respeto hacia mi obra como compositora que tal vez en el pasado no hubo hacia las mujeres de la bohemia. Es un respeto que se gana post revolución feminista de ahora, con otro sentido.
—¿De hecho es una declaración también el género en que está escrito el título del disco?
—Porteña, claro. Escribiendo el disco me pasó muchas veces que hablo de un Valparaíso en femenino, me doy cuenta de ese espíritu que tiene la ciudad. Si cierro los ojos me imagino a Valparaíso más como identidad de travesti, de disidencia. “Porteña” tiene que ver no sólo conmigo sino con la ciudad. La ciudad es porteña, la música es porteña, como adjetivo calificativo de todo lo que ocurre. Y me pasa eso de que nací en España (en Gerona), en un contexto que no me hizo ser española, porque nací con dos papás migrantes. Me pusieron un pasaporte que decía “apátrida”, imagínate el concepto, nunca tuve nacionalidad hasta que volvimos a Chile en el ‘88 para el plebiscito. Entonces cuando llegamos a Valparaíso tenía seis años, y fue la primera vez que tuvimos una casa y nos establecimos en un lugar en el que me quedé toda la vida. Porteña también tiene harto de reconocer cuál es mi lugar, además de hacer un homenaje a nuestra histórica Valparaísa.
Estrenos en vivo
En Santiago. Viernes 10 de noviembre, 20.00 horas. Teatro Nescafé de las Artes, Manuel Montt 032, Metro Manuel Montt, Santiago. $12.000 a $35.000, veinte por ciento de descuento para la Comunidad de las Artes, boletos en Ticketek y en la boletería del teatro.
En Valparaíso. Domingo 12 de noviembre, 19.00 horas, Teatro Municipal de Valparaíso, Uruguay 410, Valparaíso. Gratis, entrada por orden de llegada.