Un disco largo de esos que vale la pena escuchar como un viaje sin interrupciones. La carrera de Entrópica se ha destacado no sólo por estar a la cabeza de las decisiones técnicas, también por la perspectiva con la que ha entendido el pop, las corrientes electrónicas y los recursos que acompañan sus canciones.
Este, su séptimo disco de estudio, ya nos había presentado los sencillos ‘Monarca’ y ‘BB-Ciego’, dos buenas piezas para entender la vanguardia con la que la artista se posiciona frente al electropop; ahora ya podemos escuchar las 15 canciones que dan vida a Sigma, todas grabadas y producidas por la propia Entrópica en su estudio Narf, con la mezcla y el master de Pascal Coulon.
Sonidos nacidos en encierro que suenan a un bosque del que es difícil de salir: oscuro y húmedo, al mismo tiempo lleno de escondites en los que refugiarse ante la inmensidad. Sus imaginarios futuristas adquieren tonos mucho más punzantes y críticos, y aquellos ritmos que asociamos a la pista y el trance hoy se transforman en fragmentos que obligan a reflexionar sobre las diversas existencias que habitamos.
Con una serie de capas complejas y sampleos, Sigma termina siendo un collage de emociones y dolores pero también de pensamientos aterrizados que permiten desplazarnos a lugares más luminosos dentro de este bosque. Variado en estilos pero coherente en su todo. Escuchamos trap, hip hop y la electrónica más tradicional, mientras su relato no excluye romance, política, evolución. Un álbum que se logra ver, aún cuando sus estructuras pueden ser difíciles de identificar en lo más corriente. Desorden pensado que viene con colaboraciones de Nati Chuleta, C-Funk, Franz Mesko, Sofía Oportot, Lainus, Diego Vieytes, Karloz y Rip Txny.