La historia no es fácil, porque así lo ha querido Jimmy Alexander Valenzuela Rodríguez, ex pareja de Daniela González, más conocida en la música como Dulce y Agraz. El día miércoles 15 de noviembre, en plena semana de publicación de “Cuando ella habla, escucho la revolución”, la oriunda de Concepción se comunica con la directora de este medio, Javiera Tapia, para comentarle su experiencia de violencia.
“Lo conocí a los 16, cuando empezó a enviarme mensajes a mi fanpage con la excusa de necesitar unas respuestas relacionadas a su proyecto de título, con el tiempo él fue a Concepción, a un congreso de dramaturgia y nos juntamos. Desde ese día comenzó a manipularme psicológicamente, mis papás se dieron cuenta y trataron de alejarme de él, pero yo ya había desarrollado un apego muy grande. La relación que tuvimos fue súper tortuosa, Jimmy me manipulaba cada vez que quería separarme de él. Creé una especie de dependencia y creía que era la única persona en la que podía confiar, él ya se había encargado de ponerme en contra de cualquier persona que no aprobara nuestra relación”.
“En agosto del año pasado viajé a Santiago porque tenía una tocata en la SCD. Él vivía allá, en un edificio en Baquedano, así que siempre que viajaba a stgo me quedaba en su casa. La noche anterior a la tocata, fuimos a comer a Bellavista con amigo de Jimmy que vivía con él y mientras comíamos, empecé a conversar con su amigo. Jimmy cambió su actitud de inmediato y me empezó a tratar súper mal, llorando le preguntaba qué había hecho mal y él no respondía, solo me tironeaba de la mano para volver a su casa”.
“Llegando allá, las cosas se pusieron peores, mi mamá estaba preocupada, quería saber dónde estaba yo y Jimmy no me dejaba comunicarme con ella, tomaba mi celular y lo tiraba lejos. En mi desesperación le rogué que por favor me dejara llamar a mi hermano para que me fuera a buscar y él me agarraba los brazos y me tiraba a la cama, cuando trataba de levantarme me daba manotazos y me volvía a tirar. Empecé a tener un ataque de pánico y recién ahí accedió a dejarme llamar a alguien”.
“Durante toda la relación me insistía en cumplir requerimientos sexuales con los que yo nunca me sentía cómoda. A veces, me pedía tener relaciones con él más de dos o tres veces al día, e incluso cuando le decía que me dolía, me manipulaba diciéndome que nunca nos veíamos y que teníamos que aprovechar todas las instancias juntos. Cuando por fin logré separarme de él, me siguió buscando y acosando. Hasta el día de hoy sé que está al tanto de mi vida por lo que publico en las redes sociales de mi proyecto”.
El relato, publicado el 17 de noviembre en este medio, despertó la molestia del “actor, nómada, entregado a las artes de todo tipo, color y forma. Respirando al máximo, viviendo el proceso”, como se autodefine en su biografía de Twitter. Javiera Tapia no sólo recibió acoso por parte de los abusadores nombrados en las cinco partes del reportaje, también recibió amenazas e incluso un recurso de protección por derecho a la honra en contra de su persona y POTQ. El Director de la Compañía de Teatro Pandora, no contento con hostigar, abusar y violentar a Daniela, optó por escudar su actuar en la pésima justicia chilena y su inmunidad comenzó a quebrarse.
Enero 2018. Tapia se presentó junto a su abogada, Nicole Henríquez, para defender su trabajo y la importancia de este tipo de publicaciones, que durante finales de 2017 bien recibidas fueron por una chorrera de mujeres que jamás habían visto historias personales, similares a las suyas, expuestas en medios de comunicación. Es en febrero de este año en que el fallo se reveló: el recurso de protección en contra de Javiera fue rechazado por la Corte de Apelaciones de Santiago. Es en esta pasada, y gracias a la inteligencia y perspectiva de género de Nicole, que la Corte acepta como respuesta la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer de 1996, conocida como la Convención de Belém Do Pará.
La sentencia fue clara. “Los hechos que aborda el reportaje, narrados por la protagonista de esa historia, como puede advertirse presentan caracteres de delitos en contexto de violencia intrafamiliar, como es el maltrato habitual o lesiones en contexto de violencia intrafamiliar, y -por ende- involucran un interés público, sin perjuicio de su justeza y veracidad, motivo por lo cual el enfoque del recurrente es equivocado, ya que su objeción importa obstruir el ejercicio del periodismo y la libertad de información garantizada en el mismo texto constitucional que invoca el recurrente, pero que sin duda desconoce en sus alcances y ámbitos de protección”.
Nosotros, como medio, y Javiera Tapia, como periodista, tienen el derecho y la OBLIGACIÓN de informar y denunciar actos violentos en contra de las mujeres. No es al aire, no es una moda ni una tendencia, es la responsabilidad y el derecho de esta profesión. Aunque a los acosadores, violentadores, violadores y/o abusadores, les moleste.
Esto no para, porque Jimmy junto a su abogado Mariano Salas (DC que fimó carta para que el partido expulsara a Ricardo Rincón por denuncias de violencia intrafamiliar) apelaron la potente sentencia para hilar más fino: según Valenzuela y su defensor, los actos relatados por Daniela no constituyen delito, y por ende, no son de interés público. No sorprende que un maltratador se proteja en los vacíos de este país, en el que la violencia en el pololeo no se castiga con la misma vara que se hace al interior de un matrimonio. Para Jimmy, y para la justicia, un papel contractual es diferenciador clave entre violencia y su castigo legal. Y bueno, podríamos estar años escribiendo sobre la importancia de la Ley Antonia pero aún queda más de Jimmy.
El 28 de marzo llega una nueva respuesta: la sentencia fue confirmada en última instancia y POTQ abraza la victoria y el espaldarazo judicial que tanto se cuestionó en el mundo de la música. Nuestra profesión hizo uso de su deber y la Corte aprobó, haciendo oídos sordos a las pataletas del artista que tiene denuncias legales de otras dos mujeres, una de ellas por violación.
“Esto es importante. Es un precedente. Las mujeres podemos denunciar. Debemos denunciar. Y los y las periodistas debemos estar al servicio de esas denuncias”, escribió Javiera, pero el violentador de Dulce y Agraz no cesó.
Los recursos no sólo cayeron para este medio, también para la misma música, demandada por injurias y calumnias. Según Jimmy, las declaraciones son parte de la esfera privada (no) y la exposición de los detalles dañan su honra y reputación. El jueves 8 de marzo vivimos la primera audiencia, un día cargado simbólicamente que sirvió de instancia inicial para que Daniela volviera a reafirmar sus declaraciones a un juez. “Considero que mi ex es una persona violenta y que debe quedar ante la sociedad como lo que es, porque tuvo muchas oportunidades de retractarse pero no lo hizo, lo que demuestra que no ve que hizo daño”, declaró.
No queríamos más de esto pero la audiencia concluyó con la postergación hasta el juicio oral que se realizó ayer, 12 de junio. Una de las mañanas más frías del año sirvió de telón para la primera parte de la audiencia donde Jimmy aparece con nueva abogada, quien siguiendo con la línea de su defendido, expuso sus pruebas bajo violentos y básicos argumentos.
Según Gabriela Aras, las declaraciones emitidas en POQT, como pronunció ella, “afectaron gravemente la honra de mi representando, produciendo un grave daño en su reputación e incluso recibiendo amenazas en diversas redes sociales y en la misma página web en la que fueron publicadas estas declaraciones”. Así tal cual, una de las pruebas principales de Aras son los comentarios de nuestro reportaje.
“Dichas declaraciones que por cierto son falsas, tienen por objeto el desprestigio de su persona, manifestándose en ellas un claro ánimo de perjudicar a mi representado y por otra parte, también tienen un ánimo de impulsar su carrera musical, digamos, haciéndose famosa por tales dichos. Por todo ello y en consideración con el artículo 417 del código penal que establece qué son las injurias graves (…) en la querella que se interpuso se pide que la querellada sea sancionada y condenada por el delito de injuria graves con publicidad, en grado de consumados, en calidad de autor y por lo tanto se le aplique la pena correspondiente a la reclusión menor en su grado mínimo y una multa de 15 UTM”. Esta es una sanción que va desde 61 días a 540 días de presidio. En su tramo mínimo va desde 61 días a 301 días y en su tramo máximo va desde 302 días 540 días.
Así nada más, con liviandad, una profesional de la justicia nacional apunta a Daniela, presente en la misma sala, y expone a los cuatro vientos que ella, violentada, está armando un circo para hacerse famosa e impulsar sus carrera. Gabriela, lectores, Chile: ninguna mujer quiere ser conocida por ser abusada, porque ninguna quiere ser abusada.
La sesión continuó hoy, a las 13:00 horas en la sala 403 del Centro de Justicia. Tras re-comenzar el juicio por no haberse grabado la exposición de pruebas y réplicas, la defensa de Valenzuela mantuvo la línea del argumento básico y falto de sentido común, y por sobre todo, solidaridad de género. Porque para Gabriela poco importó que Daniela estuviese en esa sala, porque con liviandad cuestionó los sucesos y los aprovechó para desvirtuarlos a tal nivel que que en sus palabras, registradas por Muchacha, se sobrepone la “fama” del hombre por sobre la violencia vivida por Daniela.
“Todos esos actos, magistrado, son actos que en nuestra sociedad claramente son reprochados. Por lo tanto, evidentemente corresponden a imputaciones de vicios y faltas morales, cuyas consecuencias pueden perjudicar la honra de don Jimmy Valenzuela. Perjudican su fama, su crédito y sus intereses. Además, por la naturaleza de los hechos que se declaran, son tenidas como afrentosas en el ámbito público y, magistrado, especialmente, considerando el contexto en que fueron publicadas, considerando que mi representado es actor y director teatral, y por lo tanto, es una figura pública, son declaraciones injuriosas graves”. Textual. No le arreglamos los conectores ni tratamos de darle coherencia a la declaración, porque no encontramos ninguna lógica en ellas.
Que recibió 12 mil visitas en un solo día, que cuando las cosas se suben a Internet nunca más desaparecen, que Jimmy, el famoso, veía su vida derrumbada por haber hecho nada. En esa tónica se vivió el final del juicio oral, con intentos de descontextualizar todo lo posible para defender lo indefendible.
“En primer lugar, la periodista Javiera Tapia, deja en claro al comenzar la publicación que ‘este es un reportaje dividido en cinco partes sobre las diferentes violencias a las que las mujeres están expuestas en escenas-vinculadas-a la música’. Como se puede leer en el propio contenido de la publicación, Daniela González, en ningún momento hace referencia a actos o dichos cometidos en escenas vinculadas a la música, sino que en todo momento se refiere a supuestos actos cometidos en virtud de su relación amorosa, que mantenía con Jimmy Valenzuela”. Vamos a obviar que Daniela es cantante. Ok.
“Daniela González se aprovechó de un reportaje que tenía otro objetivo, que era hacer visible la violencia que existe a nivel profesional en el ámbito de la música, y se aprovechó de ese objeto para injuriar y perjudicar la honra de don Jimmy Valenzuela, contando supuestos hechos o declaraciones de su vida amorosa”.
Así que los trapitos se lavan en casa, hasta que te maten. Así funciona la mente de Gabriela, que sin pudor disparó paupérrimas frases en contra de Dulce y Agraz. En fin. Hoy Jimmy Valenzuela pierde ante la justicia por tercera vez. Hoy, Daniela recibe el abrazo no sólo de la justicia, también de cientos de mujeres que están leyendo esto y pueden decir “es mi derecho. Hablar es mi derecho. No me voy a callar. No ahora. Nunca más”.
Como medio seguimos estoicos en la defensa de los derechos y deberes que tenemos como periodistas, simples canales de información, dispuestos a evidenciar situaciones incorrectas, graves, violentas e ilegales al interior de nuestras sociedades. Hoy Dulce y Agraz duerme sabiendo, oficialmente, que ningún daño a la honra es tan significativo como el daño que vivió ella por parte de su pareja, Jimmy y Alexander Valenzuela Rodríguez.