A menudo, con demasiada frecuencia, se usa el término One Hit Wonder de manera peyorativa. Esos grupos o solistas que sólo tiene un éxito reconocible que eclipsó el resto de su carrera. Pero mucho mejor eso que ser un No One Hit Wonder, ¿no?.
Es el caso de The Records. Un grupo inglés de powerpop que durante la explosión de la new wave británica debutaron con una canción tan perfecta que, necesariamente, todo lo que viniera después no iba a estar a la altura. Esa canción es ‘Starry Eyes’.
Formados de las cenizas de The Kursaal Flyers, por el baterista Will Birch y por el guitarrista y John Wicks a la guitarra. Entre ambos se repartían las labores compositivas y tras presentarse en bares y pubs con una formación que incluía a Phil Brown y a Brian Alterman, que fue rápidamente sustituido por Huw Gower, poco después fichan por la todopoderosa Virgin Records.
Con influencias nada disimuladas de bandas como The Byrds o Big Star, debutan de la mejor manera posible, con el single Starry Eyes que les consigue una efímera fama. Según el portal Allmusic, Starry Eyes es “una canción casi perfecta que define el power pop inglés de los 70”. Una canción a la altura de otros hitos de la música de esos años como ‘September Gurls’ de Big Star, ‘I Saw the Light’ de Todd Rundgren o ‘Echo Beach’ de Martha and The Muffins.
Tras el single viene su primer disco, Shades in Bed, que contiene otro pequeño éxito ‘Teenarama’. Un buen disco que vive de las rentas de esos dos hits, pero que no será replicado ni en calidad ni en éxito por los siguientes trabajos Crashes y Music on Both Sides, separándose en 1982.
Años después, el propio John Wicks, que se mudó a vivir a Estados Unidos, giró bajo el nombre de la banda, algo a lo que ya estamos acostumbrados en el mundo del rock. ‘Starry Eyes’ se convirtió con el paso de los años en una canción que es símbolo de una época y que retiene su emoción juvenil intacta. Wicks murió en Burbank, California el 7 de octubre.