Sin control, ni dirección. La carrera de Tim Burton sigue esas desafortunadas directrices y lleva ya varios años rondando demasiado el abismo artístico. O lo que es peor, el aplauso hollywoodiense. La luz se fue, hace tiempo. Sweeney Todds, Big Fishes y mucho merchandising pseudogótico casi nos han hecho olvidar algunos momentos notables de su filmografía. Su nueva víctima ha sido Alice. No Cooper, sino la niña terrible de Lewis Carroll.
Por si las primeras imágenes del filme no nos habían traumatizado bastante, el pánico cundió cuando se dio a conocer la selección de artistas que participarían en la banda sonora. ¿Cómo imaginarse a Alice bailando al son de Avril Lavigne? ¿O al conejo blanco huyendo con Tokio Hotel como acompañamiento? Una cosa es destrozar "El planeta de los simios" y otra muy distinta escupir a la cara de una menor. Si esta menor es un icono mundial, peor que peor.
¿Quiénes son los encargados de solventar este desafortunado desaguisado? La respuesta no llega casi hasta el final del álbum. Wolfmother y su "Fell Down a Hole" aportan su toque habitual y desentonan claramente entre la mediocridad de este álbum. Interesante también es "Very Good Advice" de un entonado Robert Smith y una solvente (y muy edulcorada) cover de "White Rabbit" de la mano de Grace Potter and the Nocturnals. Pero el gran triunfo del álbum viene de la mano de Franz Ferdinand. La cadencia y declamación 100% British de Alex Kapranos encaja a la perfección con la loca cantinela de "The Lobster Quadrille" (uno de los momentos más celebrados y surrealistas del universo carrolliano).
Aunque el disco ya esté entre nosotros, el espanto cinematográfico llegará en unos días. Que Alice Lidell nos coja confesados.