Las dos machadas más grandes que se han escrito estos meses sobre el cine estadounidense han sido sobre las dos grandes favoritas para los Oscars. De “Avatar” se ha dicho que ha “revolucionado el concepto de cine” y de “The hurt Locker” que es la “Apocalypse Now de Irak“. De la primera… ya he despotricado bastante y no puedo sino rendirme ante la segunda afirmación. La cinta de Kathryn Bigelow es un film perfecto. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a aplaudir una película bélica? La razón es muy simple. “The Hurt Locker” no es un film de guerra sino un portentoso tour de force a la contienda de Irak.
Ni la sandez de Sam Mendes en “Jarhead”, ni el bodrio heroico de “Save Private Ryan”, ni mucho menos el bodrio de “Redacted” de Brian de Palma. El retrato de Bigelow (¿quién decía que no había que dejar a las mujeres dirigir?) es la mejor crónica que se ha escrito sobre un conflicto bélico post-II Guerra Mundial.
Realista y verista a más no poder, “The Hurt Locker” nos muestra las últimas semanas de un grupo de artificieros estadounidenses. Como si de un vídeo doméstico se tratase, vemos como los soldados escuchan música, se emborrachan, toman zumos, bromean con los niños,… y lloran. Como observadores de lujo, conocemos de primera mano la creciente aparición de la paranoia entre el ejército ocupante estadounidense. La confirmación de Irak como la nueva Vietnam.
Bigelow logra lo imposible en la matería de película de guerra, logrando combinar la acción con una poética cinematográfica de primera. Su ejercicio fílmico haría sonrojarse a la pretenciosa “The Thin Red Line” y sus manierismos pseudo-oníricos (Malick, eres basura). Recurrir a actores desconocidos como protagonistas y un elenco de reputados secundarios es una táctica que funciona a la perfección en “The Hurt Locker”. Destaca especialmente el pequeño papel del siempre eficiente Ralph Fiennes, como miembro del ejército británico, y de Evangeline Lilly (que con guiño a “Lost” o no, sale todo el rato con un niño pequeño).
Caso aparte es la maestría con que se ha rodado el film. Bigelow no confunde en ningún momento la cotidianeidad de los actos que recoge con imágenes movidas. La fotografía del film es impecable y espectacular. Tampoco busca falsa emotividad con la música (casi no aparece, cosa que se agradece en un film como estos).
Bigelow logra lo imposible, que empaticemos con todos y cada uno de los miembros de la tropa estadounidense. Descarnao la naturalidad del drama de no-saber reconocer una víctima. El “todos parecen iguales”, la misma cantinela de los amarillos de los tiempos de Vietnam. Ni buenos, ni malos. Sólo seres humanos tremendamente equivocados (¿o no?). Todo resumido a la perfección en la ducha vestido de Jeremy Renner. Esa escena, y la del supermercado ante los cereales son de Oscar.
Esos premios deberían rendirse a la grandeza de Bigelow y convertirla en la primera mujer ganadora como mejor dirección. “El horror tiene rostro” y Bigelow nos lo ha mostrado a la perfección. Con mucha diferencia la mejor película estadounidense del año y una de las experiencias fílmicas más impactantes de la década.
ES-PEC-TA-CU-LAR
“THE HURT LOCKER”
GANADORA EN 6 CATEGORÍAS
Mejor Película
Mejor Director – Kathryn Bigelow
Mejor Guión Original
Mejor Edición
Mejor Edición de Sonido
Mejor Mezcla de Sonido