Para su película más épica (y mira que era difícil superar la grandiosidad de Magnolia), Paul Thomas Anderson sustituye al compositor habitual de sus últimas dos obras, Jon Brion, por Jonny Greenwood. El genio de Radiohead rompe con las estructuras de los scores hollywoodienses entregándonos una obra magna y compacta con claras reminiscencias de la música clásica pero con un halo de arrolladora modernidad. Tras Bodysong y sus trabajos para la BBC, el multi-instrumentista logra crear una atmósfera musical que casa a la perfección con el espíritu del cine de Anderson; cobrando una especial importancia en los primeros minutos y en el episodio de la sordera del hijo (una de las escenas que deberá pasar a la Historia del Cine). Composiciones agobiantes y oscurantistas basadas en la sección de cuerda (genial interpretación de Anne-Sophie Mutter) y en las hipnóticas Ondas Martenot. Estaríamos ante una clara partitura oscarizable, sino fuese por la timorata academia hollywoodiense que se escuda en que no es elegible para el galardón ya que no todos los temas han sido compuestos expresamente para la película (la inclusión de motivos del tema Convergence de Bodysong es el motivo más probable). Un Jonny Greenwood a la altura de la dirección de Paul Thomas Anderson y de las magistrales interpretaciones de Daniel Day-Lewis y Paul Dano. Un verdadero placer.
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