ACLARACIÓN: Comentario contiene algunos spoilers menores.
Difícil abarcar Inglourious Basterds. Sería pretensioso, o bien, estúpido ponerse por encima de la nueva obrita de Quentin Tarantino, porque somos sencillamente inferiores. No hay otra que alabarla.
Destapemos la olla, ¿cuáles son los ingredientes? esa vitalidad intensa en cada aspecto y en cada personaje de la filmografía tarantinesca, energía que para el bien de nuestro entretenimiento, ha sido integrada en una comedia negra sobre la Segunda Guerra Mundial, en este manojo de brutos que hacen del asesinato de nazis una práctica deportiva. Ese carácter enfático dispuesto esta vez en no muchas locaciones, en un estilo dialogado, que alternado con algunos perfectos momentos de violencia, nos hacen sospechar una evolución a partir de Death Proof.
Son personajes vívidos, que dan pie a la especialidad oficial de su director, insisto con lo de los diálogos: los mejores que el cine puede entregar, y entretenimiento en su estado más puro, entretenimiento sobre cualquier convención moral, entretenimiento a partir del más cruel de los sadismos, entretenimiento tan políticamente incorrecto, que el disfrutarlo casi duele. Los mismos Basterds se refieren a la violencia como espectáculo: "Frankly, watchin’ Donny beat Nazis to death is the closest we ever get to goin’ to the movies" palabras con las que Aldo Raine se refiere a Donny Donowitz, alias “The Bear Jew”, aficionado a reventar cráneos alemanes con su bat de béisbol.
Los Basterds son ocho. Unos judíos feos comandados por ésta ya mencionada caricatura militar, el teniente Aldo Raine: Brad Pitt con cicatriz en el cuello, barbilla prominente y acento yankee, empeñoso en su misión de masacrar y mutilar nazis. La película se divide en tres flancos, y uno de ellos va protagonizado por este bruto hillbilly… ¿Qué? ¿Tres flancos?…
Exacto. Ésto no trata exclusivamente sobre una misión suicida. Inglourious Basterds es la desestructuración en cinco capítulos de lo que Tarantino llama “a bunch of guys on a mission movie”, subgénero bélico que finalmente es sólo un aspecto de la cinta, lo que en absoluto conduce a la decepción, pero hablemos de Adolf Hitler:
El Hitler de éste súper estreno es un hombre bajito de cara roja, ridiculizado de modo similar al de los dibujos animados antinazis facturados por Walt Disney y la Warner Brothers a principios de los cuarenta, propaganda bélica para niños, y pese a lo deliciosa que resulta su aparición, no es más que un cameo, pues el antagonista oficial, señores, se llama Hans Landa, y es el más llamativo de los personajes que Tarantino pone en vitrina, un refinado Sherlock Holmes nazi, políglota cazador de judíos que se traga la película con sus afilados interrogatorios y el carismático cinismo con el que lo interpreta Christoper Waltz.
Un segundo flanco de la película está protagonizado por este Hans Landa.
¿Y quién protagoniza el tercero? Shosanna, una muchachita judía dueña de un cine, sobreviviente de alguna masacre familiar responsabilidad de nuestro elocuente antagonista, y a la Kill Bill, sedienta de venganza. Trivia: Shosanna comparte doble de acción con la Uma Thurman, se trata de la acrobática Zöe Bell de la segunda mitad de Death Proof.
Estamos ante un ensayo sobre el cine de propaganda, un rescate del legado fílmico de la Alemania Nazi y una disección de su funcionamiento, maquinaria operada por Goebbels. Justamente es labor de los Bastardos Sin Gloria hacer explotar una elegante Avant-Premiere de su organización, lugar de encuentro de nuestros tres flancos.
Me interrumpo: Inglorious Basterds no es un Spaghetti Western ni nunca lo ha sido, no le crean a quién lo diga. El Spaghetti Western está ahí, en el primer capítulo, en algunos temas de la banda sonora, sin embargo no es más que un ingrediente, más textural que estructural. Y lo que pasa con su uso no deja de ser interesante, Tarantino reformula su utilización del género y hace algo distinto a lo que hizo con Kill-Bill, conciente de que repetirse hubiese sido un error. Este sujeto sigue aprendiendo, mutando, transformándose y mejorando, y su película nos sorprende desde el trailer a la sala de cine y de secuencia en secuencia. Las expectativas no hunden a Inglourious Basterds. Sencillamente no es lo que se tiene en mente. Es otra cosa.
A modo de cierre: Aldo Raine no suele dejar sobrevivientes, y si bien hay excepciones, no deben regresar intactos a sus hogares. Es hora entonces de que el teniente saque su navaja e inspirado, les marque una suástica a los nazis en la frente, en caso que decidan guardar su uniformes en el closet. "You know, Lieutenant, you’re getting pretty good at that." le dice Donowitz, es un arte que su superior ha ido perfeccionando. "I think this might just be my masterpiece." dice Aldo más adelante en la película, logrando con un soberbio uso del cuchillo, la suástica perfecta. ¿Habla el director a través del personaje? No necesariamente, pero podríamos hacer un paralelo con el perfeccionamiento del director detrás de los diálogos, o bien, suponer algún misterioso discurso sobre la estetización de la violencia.