El gran torino de Clint Eastwood
Una buena manera de distinguir el cine clásico de uno de corte más artístico, es referirse a él como un cine al cual el realizador se enfrenta sin mayores pretensiones estilísticas ni formales, utilizando una historia de corte también clásico (es decir con las disposiciones formales de ese tipo de guiones), y fotografiada y montada con el propósito de no delatar su condición de tal. En otras palabras, cuando uno está viendo una película de cine clásico no se distrae por un movimiento de cámara extraño o un corte demasiado brusco, como tampoco por una historia contada en fragmentos o de atrás para adelante, por poner cualquier ejemplo; porque la idea es que uno no se de cuenta de que está viendo una película. El Gran Torino responde a cabalidad a ese género, y ese en ningún caso es su problema, sino que su virtud.
A grandes rasgos, el film cuenta la historia de Walt Kowalski, un viejo veterano de guerra que acaba de enviudar. Dicha situación, es en parte el motivo que lo debe enfrentar a una serie de aspectos que verdaderamente lo desagradan: un par de hijos interesados con los que mantiene una distante relación, un joven sacerdote empeñado en conseguir su confesión (así se lo prometió a la esposa de Kowalski) y un barrio lleno de vecinos orientales de los mismos que tanto aprendió a odiar en la guerra. Kowalski se enfrenta a todo esto con la frialdad, el racismo y la agresividad de un hombre duro, capaz de ser lo suficientemente violento para desafiar a un grupo de pandilleros que amenazan la tranquilidad de sus vecinos orientales, como para rechazar el contacto con esos mismos agradecidos vecinos. Sin embargo este personaje tosco y solitario, irá aprendiendo a vencer sus tapujos y a acercarse a quienes lo rodean. Fundamentalmente en esos preceptos se mueve la película, siempre fiel a la marca de su autor.
Con largos momentos de un inesperado humor, El gran Torino da la impresión de ser una película realizada con cariño y honestidad, y es por eso mismo que su clasicismo se hace creíble y sincero. Por eso también no es necesario hacerle otras exigencias, porque ésta da la impresión de ser una película clásica hecha desde alguien que conoce verdaderamente el género, y no desde alguien que simplemente está usando una fórmula.