El viaje del héroe, como lo describe Joseph Campbell, es la búsqueda del protagonista por reestablecer el orden, por conseguir ese elemento que le faltaba para retornar al mundo del cual había salido porque había una carencia, algo que recuperar. Con la modernidad, el héroe comienza a llenarse de fracasos. De hecho llega a un punto donde ni siquiera la posibilidad de salvación está dada, como en La Metamorfosis de Kafka o en El Extranjero de Camus.
Rabia, y el viaje de su protagonista responde a ese fracaso: Una mujer de 25 años que pasa casi toda la película buscando trabajo para reestablecer el orden de su vida y de su núcleo familiar, y quizás en otras palabras conseguir la felicidad personal que le puede dar la estabilidad económica, seguirá inmersa en su frustración. La consecución de la carencia se convierte en un elemento de mayor encarcelamiento y fracaso, porque en el fondo se logra suplir la necesidad económica, pero no la espiritual. Es una película que tiene como gran referente a Aki Kaurismäki, y que como el director finlandés tiene un humor poco evidente y extrovertido. La ausencia de música se hace completamente provechosa. La extensión de los planos y las escenas traducen una búsqueda intensa de momentos identificables e incómodos, muy bien complementados por actuaciones sólidas y naturalistas, donde los personajes no sólo transmiten con sus diálogos sino que también con su corporalidad y gestualidad; así el mundo interior de la protagonista se va construyendo por quienes la rodean circunstancialmente. Todo ello hace que Rabia sea una película que dice más por lo que omite que por lo que dice, por una rabia contenida.
Video: Trailer "Rabia"
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