Tras una larga e incómoda espera, por fin se abrieron las puertas de la nueva sala de conciertos Coliseo Santiago, ubicada en el corazón de la ciudad. El ex templo funcionó de maravilla para un show que calzó perfecto para la inauguración, pero que si se hila fino, pudo haber sido más. Los encargados de tal misión fueron Alex Anwandter junto a Javiera Mena, y los estadounidenses de Capital Cities, anotándose una nueva visita al país.
Los fuegos se iniciaron con la presencia de Alex Anwandter y una fina selección de hits, que hicieron mover hasta el más tieso. El ex Teleradio Donoso demostró con jerarquía el excelente momento por el que está pasando y subiendo la vara lo más alto posible para lo que restaba en una jornada cargada a los sonidos sintéticos. Con puntualidad (20 horas) Alex iniciaba la procesión con ‘Bailar y Llorar’, ante un público que no conectó mayormente a lo largo de toda la presentación, exceptuando algunos pasajes. Así pasaron cortes como ‘Siempre Es Viernes en Mi Corazón’, ‘Casa Latina’, o ‘Tatuaje’, en un verdadero paseo por casi toda la discografía del músico.
Los puntos más altos vinieron de la mano, precisamente, con las canciones más coreadas por el público: ‘Eras Mi Persona Favorita’, ‘Cómo Puedes Vivir Contigo Mismo’ y ‘Amar en el Campo’, llevándose la ovación del respetable, que a pesar de no ser su público objetivo, se logró romper el hielo entre ambos y que dejó a Alex muy contento de cantar sus canciones en el ex templo religioso.
Con un par de minutos más tarde de lo pactado, vendría el turno de la reina del pop nacional, Javiera Mena, con una puesta en escena del más alto nivel. Mena no escatima en gastos y produce un show magnificente, en donde el más mínimo detalle calza perfecto en la precisa ejecución de la cantante, desde la excelente coreografía en ‘Pide’, hasta los sonidos más house en ‘Hasta La verdad’. Así las luces titilaban al ritmo de los secuenciadores cerrando su presentación con ‘Luz de Piedra de Luna’, con una cerrada ovación de un Coliseo repleto.
Anwandter y Mena se perfilan como artistas superlativos, su arrastre es innegable y para qué decir de sus shows, dignos de pararse frente a frente a espectáculos de nivel mundial. La elección como teloneros de Capital Cities rellenó un puzzle, al que le faltaron piezas por parte del número principal.
El plato fuerte de la velada llegó 20 minutos tarde, pero eso dio lo mismo porque la gente quería bailar y disfrutar del pop de los californianos. Los gritos se desataron con la presencia de Sebu Simonian y Ryan Merchant quienes repasaron parte de su exitoso y único disco a la fecha In a Tidal Wave of Mistery (2013), junto a covers y material de su próximo y eventual larga duración.
El dúo gozaba como nadie su show, sobre todo Simonian quien se mostró agradecido de la respuesta del público chileno a lo largo del concierto. Canciones como la correcta ‘Space’ o el jugado cover a ‘Breathe’ de Pink Floyd, ponían a bailar a un público extremadamente heterogéneo, desde padres con sus hijas, pasando por adultos jóvenes ternoafeteroffice, hasta ABC1. Como sacados del comercial más elitista, los jóvenes gritaban, alzaban sus celulares para el mejor ángulo y disfrutaban de (la única canción que se sabían, junto a ‘Safe and Sound’) ‘Kangaroo Court’, dejando al trompetista como atracción principal de la canción.
El público en completo éxtasis se hacía partícipe del show junto a la coreografía de ‘Center Stage’, para luego calmar y recobrar las fuerzas con ‘River Phoenix’ y ‘Vowels’, adelantos de lo que será el segundo trabajo de estudio de Capital Cities. La parte final del show estuvo a cargo de ‘I Sold My Bed, But Not My Stereo’ y la locura automática de ‘Safe and Sound’, cerrando así la primera parte del show. Tras un breve receso, Merchant, Simonian y compañía regresaban a escena para continuar la fiesta junto a los covers ‘Nothing Compares 2 U’ de Prince y ‘Holiday’ de Madonna, dejando caer el telón definitivamente con el Cash Cash Remix de ‘Safe and Sound’.
A pesar de lo vacío e insulso que puede resultar la propuesta de Capital Cities, su cometido pudo llegar a cabo gracias al trabajo no menor de su banda de soporte y al gran apoyo de un público random, muy similar a lo que podemos ver en eventos top como Lollapalooza. El Coliseo Santiago aprobó con creces su inauguración, de la mano de un público que pareciese no importarle tanto la banda que está al frente, con tal de obtener la mejor selfie y el mejor filtro de Snapchat, el éxtasis del baile y de escuchar el single más pegajoso hacen de la fiesta la mejor postal de una revista de papel couché. Un show para ver y olvidar, no para odiar.