El día miércoles Ariana Grande tocó en Chile. Se presentó en el Movistar Arena frente a 12 mil personas. Al día siguiente, por supuesto, aparecieron las crónicas del concierto en diferentes medios. Llegué a la de La Tercera y me llamó mucho la atención lo que ahí se relataba. Una vez más, vi que me enfrentaba a leer un texto en el que se valoraba un proyecto musical en base al grupo etario y sexo de su audiencia, además de una avalancha de prejuicios respecto al pop.
“Lo que cabe es una pantalla gigante de alta definición y un DJ que frasea hip hop, baila y envalentona a las 12 mil jovencitas de distintas edades -desde pequeñitas hasta algunas que probablemente este año supieron de mechoneos-(…) El tipo de las tornamesas suple a una banda completa, la clase de detalles que a esta categoría de audiencia le importa poco y nada. Las chicas quieren divertirse y ver de cerca a la pequeña Ariana, menudita, coqueta (…)”, fueron unas de las primeras ideas que me hicieron pensar en una reflexión triste: si ya no te gusta escribir de música, no lo hagas o, si vas a insistir en hacerlo, intenta que no se note.
Inmediatamente después, me contacté con personas que asistieron al concierto de Ariana para hablar de ella, del espectáculo que dio y de su música. Para hablar de pop. Quizás también como una manera de saber si esta idea de pensar que esta reseña fue escrita con absoluto desdén, estaba equivocada.
Así, llegué a conversar con Francisca Sanhueza, una chica de 18 años que estudia pedagogía en música, le gusta Fifth Harmony, M5, Britney y Madonna. Ella administra el sitio Ariana Grande Chile, que tiene más de 16 mil seguidores en Facebook. Esto vendría a ser la forma millenial de presidir fan clubs ¿Qué te pareció el concierto de Ariana?, pregunté. “Ella se presentó sin banda (que es una gran banda a todo esto, pues no sólo tiene guitarrista, bajista o baterista, también hay violinistas y otros instrumentos). No le tomamos mucha importancia, porque sabíamos que en las fechas agendadas en Latinoamérica el formato era otro. La verdad, desconozco la razón, pero esas son cosas que suelen pasar, que a veces los artistas no llegan con todo”, opinaba Francisca.
Lo que a veces pasa, es que se contrata el “plan más básico”, por así decirlo, a causa de los presupuestos que manejan las productoras, le respondí. Pero ¿qué es lo que te gusta a ti de lo que ofrece Ariana Grande? “Me gusta porque la encuentro diferente el típico pop de “plástico” que suelen hacer muchos artistas que están en el mismo género. Ariana rescata sonidos antiguos, nuevos y logra unirlos de una manera en la que logra resaltar, porque se nota que tiene su propio estilo. Es en muy partícipe de la producción de su música, no como otros artistas que les escriben las canciones y ellos solo las cantan, sin dar siquiera una opinión respecto. Ella puede grabar un tema cien veces y si no le gusta cómo suena o siente que no es algo que haría ella, lo sigue grabando hasta quedar 100% satisfecha”.
Eso es lo que pasó con su primer disco, Yours Truly. Fue un álbum en el que comenzó a trabajar tres años antes de su lanzamiento, en el 2010. Meses previos a publicarlo, se reunió con su disquera y se mostró insatisfecha con el resultado y el camino que estaba siguiendo el proyecto. Dijo que no estaba interesada en seguir por ese tipo de sonidos y que lo que ella quería hacer era más cercano a la música con la que había crecido, el pop noventero. Por lo tanto, los conceptos que quedaron en ese disco, se resumen en la inspiración en artistas como Amy Winehouse, Christina Aguilera y Whitney Houston, entre otras; junto a otras estructuras que ella sentía que eran más nuevas y refrescantes.
Pablo Muñoz, una de las mitades del dúo productor De Janeiros, también asistió al concierto. Es fan. Le pregunté qué le había parecido el show y también, qué pensaba de esta reseña. “Primero que nada, no leas La Tercera, ni menos a Marcelo Contreras, no sé qué pretendes. Segundo, no sé si son sus canciones, no sé si las compone, si las produce, o cuánto de ella hay en la música además de su interpretación. No tengo idea. Puede que sea mucho, como puede que no. Probablemente, a medida que vaya creciendo será más. Tercero, lo que me gusta es cómo ocupa su voz. Claramente, su instrumento es la voz y en eso está perfecto, muuuuy perfecto. Además, tiene como cuatro canciones que son la zorra a nivel de producción y composición”.
Y en cuanto a esa idea en la que se desliza que a este tipo de audiencia le da lo mismo la música y que de alguna manera todo esto tiene menos valor, porque hay un dj y no una banda completa ¿Qué piensas? “Primero, no sé si ocupan tornamesas o esos controladores que parecen tornamesas. Más bien, me parece que era un computador con una base. El loco que la manejaba, también bailaba y rapeaba. La verdad, quizás con otros cantantes hubiera echado de menos más músicos, pero creo que la pulcritud que le dio la base grabada al sonido, sobretodo en un lugar con tanta reverberancia, me pareció perfecto y ayudó a sacar su voz más adelante, que era lo que más me importaba ver y escuchar”, explica Muñoz.
“Y qué tanta hueá las bases, el hip hop o el electro pop han funcionado toda la vida con bases y nadie anda echando de menos a los músicos. Visualmente, hace que se vea un poco más pobre, es cierto, pero para eso son las visuales, las luces y los diez bailarines, todo bien con eso. Tampoco fue el show de mi vida del pop, he visto a Timberlake, Beyoncé y Pharrell con músicos y ha sido impresionante… y de seguro hay muchas cosas grabadas ahí también. Generalmente, en este tipo de espectáculos, los músicos de soporte tienen un rol más visual y de refuerzo a la base, que algo imprescindible en el sonido ¿Se entiende? Es como una suma a la base, para dar vida a algo que lo grabado no tiene. El pop post 2000 es muy del hip hop más que en otras épocas, donde los músicos era tan imprescindibles. Ahora si al público no le importa, no sé si le debiera importar… asistieron a ver a la mina y ella hizo lo que tenía que hacer. Sonó bien, se escuchó bien. Yo creo que lo que sí le importa a la audiencia es que le cobren esas entradas de cien lucas y no poder ver bien porque otros hueones se paran arriba de las sillas”.
¿Te sentiste un margen de error por no haber sido parte de esas 12 mil jovencitas de distintas edades -desde pequeñitas hasta algunas que probablemente este año supieros de mechoneos? “Vi pocos heterosexuales sobre los 30 años que no hayan ido con su hijo. Si esa es tu pregunta, sí, probablemente fui medio un margen de error. Lo pasé bien, lo pasé la raja. Francisca piensa lo contrario en cuanto a la audiencia y va un poco más allá, por estar involucrada dentro del fan club. “Habían muchos hombres en el concierto. Y además, a mí me ha tocado ver en las juntas que hacemos como fan club eso. A veces van más hombres que mujeres, lo que demuestra que es un total prejuicio”.
Lo que todos tenemos muy claro, es que Ariana Grande es una voz. Lo demuestra en sus singles y también en invitaciones a programas donde juega con ella e impacta a todos. Ella es instrumentista y el instrumento está dentro de su cuerpo. En La Tercera se le acusaba de quedar sólo en la pirueta. De ser una voz sin carácter. “No sé si Mariah o Aguilera tenían tanto carácter a la edad que tiene Ariana. Yo creo que eso es algo que se va construyendo y perfeccionando con la edad. No sé si Aguilera en ‘Genio en la botella’ le había impreso tanto carácter a su música. Y para qué andamos con hueás, esa fue la mejor Aguilera. Lo que sí te puedo decir es que me hubiera gustado ver a Mariah en vivo a sus veinte, y a Aguilera también, probablemente más que ahora. Y por eso fui, por puede o puede que no haber sido algo histórico. Aparte, anoche Ariana hizo un par de modulaciones de tono de impactantes, sin ningún pie dado por la melodía, y eso por sí solo vale la entrada”, explica Pablo.
Que se mire con nariz de asco al pop mainstream no es ninguna novedad, pero creo que por respeto a la música incluso antes de enfrentarse a una página de Word en blanco es necesario preguntarse ¿están esas doce mil personas equivocadas? ¿Por qué están ahí? No como una medición de calidad automática, sino sobre qué es lo que provoca la reunión de esta audiencia masiva en torno a cierta música ¿Qué es lo que existe en esa relación hit de campamento de productores, cantante talentosa y las vidas de estas personas? ¿Por qué a veces es tan fácil olvidar la dimensión de sensiblidad a la que nos enfrentamos cuando hablamos de música? Pablo Schanton y ‘la canción del perro’ lo explicaba muy bien, hace algunas semanas. Punto aparte, ¿de verdad “las canciones de Ariana Grande adolecen de coros gancheros”, como dice el autor del texto? ¿Dónde dejamos ‘Problem’?
“Siempre se ha dicho que el pop masivo es música plástica. Que no tiene nada hecho en vivo, sus conciertos son a base de pistas y que su afinación y voz es prácticamente magia de la persona que graba las canciones y hace los arreglos. Creo que eso no es cierto,, me siento con la confianza decir que Ariana rompe ese prejuicio. Dicen que es artificial porque es bonita, ocupa ropa de marca y esas cosas. Ariana es de esas voces que brillan sola”, me cuenta Francisca.
Cada tipo de música tiene sus ritos. En los conciertos de Morrissey hay fanatismo también. Se pueden observar verdaderas liturgias, con fanáticos que llevan rosas en sus manos, poemas, lo abrazan. Cuando toca The Cure o Depeche Mode, sus fanáticos también se preparan, se maquillan y visten de una manera especial. Los gritos ensordecedores de los conciertos de Miley Cyrus, Katy Perry, Selena Gomez o Ariana Grande ¿son menos por el género musical que representan o la audiencia a la que reúnen? ¿cuándo llegará el día en que se deje de pensar que un público de mujeres jóvenes son exclusivamente sinónimo de gente sorda y sin ninguna motivación a partir de la música?
Hace dos días, Jenesaispop publicaba un artículo sobre 12 cosas que Joanna Newsom odia. Una de ellas, era el vocabulario que algunos medios utilizan para hablar de su música. “El lenguaje minimiza y reduce la posibilidad de una profundidad narrativa”, explicaba en la entrevista de The Guardian que citaba el artículo. ¿Se imaginan cómo mejoraría nuestra experiencia de lectura si periodistas adultos dejaran de escribir con apelativos como “jovencitas”, “pequeñitas”, “la pequeña Ariana”?
Qué lindo e interesante es cuando la crónica de un concierto puede develar esos símbolos que se encuentran invisibles, durante todo el show. Eso que no se ve y que está entre medio de los artistas, los parlantes y los oídos del público.