Han pasado 638 días desde que Velódromo colgó en internet su corto debut homónimo; y tras buenas críticas y casi dos años de trabajo, el cuarteto santiaguino está listo para iniciar estos 360 días venideros con una lista de desafíos cercanos por tachar, que con suerte traerán los cálidos resultados que les ha dejado este “camino intenso, de mucho aprendizaje personal y de grupo”, lecciones que los llevaron a entender sus diferencias desde la intimidad que le han puesto al proyecto, y que por estos días los tiene en armonía trabajando para entregar algo de calidad.
Están contentos porque algo que salió de sus cabezas fue bien recibido y circula “libre por el ciberespacio para cualquiera que quiera tomarlo”, como dice Sebastián Gaete, y están muy emocionados con los ensayos y demos que van encaminando el ansiado largo.
Desde mediados del 2016 que Gustavo, Bárbara, Sebastián y Alejandro ya están tirando ideas que han ido creciendo hasta convertirse en canciones armadas, o al menos, estructuradas. Y ya hace un mes y medio que volvieron al trabajo con Felipe Reyes, el productor a cargo del epé que repetirá su misión en el largo, uno que promete sonidos más actuales. “Musicalmente estamos buscando algo más refrescante, con composiciones con más swing, guitarras más limpias y arreglos vocales influenciados por el pop y el R&B”, comenta Bárbara Pérez de Arce, seguramente una de las víctimas de convivir con otras tres mentes musicales distintas que, inevitablemente, le han entregado algo de su perspectiva y punto de vista.
Al momento de hablar sobre los sonidos que reproducen por estos días en las salas de ensayo y recomendaciones que se mandan por Youtube, Velódromo se muestra mucho más abierto y veraniego que hace unos meses. Si en el lejano 2015 sus predilectos iban fijo a bandas como Animal Collective o My Bloody Valentine, en esta pasada la mano se carga a proyectos como The Internet, Frank Ocean y Rihanna. Eso sí, Radiohead no deja de estar.
Al final de eso se trata la búsqueda de la identidad, como persona, como músico. Están en un período esponja que está dando resultados, pues ya lograron armarse un imaginario común que esperan lograr plasmar en sus composiciones y líricas. Queda mucho camino todavía. Lo dicen ellos, que hoy se enfrentan a un nuevo desafío en la pequeña pero empeñosa lista de metas que se ha ido puesto Velódromo en estos meses. Lento por las piedras, hasta llegar al teatro.
¿Cómo surge la invitación a Tocatas Mil y cuál creen que es el mayor aporte de la jornada para ustedes como banda, y de ustedes como banda a la jornada?
Bárbara: “nos contactaron por correo y nos pareció una idea excelente desde un comienzo. No es muy común encontrarse con este tipo de oportunidades y espacios, y para nosotros va a ser la primera vez que tocamos para un público sentado y probablemente silencioso, y no sabemos muy bien qué esperar de eso. Sí sabemos que tenemos que sonar mejor que nunca y darlo todo, y en esa medida esperamos ser un aporte, ya que es una instancia que no está muy acostumbrada a este tipo de sonidos.
Gustavo: “es una instancia extraña, sin duda. Las referencias de cercanos son diversas, opiniones acerca del sonido, de ser una sala para teatro con público sentado, a favor y en contra, pero sin duda es una ocasión distinta para nosotros personalmente. No hemos tocando en vivo desde septiembre pero nos mantuvimos ensayando y trabajando en lo nuevo que queremos mostrar hoy”.
Esta presentación del viernes 13 en el Centro GAM, bajo el marco de Tocatas Mil, incluirá a sus colegas de El Cómodo Silencio de los que Hablan Poco, banda que se robó las listas y miradas nacionales durante el año pasado, y con la que Velódromo aún no tenía la posibilidad de tocar, hasta hoy.
Esta es una tocata en el marco de la celebración de teatro más popular que hay en Santiago ¿Cuál es el factor teatro en Velódromo? ¿En qué detalles ustedes se sienten parte de una obra o llegan a fusionar estos dos artes?
Bárbara: “yo creo que cuando uno hace un show en vivo siempre entra un poco en un personaje. Genuino, pero personaje al fin y al cabo. Pararse frente a un público y mostrar algo tan íntimo como es la música es lo más parecido a salir en pelota a pasear por la calle. Por otra parte, creo que una de las tareas pendientes que tenemos con la banda es generar una estética más completa, que incluya una propuesta escénica que se condiga con la música que estamos haciendo, y en ese sentido podemos aprender mucho del teatro.
Y si tuvieran la posibilidad de musicalizar una obra ¿qué clase de historia y sonidos elegirían?
Sebastián: “alguna película de Terrence Malick. Algo que tome un personaje -con todos sus rollos humanos- y que a partir de eso elabore un relato más trascendental y espiritual. Encuentro que ese es un poco el rollo de Velódromo. Aprovecharía las secuencias con silencios monumentales y haría algo muy ambiental, mezclando armonías de sonidos medios tribales tipo golpes de metal y madera con sintetizadores agilados. También sería lindo musicalizar La Consagración de la Primavera, que es mi ballet favorito y que creo que nos quedaría bien, pero mejor dejar a Stravinski ahí piola”.
Alejandro: “musicalizaría el trayecto de Charles Bukowski al hipódromo, como cuando sonó ‘1977’ de Anita Tijoux en Breaking Bad”.
Antes de aspirar a llegar a una serie de factura hollywoodense, o meterse en piezas clásicas de ballet, Velódromo primero tiene que seguir pensando en el debut en largo, ese que promete un paseo por el R&B, el dream pop y hasta un par de guiños a Katy Perry. Por el momento, antes de llegar al hipódromo, la banda de shoegaze pasará por el GAM, la primera fecha del 2017 de muchas que planean tener este año. “Mantenernos piola tocando mientras armamos el disco es el futuro más cercano. Cuando eso esté listo, vamos a tocar caleta. Vamos a armar un show completo y tocar hasta dominarlo”, dice Sebastián, como actor debutante que lee una y otra vez su guión para que la salida al escenario sea la más brillante y potente alguna vez pensada.