A pesar de no haber vivido durante los ochentas, Tomás Achurra se siente más en agrado con aquella década en vez de la que le tocó vivir durante los noventas. “A mí no me gustan tanto los noventas, porque se produjo una apertura social y económica cuando se fue la dictadura y los grupos no eran tan chilenos, apuntaban a otra esfera, a otro público. La crítica no era la misma e incluso creo que se les dio hasta un poco más fácil a los artistas de esa década”.
El documental Toque de Queda, dirigido por Achurra, nos cuenta cómo se vivió la explosión y posterior declive musical durante la Dictadura Militar en voz de sus propios protagonistas. Artistas como Claudio Narea, Pablo Ugarte y Carlos Cabezas, son algunos de los entrevistados que pasaron por el lente del periodista. Aunque todo se inició en las salas de clases, como el trabajo de título para la carrera de Periodismo del propio director. Para él, el verdadero comienzo fue desde mucho antes: “se gestó a través de los años, mis años escuchando música frente a la radio. Esa es la génesis, lo que me motivó a hacerlo”.
Desde 1984 en adelante hubo un sisma en la escena musical del país, ya se dejaba atrás el tufillo setentero de bandas como Tumulto o Aguaturbia para abrir paso a la sofisticación del new wave y el rock. Algunas de estas bandas se atrevieron a decir lo que ocurría y enfrentar al Régimen Militar o bien lo disimulaban, entre analogías al amor mezcladas con pasos de baile. “Electrodomésticos, Los Prisioneros o Aparato Raro fueron contestatarios de la manera explícita. Grupos como Upa cantaban canciones como ‘Ella Llora’ o ‘Somos La Nada’, que eran otra forma de criticar el modelo de sociedad. Una cosa que me llamó mucho la atención, y que se ve en el documental, es la opinión que tiene Síndrome de lo que pasaba en el país durante esos años. ‘No Se Puede Vivir Sin Amor’ es un tema muy bailable y uno cree que es una canción de amor, pero hay frases como “mi mente deformada busca amparo en la tv”, critica a esa televisión y sociedad que no te entrega mucho, que quería embobarte por sobre todas las cosas antes que tú reaccionaras”.
¿Por qué elegiste la década de los ochenta?
Lo que me interesaba del fenómeno en sí, era enaltecer esta corriente que estaba subyugada a los movimientos que coexistieron con ellos durante la década. Porque muchas veces cuando se habla de los ochentas, se habla de un movimiento plástico y no necesariamente es así, al menos para mí. Siempre se habla del punk y el rap que eran movimientos más under, que eran mucho más explícitos en sus letras y por otro lado está el Canto Nuevo. Pero también estaba este rock y pop que hicieron bailar a la gente, con letras más sofisticadas y urbanas. Los artistas tienen su génesis para componer las canciones el régimen político autoritario imperante y fue esta calidad musical y sonora la que me llamó la atención. La música de la segunda mitad de los ochenta es una que tiene identidad, cosa que no se dio en los noventa.
Con más pulso, ganas y fuerza que capital, el trabajo fue levantado gracias a compañeros de clases que las hicieron de equipo técnico más la ayuda de personas claves en la producción: “Fueron ocho personas las que trabajamos, incluyéndome. De hecho hay créditos que son seudónimos para que no fuera tan circo pobre, pero fueron básicamente compañeros de curso, José Miguel Astorga es el productor ejecutivo que en ese momento fue mi profesor guía en la tesis. Cuando el documental estaba listo hubo un trabajo de post producción mayor, en cuanto a la corrección de colores y audio, y ahí recurrimos a Patricio Arias, ex guitarrista de Los Rockers”.
A pesar de no encontrar un agrado e identidad con la década de los noventas, para Tomás lo que está ocurriendo musical y socialmente en estos años refleja de sobremanera lo ocurrido en los ochentas. El descontento social y el auge en materia musical es el caldo de cultivo para que la sociedad tome conciencia de lo que ocurre alrededor. “Estamos en una era muy parecida a lo que es los ochentas, porque si bien la dictadura militar se acabó, queda la parte de la dictadura cívica y lo que es peor, la dictadura económica. En ese aspecto estamos mucho peor que en esos años: nos roban más, nos explotan más y nos siguen metiendo el dedo. La música que es algo súper social, algo muy íntimo, que te puede mover a ti. Encuentro que la música es un muy buen factor de vamos “adelante con la revolución”.
Ya con tu primer documental en el cuerpo, ¿existen las ganas de trabajar en otro filme siguiendo con el mismo género musical?
Respecto al documental musical es un género que me gusta mucho, porque yo todavía no salgo del perfil de que soy un periodista haciendo un documental. Yo no soy cineasta, de hecho no me interesa mucho el cine si no es musical. Y la verdad es que tengo algunos proyectos en mente, pero quiero jugar un poco con el formato. En Toque de Queda la línea argumental es muy aristotélica, inicio, desarrollo y final, es muy clásico, me gustaría probar otra fórmula, pero siguiendo la línea del documental musical.
Toque de Queda será presentado este viernes a las 20 horas en el Centro Gabriela Mistral y luego el jueves 10 en Cine UC. Además, acá puedes revisar la parrilla completa del Festival In-Edit Nescafé.
Fotos * Reinaldo Rodríguez