Melodías de texturas exuberantes a cargo de un solo hombre, que en su bio de Bandcamp se define como un arsenal de ritmos. De estructuras e improvisación, Steve Strong es un vaivén listo para estallar en la curva correcta, transitando con soltura por pasajes experimentales, de alt rock, con ambient, math, post y shoegaze. La línea cae en la obviedad de una fusión consolidada, que en Chile es potenciada por LeRock, que este 11 de mayo celebra la segunda versión de su festival, en el que podremos ver al británico en todo el esplendor de Matucana 100.
Durante enero de este año, estrenó Turbo Island, nueva dimensión para una discografía que desde el 2013 considera un largo y dos cortos. Diez canciones que logran resumir todo el túnel que ha recorrido el músico. A sus 34 años, Strong mira al pasado recordando cómo la batería fue su primer vínculo con la música, instrumento que usó para mantenerse fuera de problemas, en sus propias palabras.
Así llegó al proyecto de banda escolar, covereó a los Manic Street Preachers, y se embarcó en Elliot Whale Boy, agrupación en la que estuvo por toda una década, y que se convirtió en el impulso necesario para agarrar la guitarra por primera vez: autodidacta, tal como con la batería. El comienzo de un multi-instrumentista que hoy es responsable de cada parte en sus entregas, tanto en estudio como en vivo.
“Toco batería, guitarra, un poco de bajo y teclado. Me gusta intentar, practicar, y tratar de retratar estos procesos de aprendizaje y autonomía que tenemos los humanos”, cuenta, mientras asegura que sus metas siguen siendo el poder trabajar más allá de las limitaciones, disfrutando los loops y la variedad de la música.
Algunxs perciben la influencia de Bonobo, otrxs de Toe o Aphex Twin; lo cierto es que su proyecto conjuga en mismo nivel el post y el math tanto como lo hace con el hip hop y la electrónica. “Me gusta creer que mi música tiene alma. Ha sido orgánico el recorrido y las formas que ha ido tomando, pero creo que siempre conserva esta cualidad reconocible, esta alma de la que hablo”.
De Chile sabe que es uno de los países más largos del mundo, no mucho más, aún así se percibe emocionado por la visita, donde destacará el más reciente disco, proceso para el que tuvo cuatro días aún cuando sólo tenía 2 riffs de las 10 canciones. “Puse mi mente en el desafío, seteé el bajo, la batería, y toqué la guitarra como nunca antes. Fue una experiencia catártica que me dejó muy orgulloso del resultado; y eso es lo que quiero que esperen del show, algo que jamás han visto o escuchado antes“, porque viene de improvisaciones de vida y musicales que terminan en trance proveniente de un solo ente, el arsenal de ritmos.