Sobrenadar nace como la mayoría de los proyectos después de la caída de las grandes discográficas. Paula García, encerrada en su cuarto en Resistencia, Chaco, arma un estudio casero y comienza a grabar canciones, después de volver de Buenos Aires, donde estudió en la Escuela de Música de la Capital Federal.
Después de subirlas a internet, el resto es historia. Este año viajaron al SXSW, compartiendo escenario con otras bandas argentinas como Utopians, Phonalex, Alika y Federico Aubele, además de tocar con Russian Red en Chicago.
Hace algunas semanas, junto a Javier Medialdea, su compañero en el proyecto, viajaron a Chile para tocar en Pulsar.
El dúo se mueve por las tierras del dream pop. Guitarras suaves, bases electrónicas y voces ensoñadoras. Eso sí, es en su último trabajo en el que estas pasan adelante, junto con un ritmo más acelerado. “Trabajamos de la misma forma siempre, pero esta vez ocupamos herramientas diferentes, mejores y más complejas. Usamos librerías para las baterías, además”, asegura Paula.
“Me gusta mucho Boards of Canada, Gainsbourg padre e hija, también Air, por ahí me muevo”, asegura García. Antecedentes que es posible detectar en sus trabajos y que responden a una alternativa en el sonido que atraviesa la cordillera desde Argentina. “En estos últimos años se está dejando la guitarra de lado, yo creo que ahora más que antes. El rock marcó mucho allá y lo sigue haciendo. Es algo costumbrista. Yo también vendo del rock, me gusta”, dice Javier.
Justo un par de días antes de la visita de Sobrenadar a Chile, se supo de la muerte de Omar Chabán, el empresario argentino a cargo de la discoteca Cromañón, que en el año 2004 se incendió en medio de un concierto de Callejeros y dejó 194 muertos. La tragedia, además, marcó un punto de quiebre en las políticas culturales de la ciudad.
“Las culpas son políticas. Lo de Cromañón pasó porque en algún lado tenía que pasar. Era mucha gente metida en un lugar, no estaban dadas las condiciones para hacer un show como debe ser. Fue una desgracia tremenda, se cerraron muchos lugares después de eso, impactó mucho a la escena y hasta ahora, se siguen cerrando muchos centros culturales en Buenos Aires, pero es como una movida política a esta altura, me parece a mí. Es un bajón”, declara Javier.
“Cuando paso lo de Cromañon éramos más chicos y yo todavía vivía en El Chaco, pero cuando me mudé a Buenos Aires, vi que se cerraban los lugares. Fue así y sigue siendo, se están cerrando lugares donde las bandas pueden ir a tocar sin pagar”, asegura Paula.
“Hay una especie de persecución política en este momento a los centros culturales independientes y es algo salvaje, los clausuran por cualquier cosa. Hacen falta espacios para que las bandas toquen. Hay buenas bandas pero no hay mucho apoyo por parte de los organizadores, es rara la escena en Buenos Aires, además. Es sectaria, no es abierta. No sé si tanto las bandas, pero hay circuitos muy cerrados”, recalca Javier.
Frente a la pregunta de cómo se puede apalear esta crisis y revivir las escenas musicales en Argentina, Paula y Javier son claros. Lo primero es “tratar de que las bandas no paguen para tocar. Nunca hemos pagado por hacerlo. Desde que comenzamos a tocar lo decidimos, fue como una politica a rajatabla. No íbamos a pagar para tocar, no es algo que está en mis principios. Me hace ruido, estás dando algo y ¿tienes que pagar para hacerlo? no me parece que tiene que ser así, pero como hay tanta oferta, tantas bandas, algunos se aprovechan un poco de eso”, asegura Medialdea.
Para Paula también hay otras formas de palear por el momento esta crisis que sufren las bandas en Argentina. Decir no a pagar por tocar y aprovechar las redes sociales. “Están a manos de cualquiera y es una buena herramienta para difundir la música. No hay por qué pagarle a alguien”.