Hace rato que Valdivia es mucho más que una ciudad netamente turística o un punto de referencia histórico. Gracias a cierto Tue Tue, una andanada creciente de músicos viene saliendo de las orillas del Calle Calle. Melodías que, ante la oportunidad de sonar en nuestros oídos, terminan quedándose instaladas allí por un buen tiempo.
Philipina Bitch, Trapezoide. Bandas que, en una escena repleta de buenas propuestas (y sí, otras no tanto, también), se dan maña de destacar con su propuesta y sonido. Pero, si de unicidad valdiviana se trata, no hay quien supere a este trío. Voz, bajo y batería. Srta. Pésima, Pierre Burdel y Vaniv X. La banda más fina y elegante del sur de Chile, su disco debut y un show en vivo que puede despertar amor u odio con igual facilidad.
Para bien o para mal, las probabilidades de volar la cabeza de quien oiga a Pituquitos no son pocas. ‘Sé Que Me Voy a Quemar’, visceral y directa, es el single de avanzada de un largaduración que lleva el mismo nombre, el mismo que los traerá a Santiago en los próximos días para una fecha triple de lanzamiento. Una producción que llega ocho años, más o menos, después del inicio de la banda, aunque sus verdaderos orígenes están aún más atrás… Que sean su (extraordinaria) vocalista y su bajista quienes cuenten la historia, mejor será.
Partamos por los orígenes. La banda se forma el 2002, con ustedes dos en ese line-up original, junto a Mesié Cható (primer baterista de Pituquitos). ¿Cómo se conocen?
Pierre Burdel: Estudiábamos juntos en la Universidad Austral. Un día, Srta. Pésima y yo estábamos haciendo un trabajo. Ella me preguntó si tocaba guitarra y si me gustaba el blues. Le dije que ambas cosas me interesaban, le pregunté si le gustaba cantar. Me dijo que sí, y pasaron seis años para juntarnos a tocar, con la formación de bajo, batería y voz.
Srta. Pésima: En el comienzo eran Mesié Cható en batería y Pierre Burdel en bajo, se habían juntado un par de veces. Después nos encontramos en el cumpleaños de un amigo y me invitaron a ensayar con ellos. Fue la primera vez en que cantaba improvisando, creando música. Pero me atreví porque era un ambiente grato, de confianza y festejo permanente, y lo pasábamos tan bien que no consideramos necesario integrar a alguien más (que tocara guitarra, ponte tú). Nos gustaba tal cual.
Esa encarnación original llega hasta el 2004, y tengo entendido que tiene (o tuvo) una grabación inédita. ¿Cuánto de ese material fue retomado/reciclado para Sé Que Me Voy a Quemar?
S.P.: Nada, no quedó nada. Intentamos salvarla en algún momento grabando de nuevo, pero no sirvió.
P.B.: Era mejor hacer todo de nuevo.
S.P.: El estudio en que grabamos estaba siendo remodelado, y el sonidista no tenía contacto visual con nosotros. Más encima, no conocía los temas: hubo coros que no grabó, pedazos enteros de canciones cortadas en cualquier parte. Un desastre, en realidad. Nunca le mostré esa grabación a nadie, y perdí mi copia como quien pierde un encendedor.
P.B.: Rescatamos los temas que más nos gustaban, y los volvimos a preparar para una nueva grabación. Después de mucho hacer y rehacer, hemos terminado proponiendo un disco bien sencillo. Pero bien trabajado.
Después, entiendo que Pésima se retiró por maternidad; y Cható, por la religión. Desde entonces hasta que reforman el grupo, ¿se mantuvieron haciendo música?
S.P.: En mi caso, mi única incursión fue antes, el 2003, que la banda estuvo separada porque Mesié Cható se fue a vivir a Puerto Montt. Hice coros con LoQCTocurra, un gran grupo de rock valdiviano. Después, el 2004, nos juntamos para grabar y hacer un par de tocatas de despedida de Pituquitos (¡la última dos semanas antes de parir!).
P.B.: Después de, estuve en Jean Cotelé, una banda donde tocaba guitarra y componía. También colaboré con Galoseballo, un dúo de Puerto Montt… y ése fue el motivo por el que le compré mi primer bajo a una banda sound de La Florida. También me dediqué a registrar cantores populares sureños.
S.P.: Años más tarde, Victor Flores (Solo di Medina) me invitó a participar en su disco Hembras de Marte, el 2008. No sabía que yo había cantado antes ni se lo mencioné, hasta que le pedí que me pusiera como Srta. Pésima en los créditos. Cuando me llevó su disco de regalo fue que le conté, y le mostré un par de grabaciones caseras, en vivo, de muy mala calidad. Al final, él me convenció de volver a cantar, por eso está en los agradecimientos de nuestro LP.
P.B.: Y después surgió el proyecto Discos Tue Tue.
Para allá iba. Lo del Hembras de Marte pasó el mismo año que se reunen. ¿Qué les termina dando el empujón para que retomen el proyecto?
S.P.: El período en que formamos Pituquitos fue uno de los más felices de mi vida. Cuatro años después, un día, me vi en Santiago, triste, sin cantar… y añoré esa alegría. La satisfacción a la vena de ensayar y tocar en vivo. Era una etapa que daba por cerrada hasta que pasó todo eso con Solo di Medina, y llamé a Pierre. ¡Cuatro años sin haber hablado! Le dije que pensaba volver a la música, y si tenía problema con retomar nuestras canciones. Y me responde que las estaba ensayando con un amigo baterista, tenía un sello y estaba por contactarme para que volviéramos a grabar. Pura telepatía.
P.B.: Así es. Con Vaniv X nos juntamos a tocar un par de veces, hicimos un par de jams y comenzamos a tocar temas de Pituquitos. Me pareció necesario rescatar algo de ese proyecto truncado, recuperar la banda, las composiciones. Era una pérdida que había que remediar. Nos llamamos con Pésima, ensayamos. De ahí nos invitaron a tocar a Estación Trueke, y pasó algo muy particular. Nos escuchó gente de todas las edades y estilos, y después se acercaron a darnos las gracias. Hasta una semana después, amigos nos llamaban para agradecernos por haber oído esa música que conocieron años atrás. Esa sensación que produjo, eso fue lo que nos motivó a seguir hasta ahora.
¿Y cómo llegaste a Vaniv, Pierre?
P.B.: Nos conocimos en Valdivia. Llegué a su casa en Playa Grande, en Niebla, por intermedio de un amigo. Para mí era, y es, un honor tocar con un gran baterista como él.
En comparación a esa primera etapa, ¿cuánto ha cambiado el sonido de Pituquitos?
P.B.: Los primeros años fueron de fiesta y búsqueda. Nos divertíamos, pero también había ganas de decir cosas de manera no demasiado obvia. Independiente del hueveo, la idea de sonar sin guitarra nos pareció novedosa, y a la gente le gustaba esa propuesta.
S.P.: Esa etapa era más hippie (risas). No por el sonido, sino porque improvisábamos mucho. Los temas no tenían una estructura muy definida, cambiaban, se transformaban, los ensayos eran pequeñas fiestas de duración indefinida. No teníamos mayores responsabilidades, así que nos sobraba el tiempo para ensayar todas las semanas, ni tampoco existían aspiraciones más allá de pasarlo bien y disfrutar de la música.
¿Y cuánto cambió todo eso con los cuatro años de para, y con la llegada de Vaniv?
S.P.: Tuvimos que aprender a ser más profesionales. Definir, estructurar.
P.B.: Vaniv aportó oficio, experiencia. Los temas mejoraron, y nos abrió camino a nuevas creaciones.
S.P.: Digamos que entramos en una etapa más “grave”: el viejazo, las responsabilidades, menos tiempo para los ensayos. Ahora son acotados, intensivos y sin fiesta (abucheo). Pero, así, la etapa anterior cuajó y adquirió más peso.
FINO Y ELEGANTE
Musicalmente, la formación voz/bajo/batería es una rareza súper llamativa. ¿Fue una decisión consciente, surgió en modalidad “es lo que hay”…?
S.P.: Sí, nació del es lo que hay. Pero cuando nos presentamos en vivo, metimos tanta bulla que realmente sentimos que no hacía falta más. Además, como que comenzamos a sentirnos orgullosos de no tener guitarra (risas), se convirtió en parte de nuestra identidad.
P.B.: Se fue dando de manera muy natural, y nos gustó la idea de hacer rock así, sin esas seis cuerdas. Es difícil, es un instrumento fundamental para ese estilo, pero buscamos una sonoridad donde el bajo y la voz son trabajados como guitarra, a ratos.
Pero, ¿les gustaría sumar músicos más adelante? ¿O eso alteraría demasiado el espíritu propio del grupo?
S.P.: ¿Sumar músicos? ¡Claro! Uno que toque vientos, podría ser.
P.B.: Me gusta la idea de incluir bronces, teclados, coros…
S.P.: A mí me encantaría aprender a tocar teclado. ¡Aunque sea tener uno y programar! Una vez intenté con el pandero, pero fue sólo para morir de risa, ni con el huevito ni con el pandero pude (risas). Caminar y mascar chicle. Ahora que han pasado los años, no pierdo las ganas de tocar un par de teclitas, más que sea.
P.B.: Pero la idea es mantener siempre la identidad de Pituquitos.
Vamos con un cliché inevitable: influencias, antes y durante.
S.P.: Uffffff. Para mí, difícil pregunta, porque no fue planeado tener una banda y hacer canciones. O sea, siempre fue una ilusión, pero nunca hice mucho al respecto. Si el Pierre no me invita… capaz que nunca lo hubiese hecho. He tenido muy buenos nutricionistas musicales a largo de la vida, y conozco mucho gracias a ellos, pero no soy busquilla. Con decirte que el año pasado, por primera vez, tuve una radio con CD player, porque el Viejo Pascuero se la regaló a mi hijo.
Me estai…
S.P.: No. A mí me gusta la radio, me paseo entre la Bío Bío (a la hora de las noticias) y la Imagina. El resto del día, a veces, sintonizo alguna clásica. Tengo muy pocos discos, casi todos son regalos. Puedo estar todo el año con un solo disco. El año pasado fue Doblando al Español, de Perrosky. Éste, Babasónicos. Mis amigos se ríen de mí…
¿Y por qué tan poco (si acaso hay una explicación)?
S.P.: ¿La verdad? Me gusta el silencio. Quizás por eso nunca he desarrollado mucho eso de coleccionista, no tengo el piloto automático de poner música apenas llego a la casa. Desde mi walkman de cassette que estuve sin música transportable unos… 15 años. El año pasado me compré un reproductor mp3, y será por falta de costumbre que se me olvida ocuparlo. Pero cuando lo hago, me felicito, porque puta que es rico escuchar música en la calle.
¿Y en tu caso, Pierre?
P.B.: Es difícil acotarlo. Me gusta la música, sin importar demasiado el estilo. Vivía en Puerto Montt en los noventas, y con mis amigos compartíamos jornadas largas escuchando rock argentino, chileno, los clásicos y los descubrimientos oportunos: Joy Division, Dorso, Residents, Pixies, The Smiths. Recuerdo que un día llegué a la casa, apestado, sin panorama. Me encerré en la pieza, ¡y cuál sería mi sopresa, al encender la TV y poner la lata del Festival de Viña, de ver a Faith No More!
Momento clásico de la TV chilena.
P.B.: No lo podía creer. No los conocía, nunca los había oído, y lo que veía y escuchaba en la tele era puro rock, el vacilón a Vodanovic y Myriam Hernández, ¡notable!
Maestro. ¿Tú dirías que eso tiene que ver con Pituquitos?
P.B.: Son muchos los que han aportado de alguna forma en nuestras bandas sonoras personales. El resto, lo ponemos nosotros: nuestra música se hace casi de manera fisiológica, las notas y las letras van sugiendo en la medida que nos juntamos.
Y ya establecidos como banda, en algún minuto, ¿acaso buscaron algún referente con ese mismo tipo de formación de trío atípico vuestra?
S.P.: (Risas) No, no buscamos referentes ni hemos encontrado otra banda que nos recuerde a nosotros, afortunadamente (risas). Eso es lo que nos hace ser exclusivos, elefantes, finos y de elite…
P.B.: No queremos seguir un paradigma, un estilo, o el sonido de una banda. Tampoco somos tan buenos músicos como para ser “igualitos a”. Creo que toda la música que hemos consumido, sumado a todas las experiencias que hemos vivido, es lo que se escucha.
S.P.: El problema viene al tratar de explicar qué tipo de músico hacemos. Porque, si tuviéramos esos referentes, sería un poco más sencillo de describir. En una canción, ‘La Desgracia’ debo reconocer que me siento igualita a Janis Joplin (risas). Es que, ¡manera de gritar, hijito querido!
P.B.: Yo no puedo dejar de hacer mención a dos notables bajistas puertomonttinos, los hermanos Álvaro y Rodrigo Silva, con quienes compartí en algunas bandas. Distingo en ellos una influencia en la forma de tocar.
A todo esto, tengo entendido que Pituquitos es la banda más fina y elegante del sur de Chile. El nombre les cae de cajón, entonces, pero… ¿por qué esa palabra, y no otra?
S.P.: No sé. Supongo que fue lo que vimos en el espejo.
P.B.: O en el fondo de la botella. En todo caso, es mejor que Rancio y Maloliente.
UN POCO DE FUEGO
‘Fuego’ fue el primer adelanto de este trabajo, a mediados del año pasado. Pero, curiosamente, es la única canción con guitarra del disco…
P.B.: Publicarlo no fue casualidad. Fue deliberado, queríamos engañar a nuestros consumidores.
Además, la elección se justifica en cuanto a que, en el imaginario de Pituquitos, el fuego es un tema constante. Pero, siendo así, ¿qué motivó que sea la única con esa diferencia en lo instrumental?
S.P.: Qué loco, acabo de darme cuenta que no recuerdo cómo ni por qué nació esa canción. A lo mejor Pierre…
P.B.: (silencio)
S.P.: En todo caso, la pusimos de single porque es pegajosita, y porque -justamente- es la única con guitarra. Nos divertía la idea de darnos a conocer a través de canciones que son justo lo que no somos (risas). Al momento de publicarla, eso sí, me dio un poco de nervio. Como que me di cuenta que era estúpido… pero, ¿quién podría negar que los pitucos son unos estúpidos? (risas) ¡Ésa es la gracia!
Y el segundo single fue ‘Sé Que Me Voy a Quemar’. Más allá del nombre, ¿qué similitudes tienen entre sí?
S.P.: Que son livianitas, fáciles de escuchar. Creo que ‘Fuego’ me es más propia, porque me siento muy cómoda al cantarla. Está en mi registro, supongo. En contenido también creo que tienen algo en común, las dos son una arenga a la acción. ‘Fuego’ es la chispa. No importa que te creas capaz: si no tienes fuego, poder interno, no podrás hacer nada. Dale, préndete, ¡hazlo! Y ‘Sé Que Me Voy a Quemar’ está en la misma línea. Los cobardes, que se queden en la orilla. Aunque uno sabe que las consecuencias o costos de una acción serán altos, no se detiene, y si saber que te vas a quemar no te detiene… pues, nada podrá hacerlo.
Entonces, ¿creen que hay una continuidad en esa elección, o ambos temas son entidades independientes aparte?
S.P.: Ambas tienen un mensaje similar. Qué entretenido, hasta hoy no lo había pensado… ‘Sé Que Me Voy a Quemar’ antes no se llamaba así. Primero, de la canción salió el título del disco, y luego pensamos que era lógico renombrar el LP. Era muy acorde que el primer sencillo se llamara ‘Fuego’, y luego nos pareció lógico que la que le daba nombre a todo esto fuera el segundo single en Chile (a México mandamos otro, ‘Sábanas Negras’). Porque las dos tienen la facultad de engañar al público -en este caso, haciéndole creer que somos bailables y melódicos…-.
P.B.: Me gustan las dos. Son bien distintas, pero apuntan al mismo concepto. Nos gusta la idea del fuego como símbolo, aunque no fue pensado, se fueron sumando ideas y situaciones en torno a él. Las pasiones que dejaron la cagá, decisiones que te hicieron bien o te funaron… De hecho, cuando grabábamos esta canción, ‘Sé Que Me Voy a Quemar’, Pésima tuvo un amago de incendio. Comenzó por el piso de la casa: se recalentó la estufa por la base y dejó un hoyo chamuscado, por donde veías el suelo. A mí se me quemó un computador y un amplificador. Menos mal que terminamos de grabarlo… Ahora esperamos que encienda las almas y corazones de muchos.
Se ha elogiado mucho vuestra música, tanto en lo lírico como en lo melódico. Visto desde afuera, pareciera que lo primero estuviera a cargo de Srta. Pésima, y lo segundo queda en manos de Pierre y Vaniv. Pero, en realidad, ¿cuánta injerencia tiene cada uno en ambos aspectos?
S.P.: Pues somos muy colaborativos. Si tengo dudas con alguna frase que no me convence, le pido su opinión a Pierre, le pregunto si poner tal o cual palabra. O si creo que una letra tiene no sé qué que la hace demasiado mamona, o evidente, se lo comento. Encuentro importante su opinión, del mismo modo en que si hay una línea de bajo que me gusta mucho, se lo digo. Comento sus ideas… en general, nuestros aportes mutuos tienen que ver con el pulido. En la parte gruesa coincidimos muy bien: nos gusta lo que el otro hace, y construimos a partir de eso.
P.B.: Es cierto, trabajamos de manera colaborativa. Pero también hacemos cosas por las nuestras, que después metemos a la juguera. Siempre estamos dispuestos a escuchar opiniones, porque no se pierde nada con probar ni hay que ser tan tozudo para crear. Pero cada uno se especializa en lo suyo, y contribuye al todo. Los bajos nacen a partir de ideas que a veces trabajo solo, a veces como grupo. A veces, ambas.
En cuanto a lo lírico, que es un detalle muy potente en este álbum, ¿creen que hay alguna especie de línea temática?
S.P.: Sí, hay una línea que tiene que ver con vivencias acordes a los tiempos que corren. Las canciones reflejan, me parece, sentimientos y situaciones universales y contemporáneas a la vez.
P.B.: Creo que es un disco agrupado en torno al concepto del fuego en sentido más amplio, desde distintas situaciones y puntos de vista. Tiene pasajes súper aguja, otros muy cachondo, dulces, ruidosos…
S.P.: Para mí es un conjunto de temas que se agrupan de diferentes modos: están las desgarradas, las mamonas, las sociales y las chistositas. O, desde otro punto de vista más musical, diríamos que están las suavecitas, las ruidosas, las bluseras y las melódicas…
Me aprovecho de esto último que mencionas, Pésima, y me detengo en lo musical. En la mixtura de géneros presentes en sus temas, con mayor o menor complejidad. Y uso esa misma palabra para preguntar, ¿cuán complejo fue componer blues, por ejemplo, sólo a bajo y batería?
S.P.: ¡Es que cuando lo hicimos no sabíamos lo que estábamos haciendo! (risas). No fue planeado. Lo que nos salió, en ese minuto, fue eso.
P.B.: Tal como decía antes, la música fue hecha sin patrones. Pura intuición o casualidad. No nos propusimos hacer blues, o cumbia. Apareció de manera espontánea a medida que nos juntamos.
Ahora, sobre el escenario, Srta. Pésima está adquiriendo una fama creciente de frontwoman extraordinaria. ¿Cuánto crees tú, Pésima, que hay de consciente, y cuanto de visceral, en todo aquello?
S.P.: Srta. Pésima es un espíritu y yo soy la medium. Creo que es más que un personaje; de hecho, creo que todas hemos sido poseídas por ella alguna vez… quizá con otros nombres. Las mujeres comprenden muy bien esto.
Y tú, Pierre, que compartes escenario con ella, ¿cómo lo ves?
P.B.: Creo que se entrega por entero. Pésima es una muy buena vocalista, no sólo por su voz, sino porque hace bien la pega de encarar al público. Entra en estado de trance, como todos cuando tocamos. La diferencia está en que su instrumento es la voz.
En los próximos días vienen a tocar tres fechas en Santiago, lanzando vuestro LP. Para aquellos que nunca los han escuchado, ¿cómo describirían esta producción y su sonido?
S.P.: Este disco es como el roquefort, como los chunchules… Un gusto adquirido.
P.B.: Sé Que Me Voy a Quemar es un disco de rock. Nada pretencioso, muy sincero y para escucharlo de a trocitos.
¿Y qué pueden esperar de vuestro show en vivo?
S.P.: Reírse a carcajadas o salir a mitad del show ofendidos. Al menos, eso es lo que suele pasar…
P.B.: Que vengan a disfrutar de un show fino y elegante.
Para cerrar, las definiciones de estilo que se han inventado sobre su música son bastante únicas. Si tuvieran que elegir: ¿rock ecléctico minimalista o punk bohemio y psicopático? ¿Cuál de las dos definiciones va mejor con Pituquitos?
S.P.: Entre ésas, ninguna. Me quedo con la última definición que pillé: rock temperamental.
¿Y tú qué crees, Pierre?
P.B.: Rock. Sólo rock.
Video: Pituquitos – Fuego (acústico)