Oddó presenta “Déjame Dormir”, su primer disco solista, hijo del insomnio y el cansancio crónico que experimentó mientras lo facturaba. A continuación, un relato sobre las penurias del debutante y las recompensas del desvelo.
El estrés es una enfermedad social en expansión con la que todos estamos familiarizados. Ismael Oddó lo sabe mejor que nadie, luego de pasar un período de su vida sumergido en responsabilidades laborales, académicas y personales que lo convirtieron en un autómata. En un día normal, tenía que asistir a clases de Composición y Arreglos en la Arcis, ensayar con Francisca Valenzuela (en cuya banda toca bajo), grabar en el estudio su primer disco solista y llegar a casa para componer las canciones de ese álbum, preparar el siguiente día de universidad y la próxima sesión con el grupo de acompañamiento que integra. Una y otra vez hasta no dar más. Literalmente.
“Déjame Dormir” es el nombre del debut de este veinteañero, ex miembro de Alamedas, donde se integró luego de años de conocer a Alejandro Gómez, quien le enseñó a tocar guitarra y además fue el encargado de ampliar el libro de referentes del entonces colegial Oddó, que pasó de escuchar Blur, Oasis y Jamiroquai a descubrir XTC, Ramones y The Kinks. Un apadrinamiento que incluyó experiencias formativas como salir a ver tocatas (“no querían dejarme entrar a un show de Las Jonathan por ser menor de edad”, cuenta) o la oportunidad de presenciar el registro de “Sentido Común”, el último álbum de Solar.
Al retirarse de Alamedas, en 2008, con la inquietud de iniciarse como solista y enfocarse en los estudios, el precoz músico fue reclutado por Francisca Valenzuela para sumarse a su banda, justo en plena ebullición del disco “Muérdete La Lengua”. “Empecé a ganar plata y en vez de carreteármela o comérmela toda, invertí en grabar mis canciones”, explica con el mismo criterio práctico que caracteriza los pasos que dio después. “Cuando decidí hacer estos temas, dije ‘voy a grabar algo a ver qué pasa porque tengo 21 años y esto se demora, hay que empezar a hacer algo, generar un movimiento personal’. Funcionó tan bien que ahora existe un disco que ha tenido un recibimiento la raja”.
Recién editado, “Déjame Dormir” ha sido acogido con buenos comentarios hacia su propuesta pop rock de fina factura. Pero el resultado no salió gratis. “Hubo un momento en que llegué a un estado mental de insomnio continuo, estaba flotando todo el rato. Cuando canto que ‘sin pestañear, paso las horas viendo siluetas’ es porque eso de verdad me pasó, yo estaba con los ojos abiertos sin ver nada, con piloto automático. Fue algo que influenció a favor. Con la perspectiva del tiempo, estoy muy feliz de que haya sido así, en el momento lo sufrí mucho. Ahora, cuando estoy a las cinco de la mañana cagado de sueño, digo ‘filo con el 1 que me van a poner mañana, me voy a acostar’, en ese tiempo no podía hacerlo, me trasnochaba”, recuerda.
Los altos índices de estrés en la vida de Ismael Oddó marcaron la pauta del álbum, cuyas canciones hablan reiteradamente sobre agotamiento. “El disco es súper honesto y personal. No hay mucha invención de historias o situaciones. Es más que nada una descripción de lo que me estaba pasando”, cuenta. Con currículum acumulado como instrumentista, pero no en calidad de frontman, verbalizar su sentir y expresarlo frente a un micrófono se convirtieron en los nuevos retos que el músico debió encarar. “Siempre hice estructuras musicales, pero nunca escribía letras, eran ideas más libres. De repente me vi en la obligación de tener que hacer 10 y lo único que tenía eran melodías y frases. Grabábamos baterías, guitarras acústicas, guitarras eléctricas, los bajos y la voz quedaba al final”, confiesa.
“Durante el proceso, hubo mucho rato en que odié al disco, no me gustaba cómo sonaba ni lo que yo decía. A veces pensaba ‘¿en qué me metí?’ Cantar fue terrible. Todavía no está resuelto, al principio llegué dando jugo porque sólo había hecho coros antes, aunque trabajé y sigo trabajando en eso, por suerte encontré una profe que me ayudó. En cuanto a sonoridad, la cosa media Julian Casablancas me gusta, también hay asuntos que están controlados por falta de práctica, es algo más peludo que la mierda”, afirma. Para enfrentar esas complicaciones, el novel solista recurrió a Claudio Fierro (ex batero de Alamedas) y el guitarrista Carlo Colussi (Caja Negra), quienes fueron esenciales para el empalme de “Déjame Dormir” en los Estudios Pulsar, antes de la mezcla y masterización a cargo del ingeniero Gonzalo González (Los Tres, Los Prisioneros, Los Bunkers).
Oddó lanzará su debut este viernes 26 de noviembre en Sala Master, a las 21:00 horas, con un show que promete invitados como Francisca Valenzuela y Andrés Nusser de Astro, entre otros, y la reproducción íntegra de los 10 cortes de la placa. Una presentación en sociedad que se suma a la lista de buenas consecuencias que ha traído el camino solista. “Ha sido raro y nuevo hacerse cargo, trabajar en lo extramusical. Mi pega ha aumentado. Me dan un poco de vergüenza las entrevistas y siempre tengo la inquietud de saber cómo saldrán finalmente, en qué se enfocarán los periodistas porque los comentarios me ayudan a mí mismo a construir lo que yo hice y aprender. Es mejor recurrir a cómo te ven los otros para reconocerte, es difícil tomar decisiones al respecto. Pero hay un trabajo en general, el arte y la música están entretenidos, hemos trabajado en la globalidad del proyecto. Nadie pescaría el disco si hubiera sido malo”.
*Fotos por Valentina Campos