“Nunca hago canciones de amor, directamente. Esta es un poco más, sí, se la hice a mi pololo y a la Lucy”, se refiere a ‘Paisaje’, uno de sus nuevos temas. “Yo para este disco he decidido que todo lo que haga, lo voy a hacer con gente a la que le guste. Que sea todo orgánico. Que si a alguien le gustó una canción, la trabajemos juntos. No quiero estar pidiendo ni forzando nada”, explica.
“Esta canción es posterior, en términos de composición, a otra que yo te mostré, una que una vez cantamos juntas, en unas Sesiones en Miniatura contigo y con la Tiare, una canción que se llama ‘Amores’, que también es para mi pololo y la Lucy. Esta canción es después de esa. ‘Amores’ todavía está ahí… es una canción más delicada, siento, entonces aún no sé muy bien cómo acercarme a ella y no la quiero cagar. No quiero que se me pase la mano con los arreglos o la producción, porque es algo más frágil y más simple también. En cambio, esta canción, ‘Paisaje’, la hice y fue como ya, listo. Se me ocurrió al tiro lo que le iba a hacer. Recuerdo que se la mostré a la Chini y a la Tiare en mi casa y la Chini me decía ‘deberías sacarla ahora’. Entonces, fue un poco más fácil el proceso. Y estas dos canciones son parte de un grupo de diez canciones que llevo trabajando harto rato y que ya están, algunas, bastante avanzadas”.
En este nuevo lanzamiento, Natalia se hace acompañar por Felipe Cadenasso e Iván González. Con este último, produjeron ‘La Distancia’, el lado B de su reciente lanzamiento.
“Estoy grabando en mi casa, en la casa del Felipe, del Iván, en el estudio de Matorral… estoy cada vez más flexible a… es que no se ajusta a mi realidad económica y tampoco de ritmos decir ‘ya, voy a ir a trabajar una semana a un estudio’. Para que eso suceda, está asociada harta gente que tiene que poner su tiempo y tienes que pagar también, entonces, yo no puedo. Yo voy cuando puedo, cuando no hago otras cosas y cuando puedo de nuevo, vuelvo. Y además, estoy cada vez menos atada o más liberada de la idea de que todo tiene que sonar increíble, y que para eso hay que grabar con el mejor micrófono… he estado escuchando maquetas mías del 2005, que grababa con el micrófono del computador y me gusta cómo suena”.
“Como estudié sonido, ahí te enseñan cuáles son las mejores marcas, los mejores modelos, y después te vas dando cuenta que puedes hacer lo que quieras realmente. Y que eso también es parte de la creación, que algo suene mal o que ocupes un micrófono de bombo para grabar una hueá aguda… eso es parte del proceso creativo, distorsionar esos mecanismos. Creo que estoy volviendo a esa época más adolescente en la que lo único que importaba era el momento creativo. Ese impulso creativo y aferrarte a ese sentimiento, no soltarlo, a pesar de estar ingeniándotelas para grabar, viendo cómo entra el audio al computador, los plugins que vas a ocupar… porque en ese proceso se te empieza a ir el sentimiento, pasan días de repente. Entonces, estoy intentando priorizar más lo otro y si grabé algo a la rápida y salió así, dejar esa toma. Aunque esté grabada con un micrófono de juguete. Filo”.
—¿A qué crees que se debe este cambio de perspectiva?
“Yo creo que son cosas no tan conscientes. Por ejemplo, en La Historia fue todo planificado, hablé con el Felipe y el Antonio, y les dije ‘vamos a grabar estas diez canciones en este estudio, bla, bla,bla’. Y claro, ellos tienen súper buenos micrófonos, todo bien. En cambio, para este disco, en primer lugar no se dio eso, pero no se dio porque yo también he cambiado. Hay una decepción igual, no lo digo de mala manera, pero sí hay una decepción que siento por la industria, en general. Siento que todo se ha llevado a un estándar muy similar. Todo está sonando cada vez más parecido, hace mucho rato está pasando y es cada vez más, todo cada vez más similar a la industria gringa sobre todo y si lo que estás haciendo no se acerca a ese estándar, no es apreciable, por lo menos por los medios más especializados”.
“Y también eso coincidió con que me puse a escuchar discos que me gustaron mucho y que empecé a ver cómo los habían grabado. Por ejemplo, el disco de la Empress Of. Lo grabó en su casa, de una forma no tan pro, no se gastó cinco palos para hacerlo y se las ingenió para que la hueá suene increíble y como ella quería que sonara. Y siento que también hay cada vez más público y prensa interesada en ese tipo de material que no busca ese estándar de industria tan mecanizado”.
—¿Te sientes mucho menos ansiosa que hace dos o tres años? Tú haces siempre la gestión de todo lo que tiene que ver con tu música.
“Sí, es que siempre hacer canciones debería ser el foco yo creo. Ese foco nunca se me ha ido, de lo contrario hubiese hecho puras hueás no más, ja, ja, ja. Pero ahora, claro, todas esas añadiduras y accesorios que no tienen que ver con la música muchas veces… no sé, estaba más obsesiva también, pensaba que las cosas nadie las iba a hacer como yo, y obvio que nadie las va a hacer como yo, porque yo soy una persona y tú eres otra persona ¿cachai? Entonces, liberarme de eso, es bacán. Siento que me bajó mucho la ansiedad, tengo muchas menos expectativas con todo eso. Mis perspectivas de vida también están pasando por un recambio, a nivel personal, me están importando mucho más otras cosas que tienen que ver con la comunidad y siento cada vez más que el quehacer artístico puede ser muy egocéntrico, egoísta. No creo que lo deje de hacer, porque es algo que me nace diariamente, siempre quiero componer algo, pero me está importando menos todo lo demás que no sea componer. Y mis expectativas frente a lo que suceda están cambiando. Me importa más enterarme de lo que pasa en política o el medioambiente. Estoy hablando de cosas generales, porque siento que estoy en un proceso de recambio generacional interno”.
—Es el paso del tiempo.
“Sí, el paso del tiempo no puede ser en vano”.
—También hastiarse en un ambiente tan pequeño, con tan pocas opciones, es fácil.
“Sí, es como darse vueltas en lo mismo todo el rato. Sí, me pasa eso. Desde que hay redes sociales siempre he estado muy conectada y este año sobre todo, el año pasado también, me vino un cansancio de todo, del medio en general. No sólo del músical, sino de todo. Es un déjà vu constante y sí, tiene que ver con que es una escena pequeña, aunque eso también tiene hartas ventajas. Creo que por eso mismo la escena chilena tiene una hueá media endogámica que hace que sea rara, que las influencias sean súper cercanas y que de repente uno influencia a alguien que tiene tres años menos que tú no más, porque las generaciones pasan rápido. Por ejemplo, me pasó con la Chini cuando la entrevisté por primera vez para Nación Indi, me habló de mi música, me dijo que la escuchaba, le gustaba y yo me sentí como de sesenta, onda, señora Natisú que hizo música hace cien años. Y tenemos sólo cinco años de diferencia. Esas cosas se dan en estos círculos tan pequeños y creo que es bonito, pero también podría ser súper agotador”.
“Estoy súper desapegada de las noticias musicales. ahora por ejemplo estoy muy pegada leyendo una página que se llama Brain Pickings. María Popova sube como tres artículos al día, es ella sola, ella publica todo. Y bueno, prefiero mil veces estar leyendo eso que ver quién sacó disco y no es que no lo encuentre valioso, de hecho, lo encuentro la raja, que estén todos tocando y siento que todo se está moviendo mucho, pero me siento agotada de eso por ahora y me alimenta más en términos emocionales y prácticos, leer otras cosas, de otras disciplinas. Por ejemplo ella sube muchos escritos de artistas de 1890, es bacán ver cómo los músicos y artistas de esas épocas vivían en otro ritmo y ellos también sentían que estaba todo acelerado. Decían ‘los tiempos modernos… todo demasiado rápido’ y yo pienso, ‘si estos hueones estuvieran acá, se suicidarían al segundo, se desintegran’”.
—Bueno, yo no sé cómo vivimos. He estado pensando mucho en eso, Nati.
“Sí, ayer hablaba de eso con mi hermana. Yo no sé cómo la gente lo hace. Todos viven desamores, todos están mal de plata, a todos se nos muere alguien y la gente sigue, sigue y funciona, funciona. Y yo ahora lo único que quiero es parar. Y tengo la suerte de que puedo tomármelo con calma, pero la mayoría de la gente, no sé cómo chucha lo hace. ¿Tu qué edad tienes, Javi?”.
—”Veintinueve”.
“Ah sí, como a esa edad yo empecé a pensar un poco más en todas estas hueás. O sea, uno siempre las piensa, pero de otra forma”.
—Sí, antes se veía todo más lejano. Ahora estoy como entrando en la pasta de todo esto.
“Sí, eso es, ya estamos metidas al centro de la hueá. Igual mi disco tiene que ver con eso, hay una canción que he tocado harto en formato acústico, que se llama ‘Hay un fuego’ y habla exactamente de eso. Como que podría llamarse ‘Hay un fuego (cómo chucha vivimos)’. Cómo hueón, no entiendo”.
“Creo que este disco nuevo tiene similitudes con La Historia en el sentido que ese es un trabajo que a mí me gustó caleta ja, ja. Suena egocéntrico, pero es verdad. Todo lo que había hecho antes me daba mucha vergüenza mostrarlo, no lo escucho, pero me gusta La Historia. De repente, me siento a mezclar las canciones del disco nuevo y me pongo a escuchar la canción ‘La Historia’ -canción- y creo que entonces, igual es una influencia, pero hay cosas con las que me he lanzado más. Llevo mucho tiempo haciendo bases electrónicas y nunca las uso, me gusta jugar no más con eso. Y ahora las estoy utilizando. Antes me daba susto que alguien dijera ‘oye, pero tú no escuchai música electrónica, por qué usas texturas electrónicas’…”.
— Y ¿alguien dice eso en serio?
“No sé, eran rollos míos yo creo”.
—De más que deben haber algunos nazis, así como los rockm3n de la electrónica.
“Obvio que sí. Y bueno, se me pasó un poco ese prejuicio leyendo una entrevista de la Empress Of. Yo pensaba que ella tendría referentes electrónicos que yo no cacho, ni cagando. Y leí las influencias de las que hablaba y eran como The Beatles, los Beach Boys, Sonic Youth y yo como ‘¡oh, yo también!’, mientras yo pensaba que iba a salir con referentes electrónicos alemanes así tipo los padres del techno y no, no era así. Y ahí pensé en que no tengo que estar defendiéndome. No puedes estar anticipándote a que vas a tener que defenderte.
—¿Tú crees que eso pasa mucho ahora o que siempre ha sido así?
“A veces pienso que estamos en esa etapa, pero en realidad creo que eso empezó en los 1800. Lo que pasa es que somos tan chiquititos, nuestro tiempo en la historia es tan pequeño, que no alcanzamos a ver qué tan grande es realmente una época. Y probablemente, todo esto empezó cuando comenzaron a salir medios escritos que se podían replicar. Onda, con la invención de la imprenta, casi. Sólo que ahora estamos en un clímax. Ahora cualquier persona puede acceder a tu obra y cualquier persona te puede decir cualquier hueá. En ese sentido me siento protegida, porque no soy tan conocida y a veces pienso que una de las razones por las que no me gustaría ser conocida es por eso. No sé si emocionalmente me haría tan bien si diez millones de personas estuvieran opinando de mi hueá, creo que me podría matar las ganas de crear. No me interesa, pero sí creo que estamos en un punto clímax de eso, todos son críticos y creadores a la vez, todos pueden publicar cualquier cosa. Es súper esquizofrénico, es un ritmo insostenible. En cualquier momento vamos a empezar a retroceder, como en Twin Peaks, no sé”.
—Todo lleva a cómo chucha vivimos.
“Sí, todo lleva a cómo chucha vivimos”.