El asturiano Nacho Vegas llega esta semana a Chile para debutar en escenarios locales en formato trío. El músico llega con Canciones Populistas bajo el brazo, un EP que dentro de su discografía se configura como un epílogo de Resituación (2014), un disco directamente político. Canciones Populistas, además, se publicaba coincidiendo con las elecciones generales españolas de diciembre pasado.
–Canciones Populistas se titula tu último trabajo y es una palabra bastante desprestigiada ¿Fue una especie de reivindicación?
“Sí, es una reivindicación del término, en la edición del disco que publicamos acá en España, va incluida la cita de Chantal Mouffe [politóloga belga] diciendo que a cualquier alternativa al discurso neoliberal se le tachaba de populista de una forma despectiva. En realidad, el populismo ha sido más desde la derecha que de la izquierda, al menos en Europa o en Estados Unidos. En Europa está Le Pen, en Estados Unidos está Donald Trump. Yo creo que el populismo desde un punto de vista de la izquierda y desde un punto de vista transversal y popular tiene sentido, y es ahí donde lo enlazo con el discurso de una nueva hegemonía cultural”.
“Creo que, para mí, las canciones populistas o la música populista es algo que opongo a la música elitista. La música popular en nuestro tiempo está tomando una deriva elitista muy preocupante y es necesario hacer gestos que le devuelvan, en la medida posible, dentro del sistema capitalista en el que nos movemos, cierta horizontalidad a la música popular. Esa horizontalidad que ha tenido durante miles de años, que se ha transmitido de generación en generación, la gente cantando en fiestas, en duelos, en el trabajo, en un montón de situaciones y sin que el mercado mediara”.
“Estamos en un momento en el que la música es profundamente elitista. Ayer mismo tocaba en Barcelona Beyoncé, a quien a mí me gustaría mucho ver en directo, sería guay verla, pero fue un concierto al que asistieron 46 mil personas y las entradas costaban 140 euros, la más barata 90 euros y eso es una burrada. Eso no se lo puede permitir nadie hoy en día en España, menos la mayoría de la gente que tenga menos de 30 años, porque esa gente tiene empleos precarios si es que los tiene, entonces, al poner ese tipo de entradas haces un sesgo de clase al público al que va dirigida la música y yo creo que la música popular tiene que ser algo que se dirija al pueblo, a la gente de abajo”.
-Qué bueno que tocas ese tema, porque acá por ejemplo, hace alguna semanas, Love of Lesbian pidió que bajaran los precios de las entradas del concierto que tenían agendado en Santiago, por los mismos motivos. Sus seguidores los contactaron diciendo que eso no podían pagarlo y para poder bajar esas cifras, incluso se cambió de productora. En el caso de tus conciertos de esta gira, habían entradas vip para todas las fechas y en Perú costaban un cuarto del sueldo mínimo (187 soles, 50 euros). Es como si en España costaran 180 euros, pensando en un sueldo mínimo de 750 euros, aproximadamente. ¿No representa una contradicción y qué tanto pueden hacer los artistas para tener el control de esto?
“Es difícil, sobre todo cuando viajamos a Latinoamérica, porque es más difícil controlarlo. Aunque acá no estamos tan acostumbrados, pero está llegando lo de las entradas vip y es difícil sobre todo porque a veces te encuentras muchos intermediarios. Yo controlo el precio de las entrada de los conciertos que hago en España, desde hace poco, porque era algo que no miraba mucho, pero cuando me di cuenta de que promotores o empresas ponían precios o gastos de gestión absurdos que no tenían justificación, entonces empecé a fijarlo dentro de las condiciones cuando montas un concierto”.
“Para los conciertos en América Latina intenté que se minimizara eso de las entradas vip. La verdad es que no sé cuál es la situación al final, hablamos con la productora y creo que algo se habrá hecho, pero sí, es difícil y cuestión de tomar conciencia y estar encima de ello. Pero sí que al final puedes soltar un discurso y encontrarte con contradicciones de que tus conciertos son caros, no tanto como lo que veo. A mí me escandaliza ver eso, pues, que en los últimos siete años que España está sumida en una crisis total, con una gran falta de empleo y empleo muy precario, los precios de las entradas se han disparado. Han subido un 50 o 70 por ciento. Artistas que vienen por precios desorbitados que no se corresponden con la realidad y eso es lo que me preocupa, que haya un sesgo de clase en el público”.
“Una solución es compensarlo con conciertos gratuitos, por ejemplo, hace unos meses estuvo Silvio Rodríguez también de gira por España, hizo varios conciertos, las entradas eran relativamente caras, mucha gente no se lo podía permitir, pero lo que hizo fue quedarse y a las dos semanas, anunció un concierto gratuito en Vallecas, un barrio obrero de Madrid, lo pagó de su bolsillo. Asistió muchísima gente y fue un gesto populista y muy honroso por su parte, eso no se lo veremos hacer ni a Beyoncé ni a Bruce Springsteen, pero sí a Silvio Rodríguez”.
-Uno de tus discos más políticos apareció justamente en la semana de las elecciones generales de diciembre. Elecciones bastante especiales por lo demás, porque habían actores, tal como en las municipales, que nacieron de movimientos sociales y no de la política institucional. Veo una línea entre los procesos políticos de tu país y lo explícito de tu música en cuanto a estos temas.
“Tiene que ver, como toda la música popular, con los procesos sociales y políticos y culturales del lugar en el que nace, y en España vivimos un punto de inflexión con el 15 M en el 2011, con un ciclo de movilizaciones populares y espontáneas que dieron lugar a un nuevo clima social. En mi música estaba latente, porque siempre he sido de izquierdas, de Asturias, donde hemos vivido muchas luchas obreras, todas reprimidas y acabadas en derrotas y por eso teníamos una mirada un poco triste aquí y negativa. Pero este nuevo clima, tras el 15M, es lo que a mí y a otra gente nos ha hecho cambiar la mirada y por supuesto, como estaba en el aire, son cosas que se cuelan en tus canciones, la música popular siempre tiene que ser permeable a lo que ocurre a tu alrededor. Aunque hablen de intimidades, las canciones más íntimas también hablan del mundo en el que vives.
“A mí lo que no me gusta, personalmente, en la música popular, son las canciones que hablan del amor de una manera excesivamente romántica. Si se habla del amor tiene que ser de una manera real y por desgracia, este es un mundo hostil con las relaciones afectivas y eso es de lo que tenemos que hablar”.
“El 15 M fue algo que nos influyó a muchísima gente. A mí me hizo desviar la mirada, precisamente. Acababa de publicar La Zona Sucia y justamente estaba en proceso de publicar el ep hermanado y fue un disco que se fraguó cuando estaba un poco sucediendo todo aquello. La mirada cambió de una primera persona del singular a una primera persona del plural, porque realmente veníamos de tres décadas en que el discurso hegemónico era salvajemente individualista y eso se había colado en nuestras canciones y con el 15M nos dimos cuenta de que nuestros problemas no eran solo nuestros, sino eran de muchísima gente y que si queríamos buscar una solución, esta era colectiva y teníamos que cambiar la perspectiva. Por eso el siguiente disco se llamó Resituación. Creo que los músicos tenemos que cambiar la mirada cuando cambia el mundo a nuestro alrededor”.
Para ponernos en contexto desde Chile. El 15 M fue un movimiento social que surgió el 15 de mayo del 2011 (por eso el nombre), cuando jóvenes decidieron acampar en señal de protesta en la Puerta del Sol, una plaza en el centro de Madrid. Sus demandas estaban directamente relacionadas con la crisis política y el acuso directo a los políticos de estar de espaldas a los ciudadanos y al servicio de los bancos y los empresarios. Durante los siguientes días, la protesta creció. Se unieron más personas y fue un acto imitado en muchas otras ciudades del país, hasta llegar a miles de personas acampando. A partir de esta creciente manifestación, se articuló un discurso sin rostros individuales ni nombres, para canalizar sus demandas, fue un proceso colectivo a todo nivel, con incluso votaciones en asambleas. Uno de los puntos más interesantes fue que por un momento, todos los partidos políticos, incluso los de izquierda quedaron al margen, porque se trataba de iniciativas netamente ciudadanas. Tal como en Chile surgió el movimiento estudiantil o el reciente movimiento en contra de las AFP, sólo que con una visión más global y no temas concretos.
Desde ese espíritu poco a poco se comenzó a ver un deseo de institucionalización. Se formó el partido Podemos, que fue una especie de materialización del desafío que los partidos tradicionales lanzaron con desprecio, en la tónica de “si quieren cambiar las cosas, preséntense a las elecciones, veamos cómo les va”. Este partido tuvo éxito, transformándose en el tercer partido de España, cambiando el panorama electoral, luego de cuarenta años de status quo entre el Partido Popular (derecha) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Eso sí, en las últimas elecciones generales, parece haber frenado su ascenso.
-También participas de la Fundación Robo, un colectivo que trata de actualizar la canción política en un ámbito amplio. Hay artistas muy diferentes entre sí, pero con un motivo claro. ¿Cómo te involucras?
“Fundación Robo fue una de las muchísimas cosas que fueron consecuencia del 15M, de ese clímax. En ese momento, gente que venía de movimientos sociales y del activismo cultural y político de diferentes lugares, nos pusimos de acuerdo para dar un panorama de la música en su dimensión social y política, que era algo que parecía que no se hablaba en los años previos. Parecía que la música sucedía al margen de lo que pasaba en la sociedad y realmente, cuando sucedía esto en los noventa y en los dos mil, era de una manera no inocente, era algo que le venía muy bien al sistema. La hegemonía cultural neoliberal pasaba por la despolitización de todo el ámbito cultural y lo que hicimos fue expresar que necesitábamos una nueva hegemonía, que fuera crítica, que hablara de su tiempo y mirara hacia afuera y no al ombligo, que planteara problemas si era necesario plantearlos. Y juntamos a gente muy diversa e intentamos dar una perspectiva de lo que estaba ocurriendo en un momento, en el que todavía lo viejo no acababa de morir y lo nuevo no acababa de nacer”.
“Todavía se está en ese proceso, porque el camino se está haciendo más largo de lo que esperábamos. Acabamos de recibir una decepción bastante grande en las elecciones pasadas y creo que la batalla cultural es más importante que nunca. Precisamente, con la derrota, no la derrota, sino la pérdida de votos de Podemos en coalición con Izquierda Unida en las elecciones, se está hablando de que hay que volver a movilizar a la gente en las calles y que hay que plantear una batalla cultural también”.
-He notado que existe una decepción en el curso que ha tomado la participación de Podemos, de los candidatos que salieron de estos movimientos sociales y entraron a lo institucional con las candidaturas populares y las confluencias electorales, como Ada Colau en Barcelona o Manuela Carmena en Madrid. De hecho, tú le hablaste de eso a Colau en un tweet ¿cuál es tu pensamiento sobre el desarrollo que ha tenido este movimiento?
“Yo admiro muchísimo a Ada Colau, creo que es una gran política y lo que pasa es que en las nuevas formaciones, hay personas que venía del activismo de la calle que se ha involucrado en la política institucional, y tienen que tener muy claro que está al servicio de la gente. Antes, incluso en los partidos de izquierda, pensaban que ellos tenían que tutelar los movimientos sociales y no, es al revés. Tienen que estar al servicio de la gente. Entonces yo creo que apoyar ahora a formaciones políticas significa también poder ser críticos con ellos”.
(Discurso de Ada Colau luego de la confirmación del triunfo en las elecciones municipales)
Las iniciativas ciudadanas son agrupaciones de partidos independientes y movimientos sociales que se crearon hacia las elecciones locales del 2015. Aunque Podemos y otros partidos más pequeños participaron, hubo candidatos que aparecieron de esta unión de movimientos, sin ser partidos políticos. En la mayoría de los casos vinieron de instancias ciudadanas como Ada Colau (de la Plataforma Afectados por la Hipoteca, PAH) o de las luchas sociales como la ex jueza Manuela Carmena. Tal fue el éxito, que ganaron las alcaldías de varias ciudades, entre ellas las dos principales de España con Colau en Barcelona y Carmena en Madrid y otras como Cádiz o Zaragoza.
“El tweet era una llamada de atención sobre un tema concreto, pero tiene todo mi apoyo. Es verdad que ha habido una pequeña decepción con los resultados, se ha desmovilizado parte de la gente, no sé si por cansancio, por repetir elecciones o porque no se ha llegado o ha habido un discurso que se ha reblandecido para intentar que fuera más transversal y al final se consiguió, en lugar de llegar a más gente, desmovilizarla. Y bueno, estamos en ese proceso de repensar las cosas, y eso es bonito, repensarlas continuamente, ser críticos unos con otros siempre que sea con amor, cariño y vocación transformadora y yo creo que gente como Ada Colau, la gente de Podemos o de Izquierda Unida está en ese camino y confío en ellos, pero también confío en los movimientos sociales como la PAH o la gente que está peleando por el cierre de los CIE [Centros de Internamiento de Extranjeros, establecimientos públicos en los que se retienen a extranjeros sin papeles a la espera de ser expulsados] , o sindicatos como el Sindicato Andaluz de Trabajadores, por ejemplo”.
-En España también hay un sector del periodismo musical que sigue esta línea de crítica a lo que catalogan como hegemonía cultural, como Víctor Lenore o Nando Cruz. A veces, cuando leo sus publicaciones en las que hablan sobre Latinoamérica, veo que muchas veces por querer hacer una oposición a algo, o demostrar un punto, se cae en una mirada profundamente colonialista. ¿Qué piensas de eso, de cómo se habla desde allá de Latinoamérica?
La importancia de esta pregunta está relacionada, además de por tener líneas de pensamiento similares respecto a la música con estos periodistas, también por el trabajo que el compositor ha realizado junto a Lenore, prologando su libro Indie, Hipsters y Gafapastas: crónica de una dominación cultural, editado en el 2014.
“Es un tema delicado. Es un tema recurrente en las conversaciones, porque a mí me parece muy complicado reivindicar la música de periferia, que es la música que nace en los barrios, pero sin estar realmente cerca de ellos. Reivindicar por ejemplo la cumbia villera, pero, a la vez, hablar de la cumbia digital que es algo opuesto al público al que va dirigido. Parece que puedes pecar un poco de cierto esnobismo, de querer simplemente desmarcarte de una manera bastante superficial de lo que fue un poco la hegemonía o la anglofilia que vivimos en España”.
“Hay un periodista que se llama Luis Troquel, que es un gran periodista para mí. Él habla de todas estas músicas, sobre todo de la música de la que no habla nadie en España. De la que se vendía en las gasolineras, en cassettes, de la rumba más callejera, el flamenco más canalla. Y él, a la vez que hablaba de eso, escribía sobre los Smiths, sobre Sonic Youth, porque tiene una cultura vastísima, pero lo hacía de una manera muy natural, reivindicando esa música que estaba invisibilizada. Él hablaba de que cuando Alejandro Sanz era número uno de ventas, en realidad, no era él el que vendía más discos, sino que era Camela, que vendía discos en gasolineras o Manolo Escobar, pero eso no contaba para el mercado ni para la industria discográfica porque no era algo cool, no era algo guay, entonces estaba invisibilizado”.
(Cachitos de Hierro y Cromo es un programa de La 2 -televisión pública- donde se hacen revisiones temáticas con el archivo de Televisión Española. En este video pueden ver un extracto de aquel capítulo dedicado a la música de gasolinera, escrito por Luis Troquel y en este link, el programa completo).
“Este discurso creo, de gente como Nando Cruz o Lenore, a lo mejor es verdad que pecan de eso que dices, a lo mejor tenemos que aprender más de la visión que tenéis vosotros allá, pero lo que me parece más importante de ellos es que realizan una visión crítica del indie, que se trata en otros medios de una forma excesivamente complaciente. El indie en España, yo siempre digo que fue la música del Aznarato. Cuando llegó Aznar al poder en en el ‘96 -salió en el 2004- fueron los años en donde se fraguó el indie. Fueron esos años de neoliberalismo rampante y de un individualismo feroz, que al final influyó mucho en la música que se hacía. Y por eso, la mayoría de los discos que se publicaron entonces, no todos, pero muchos, tuvieron muy poca trascendencia, yo creo. Hacer esa revisión me parece muy lícito o hablar, como dice Nando Cruz, de cómo se convirtieron pequeños conciertos de salas en grandes festivales mastodónticos, que al final son empresas puras y duras, en las que hay grandes fraudes laborales, me parece que es necesario visibilizar, porque el discurso que hay es que todo es muy bonito y que tenemos que sentirnos muy contentos con lo que ocurrió en los noventa y lo que ocurrió fue, básicamente, nada”.
-En ese caso, cuando aparecen los textos como la serie sobre el Primavera Sound de Nando Cruz, él está cercano al contexto. Al hablar de Latinoamérica hay una lejanía en muchos sentidos, además de la territorial.
“Sí, entiendo lo que quieres decir y sí, hay que asumir que se puede caer en eso. Lo que pasa es que aquí, la música indie tenía esta excesiva anglofilia, los festivales eran festivales llenos de blanquitos y de música cantada en inglés, en los que no se veía más músicas populares en el mundo. Debería haber otros colores o ritmos en los festivales que se hacen en Europa, en España, vamos. Y es una reivindicación, pero es verdad que se puede caer también en eso. Es un poco peligroso, yo soy muy prudente cuando hablan de esos temas, pero los discutimos bastante y asumo que por ejemplo, tanto Víctor como Nando, están practicando una especie de algo que llaman… una vez Nando Cruz me dijo que Víctor Lenore hacía “periodismo del shock”, porque era un periodismo que intentaba lanzar dardos muy fuertes para crear debates sobre ello aunque se equivocara. Aunque estuviera lanzando balones fuera o errando el tiro, pero por lo menos, para crear un debate sobre ello. Él practicaba otro tipo de periodismo, pero últimamente también se ha apuntado al periodismo del shock y yo creo que está bien porque está todo muy abotonado aquí. Necesitamos que se debata sobre esto y probablemente, necesitemos también de la mirada vuestra para aprender y hacer posturas que pueden denotar ese colonialismo que llevamos en el adn por desgracia”.
-Esta es tu primera visita a Chile y tus seguidores las esperan hace mucho tiempo ¿Hay canciones que por pereza o actualización ya no toques regularmente pero que quieras recuperar esta vez?
“Creo que sí, estamos en estas semanas revisando el repertorio con este nuevo formato. Estos dos últimos años estaba girando con toda la banda y ahora lo haremos en formato trío, así que vamos a aprovechar de recuperar cosas que hace tiempo no tocaba, de mi primer disco, bueno, pero estoy decidiendo. Espero que sea algo que recorra estos quince años”.
-¿Conoces música chilena que tenga menos de treinta años?
“Ehhh ja, ja, ja, ja, la verdad es que no”.
-Ja, ja, ja.
“No estoy muy puesto en la música que se hace ahora en Chile pero, precisamente, una de las cosas que hago cada vez que visitamos un país por primera vez, es llevarme discos, todos los que me dejen en la maleta. Me gustaría encontrar mucha música antigua y nueva y que la gente con la que me encuentre allá que me recomiende. Me han dicho algunos nombres, pero no los recuerdo ahora para quedar bien contigo, se me olvidaron”.