Jorgeline Andrea Torres contesta el teléfono desde Motril, la salida al mar de la provincia de Granada, al sur de España. Está tomando mates en casa de sus padres, mientras sortea la humedad del verano.
Ms Nina lleva imparable, por lo menos, tres años. No deja de sacar canciones, colaborar y tocar en vivo lejos y cerca de casa. Este 2019 por fin entregó un trabajo estructurado en una mixtape, dejando atrás la vorágine de los singles. Perreando por fuera, llorando por dentro llegó, según ella, cuando tenía que llegar. “Siempre saqué singles porque no me lo tomaba muy en serio, no creía mucho en mí, algo así pasó. Y el año pasado dije ‘joder, por qué no hago un proyecto con un sentido y que tenga todo una misma forma’. A fines del año pasado lo decidí, cada persona tiene su tiempo, su momento. Dije que iba a hacer Perreando por fuera, llorando por dentro en el sentido de salir de fiesta, pasarlo bien, reírte, perrear, pero al otro día tener resaca y estar triste. Eso le pasa a todo el mundo, por eso lo llamé así. Estoy contenta la verdad. Lo grabé por todos lados, con productores con los que ya había trabajo y estoy feliz, ya estoy pensando en sacar el año que viene otra”.
“Siempre me gustó la música y era mi sueño, pero nunca lo probé porque pensaba que para hacer música tenía que cantar bien y en realidad no es así. Un día probé, hice una canción y poco a poco me animé. Iba a casas de amigos y grababa. Poco a poco me solté. Estoy muy contenta porque si hace cinco años me decían que iba a ir a Chile a cantar no lo creía (hace algunas semanas se presentó en la fiesta Hasta Abajo, presentada por Red Bull). Por eso siempre le digo a todo el mundo que si quiere hacer algo, que lo haga. Es mejor hacerlo, te vaya mal o bien, hacerlo, porque luego a lo cincuenta años arrepentirse de no haber hecho algo es triste”.
“Yo estoy muy feliz ahora porque me ha costado mucho tener lo que tengo. Era una persona muy tímida, muy cerrada, muy acomplejada y ahora me siento como una super mujer. Hago lo que quiero y estoy muy agradecida por la vida. No sé hasta cuándo durará hacer lo que me gusta y viajar, hacer música y divertirme. Estoy muy feliz conmigo misma, como persona, todo lo que crecí en el camino. No fue fácil, porque todas las personas tienen sus movidas, pero al final digo, joder, valió la pena hacer todo lo que hice, dejar mi trabajo, buscarme la vida”.
En el 2017 publicó ‘Reinas’, junto a Jedet y rápidamente se convirtió en una canción que funcionaba como himno de identidad para una generación. Como si fuera la nieta de ‘A quién le importa’ de Alaska, una comparación no tan antojadiza cuando la misma Alaska es quien lo piensa.
“Tenemos muchos fans jóvenes y mucha gente nos escribió en plan que gracias a nosotros se sentían mejor. ‘Reinas’ es una canción que a todo el mundo le gusta, es como un himno, sí. Es como un sueño para nosotras que ella lo diga. Nos gusta mucho Alaska, colaboramos hace poco con ella en una canción y estuvimos de gira juntas. Joder, que me invite a telonear con ella. Es como una madre”.
Jorgeline llegó a los catorce años a España desde Argentina, con su familia. Ahora tiene 28. De esos tiempos, recuerda que escuchaba a los famosos del reggaetón como Daddy Yankee, Don Omar y Héctor El Father, pero que “no había gente en España que grabara en su casa, como la generación que salió ahora. Sí se escuchaba reggaetón pero no estaba bien visto, en cambio ahora no falta una fiesta en la que pongan Daddy Yankee”, relata.
“Hace ocho años llegué a Madrid, iba a fiestas de latinos y gente que ponía reggaeton. O sea, siempre hubo eso, pero estaba más ligado a la comunidad migrante latina. Ahora vas a las discotecas de moda o de gente de plata y está. Antes ibas a las discotecas de migrantes y sonaba ahí, era algo más cerrado. Ha cambiado mucho, la verdad, en diez años”.
Ella cree que “se le dio más visibilidad a lo latino con nombres como J Balvin, con gente muy potente. Y también gracias a internet hubo gente que tuvo la inquietud de hacer música latina y que podían mostrarlo. Si no hubiese habido internet, hay mucha gente que no se conocería”.
Estamos en el 2019 y los debates públicos sobre apropiación cultural se han multiplicado. Ya no solo parte de la conversación de colectivos definidos, sino que incluso los más despolitizados -en el sentido más tradicional de la politización- se atreven a discutir la pertinencia de europeos haciendo reggaetón o la constante de Rosalía siendo primero cuestionada por hacer flamenco y luego por ser reconocida por el mercado estadounidense como artista latina.
“Joder, es que la gente es muy pesada. Mientras se respete lo que hace uno… por ejemplo, yo hago reggaetón y Bad Gyal hace dancehall, mientras ella respete de donde viene todo se puede hacer. Joder, estamos en el 2019, ya está todo globalizado, todo mezclado. O sea ¿yo tendría que hacer tango porque soy argentina? ¿no podría hacer otra música? Mientras se respete lo que se hace para mí está bien. Obviamente hay gente a la que le jode. Yo entiendo las dos partes, pero también entiendo que estamos en el 2019, todo está mezclado y que ya está. La cuestión es divertirse y pasarlo bien”.
“Si nadie se mezcla, yo no estaría aquí y todos en su casa, cada uno en el país en el que nació. Sería un poco aburrido ¿no? Todo se mezcla. Hay gente a la que le jode que otro se haga famoso con música que no es de su cultura. O dicen hay gente que canta reggaetón mejor que Nina y a Nina le va mejor. Yo pienso que si se respeta la raíz de algo, está todo bien. Si no, no. Eso sí no estoy de acuerdo con que la gente se aproveche de algo. Como lo que pasa con la comunidad negra en Estados Unidos, se aprovechan de algo, no respetan a esa comunidad. Cuando ellos hacen algo nadie les hace caso, pero si luego lo hace otro, es bueno”.
Algo que llama mucho la atención en los videos de Youtube de Ms Nina son los comentarios. Muchos de ellos son de mujeres que le agradecen por hacer música que les invita a repensar su cuerpo a través del baile. “Creo que es a través de la música, de las letras, de como te sientas. Por supuesto que bailar y perrear está guay, bailar aunque no sepas, poner música en tu casa mientras estás limpiando y pasarlo bien te suelta. Y una canción que te da buena onda y buena vibra te ayuda a sentirte más cómoda. Y sobre el cuerpo, sí, también, mostrarte con más naturalidad, porque todo que sale en las redes es un poco mentira ¿no? digo, mostrar que eres natural y que todas las chicas somos guapas como sea y que tener celulitis y subir y bajar de peso es normal, que nada es perfecto. yo creo que por eso, es por mostrar naturalidad”.
“Muchas chicas me escriben en plan ‘gracias a ti me puedo poner este short’, y joder, si nadie es perfecto en esta vida, todo lo que ves en Instagram tiene Photoshop. Yo a veces estoy gorda, otras veces bajo de peso, pero es muy fuerte que cuando estoy rellenita me dicen gorda y cuando estoy más flaca me dicen ‘qué guapa estás’ o ‘come más porque estás muy delgada’. Y es como mmm, yo no opino sobre tu cuerpo. Me parecen estúpidas las opiniones sobre el cuerpo. Yo no veo una persona a la primera y le digo ‘oh, qué viejo que estás, o qué gordo o qué feo’. Me parece de mala educación. Pero bueno, así la sociedad en la que vivimos. Por eso intento que la gente no se obsesione con eso. Todo lo que vemos en las redes es mentira”.
En la primera década del dos mil se hablaba de cómo el reggaetón era una moda que iba a pasar. En términos locales, como lo que sucedió con el axé. Pero, por el contrario, fue una cultura que creció y creció, cruzó las fronteras y junto con ello, se han ido ampliando los códigos, las maneras de producción y también los discursos. Si hace más de quince años las letras de Ivy Queen se veían como una excepción en un mar de canciones cantadas por hombres sobre dinero, pandillas y putas, hoy La Caballota puede ver nuevas voces que se acercan a su cuerpo de trabajo. Por otra parte, artistas como Bad Bunny han puesto en el mainstream (irónicamente siendo un artista masivo desde la independencia de los sellos) otros discursos, en donde se plasman otras imágenes, se habla de sentimientos como la pena y todo esto, de la mano con una estética que se aleja del estereotipo del reggaetonero de antaño.
“Antes sus letras eran de no puedo llorar, no puedo estar triste, no puedo sufrir. Y ahora, sí, sí. Ahora creo que sí se ha abierto más porque, ya no se toman en cuenta comentarios como ‘¿eres maricón? ¿por qué lloras?’. Ya estamos más avanzados. Ya está bien que Bad Bunny se pinte las uñas o se pinte los ojos, porque estamos en el 2019, cada uno hace la letra que quiera. Y es verdad que en estos últimos años los hombres han cantado más sobre llorar, antes el discurso era soy el mejor, el más macho y tengo putas. Ahora pueden hablar de sentimientos. Eso sí, todavía no se ha visto mucho hablar de un chico enamorado de otro chico. Tiene que suceder. Se ha avanzado un poco, pero no tanto. Seguro habrán chicos gays que hacen trap y todavía no lo van a decir porque la gente está muy desubicada, no entienden muchas cosas. Espero que algún día salga”.
Las canciones de Ms Nina son una invitación a las mujeres para definir y explorar su propio goce. Desde el sexual hasta aquel que te permite sentir confianza en otras áreas de tu vida y tomar decisiones. Fácilmente, entonces, estas canciones podían recibir la mención de ser música con un discurso feminista. Una etiqueta a la artistas como Tomasa del Real e incluso Ms Nina han resistido.
“La gente le pone etiquetas a todo y eso no me gusta. Yo, sin quererlo, cuando empecé a hacer letras, no es que dijera voy a hacer letras de tal. No, yo empecé a hacer letras de lo que tenía en la cabeza, de lo que me daba la gana y siempre me han inculcado que como mujer tengo que ser libre, son valores que mis padres me dieron. Pero no pensé en hacer música sobre eso. Son cosas sin intención. No me molesta que me encasillen en música feminista, pero a mí no me gustan las etiquetas, ni siquiera las de si eres hombre o mujer o si te gustan los hombres o las mujeres. Somos personas y ya está. Pero si me dicen feminista, no me molesta tampoco, o sea, no es un insulto. Yo soy una mujer libre, que hago música, trabajo independiente y tengo unos valores que se asemejan a gente que me sigue”.