Un día antes de presentar La Sombra en el Teatro Cariola, tomamos desayuno con Sebastián Sotomayor. Quedamos en el centro de Santiago, pedimos los cafés. “Aún no está tu disco en Spotify y tu concierto es mañana ¿pasó algo?”, pregunté, mientras caminábamos con nuestras bandejas hacia una mesa.
“Este disco lo financiamos con un crowdfunding pero además apareció una persona que me dijo ‘Seba, tu hueá me encanta, yo quiero financiar algo que funcione’. Entonces, él pagó la masterización del disco onda, en Sterling, el estudio más cuico de Nueva York, cada canción salió como 600 lucas, plata que yo nunca tuve, pero él lo pagó. Él no se dedica a la música, es ingeniero. Este gallo era muy fan de los Tunacola y este proyecto lo armó con el Richi Tunacola y quería meter a un artista más. Me hablaron a mí y fue como ‘me quieren pagar una masterización satánica, dale’. Y también armaron un estudio donde grabé. El plan que tienen es grabar estos primeros discos para hacer una especie de alianza y apostar por músicos jóvenes. El gallo es melómano… nunca me había encontrado con una persona así en la vida real, solo en las series de televisión. Y bueno, hubo un atraso con unas platas y la masterización, así que el disco va a estar esta noche en Spotify. Odio esta parte, pero lo hago porque quiero que la música salga y todo funcione”.
“Todos los discos los he grabado con gente distinta siempre. Lo único estable siempre eran los músicos, pero ya no estamos tocando juntos. Y mi productor, que estuvo conmigo un año y medio. Estábamos en un momento en que había que enseriar más el proyecto, necesitaba gente que estuviera cien por ciento metida, pero al mismo tiempo no tenía plata infinita para financiar eso, entonces, una persona que no estuviera comprometida no iba a dar lo que yo necesitaba. Los chicos con los que yo tocaba son bacanes, pero tienen caleta de proyectos paralelos. El Rodrigo toca principalmente con la Camila Moreno, el proyecto de Ítalo es Matorral y el David tiene una empresa que administrar, entonces, necesitaba que ensayáramos una semana de corrido o que nos fuéramos a un lugar a ensayar, cosas que siempre he tenido ganas de hacer, pero no podíamos”.
“Después de la gira a Europa que hicimos con el Pablo, mi Osito Productor, él se dio cuenta de lo heavy que es estar otro país, llegar y no sé, encontrar un lugar dónde quedarnos, o estar en el metro en Alemania, sin saber hablar alemán ninguno de los dos y tener que hacernos cargo. Era demasiado trabajo para él yo creo y además, no era algo que él quería, si él también quiere tocar”.
“Me di cuenta que con toda la gente que estaba trabajando, estaba por otros motivos que no eran los míos, por eso armé el equipo de nuevo. Lo que yo quería era mostrar estas canciones. Hago canciones desde que tengo doce años y nadie me pagaba, hasta hace cuatro años, de hecho yo pagaba por ir a tocar, llevaba mi teclado, pagaba mi taxi, arrastraba la hueá por las calles, entonces, siento que aunque haya plata o no haya plata, yo lo hago igual. A mí me mueve la cuestión, entonces, quería encontrar gente que la moviera también desde el lugar en el que estaba. Un músico que realmente quisiera tocar conmigo y no ocuparte como peldaño para hacer su proyecto solista no más. O sea, está bien que alguien quiera hacer su propio proyecto, pero hablo de tener un ímpetu”.
“También había dejado de trabajar con el Heyne, había tirado la toalla absolutamente en el verano pasado. A fines del año pasado hice unas tocatas de despedida y en esas tocatas llegó la Ivana, una niña que era fan, y me dijo después de la tocata en la que todos lloramos ahí, en mi departamento, ‘oye, yo me titulé de ingeniera comercial, estoy trabajando en una cuestión medio día, y quiero apañarte, quiero trabajar contigo’. Así que le dije ‘veamos qué pasa’. Empezamos a conversar y nos llevamos súper bien”.
“Yo no conozco mucha gente del mundo heterosexual porque cuando salí del colegio, siento que quedé tan pa’ la cagá que tenía millones de prejuicios frente a los hombres hetero, de que eran agresivos y tampoco me relacioné mucho con mujeres heterosexuales, porque era un cola en un colegio de hombres, así tampoco era fácil relacionarme con niñas cuando era más chico. Y creo que la Ivana fue la primera amiga que no tenía nada que ver con el mundo gay y enganchamos bien. Después conocí al Pablo Gálvez, también nos hicimos amigos , él es hetero también. Siento que estaba súper encerrado antes, que las personas con las que podía tocar y trabajar eran la única opción. Y había más gente que de verdad quería. Puse unos avisos en internet y llegaron muchos mensajes que decían cosas como ‘me gusta mucho lo que haces, tus canciones me ayudaron a no sé qué, quiero que trabajemos juntos’”.
—Bueno, en internet se puede leer de forma bastante regular que la gente te escribe para decir que una canción tuya les ayudó a sobreponerse a algo. Las resignifican.
“Ojalá sea así. O sea, sí, igual me lo escriben, es verdad. El otro día fui a hacer una charla a mi colegio antiguo, yo dije que nunca iba a volver ahí. Me habló el centro de alumnos y me dijo que tenían una semana vocacional, y que querían que yo fuera a hablar cómo era la vida real de un músico y yo decía “no sé nada realmente, la vida real de un vago te podría responder, ja, ja, ja”. Y fui. Me enfrenté a una legión de primeros y segundos medios, una legión de adolescentes gritones. Hicimos la charla y me puse brígido igual, traté de darlo todo y los profes fueron muy buena onda. Igual conté que ahí me habían tratado como el pico. Yo le decía a los chiquillos que si ellos quieren hacer algo distinto, tienen que atreverse. ‘Yo sé que ustedes no me lo van a decir ahora, porque toda esta gente los va a molestar, a mí también me molestar, pero atrévanse’. Pregunté quién quería estudiar algo artístico y solo dos personas de 120 levantaron la mano. Quizás fue el peor consejo que les podía dar, ja, ja, ja”.
“Salí cargado de la hueá y después en Instagram tenía mensajes de cuatro niños que decían algo así como ‘estuve en tu charla y me daba mucha vergüenza hablarte pero me sirvió mucho’. Y ese tipo de cosas hacen que valga la pena, yo quiero que mi productora y yo lloremos cuando leamos ese mensaje, que de verdad importe. Que lo hagas por eso, no por la plata que un disco puede generar o porque eres famoso y que grabar un disco contigo ahora sea bacán”.
“El otro día mi batero nuevo me decía -el Nico- ‘Sebastián tú ya tienes que empezar a ver los derechos de tus trabajadores’. Y yo le decía ‘Nico, yo soy un pirata, no voy a meterme a este sistema, hablamos de eso en las canciones, cómo quieres que me convierta en una empresa, no’”.
—Y cómo manejas eso. Para tu equipo esto es un trabajo, pero tú no quieres entrar en las reglas del trabajo como se conoce, la isapre, la AFP, etc. ¿Cómo haces que tu equipo se sienta retribuido en tiempo y esfuerzo sin caer ahí?
“La clave para mí, que es algo que estoy aprendiendo porque a mí no me han enseñado, es que si yo no hago canciones y conciertos no le puedo pagar a nadie. Entonces, soy responsable de una especie de familia chica por la que tengo que responder. Yo siento que igual, cuando uno va al colegio y te dicen ‘ya, todos son hombre o mujer’ y uno dice ‘sí, es cierto, tenemos vagina, pene, sí, es verdad’, tú crees por una idea que es cierta, una lista de generalizaciones que no son verdad. En la volá del trabajo yo creo que es lo mismo. Creo que es importante que una persona encuentre una actividad que lo llene y lo haga pleno, y además vivir de manera cómoda a partir de eso, pero creer que el trabajo es algo inherente al humano no es real, ese sistema es el que acomoda gente que está arriba de todos, para que tú le pagues a ellos. Es demasiado ridículo”.
“Yo sé que si esto sale en una entrevista me van a llevar preso, pero cuando una persona entra a mi barco pirata, yo le digo ‘estas son mis reglas, dime tú lo que necesitas para ver si realmente es lo que yo te puedo dar por cada tocata y si estás de acuerdo lo hacemos’. Pero no voy a ofrecerle a nadie un plan de salud ahora, en estos momentos. Yo hablé con mi equipo que si tenemos más plata, obvio que si alguien se enferma, si yo puedo, voy a pagar la hueá, porque aunque suene muy cursi yo creo mucho en hacer una familia todo el rato. En mi vida, en la volá de los pololos, porque soy poliamoroso, también es lo mismo. Es hacer una familia grande y cariñosa. Yo creo que en el trabajo es lo mismo. La Ivana va a mi casa y está con el Cris, yo no creo en esas líneas que nos inventaron. No creo que el trabajo tenga que ser como nos han dicho que debe ser. Yo tenía una banda con mis amigos del colegio y no era un trabajo. Ahora tengo la suerte de que alguien me da plata por hacerlo, pero lo haría sin plata. Y quiero estar con gente que quiera vivir de esa forma, que quiera ser un pirata”.
“Yo le digo a los chiquillos que hay que ir, encontrar un botín, crearlo de la nada. Si ¿qué es poner un aviso en Facebook que diga ‘voy a tocar, páguenme si quieren’? Voy a tocar, estas son mis canciones, si te gustan, anda a mis tocatas para yo poder financiarlo y seguir haciendo esto. Creo que mucha gente lo entiende”.
—Hay personas que no están de acuerdo. Te lo escriben en comentarios.
“Es que en internet siempre va a aparecer una persona a la que no le va a gustar. Yo creo que la persona que encuentra barsa el trueque, no lo debería hacer y fin. Cada uno puede hacer lo que quiera. Por ejemplo, trato de meterme tímidamente en la onda del feminismo porque siento que las mujeres tienen ese espacio que les gusta reclamar para ellas y está bien, porque las personas que tienen pene nacieron con miles de espacios. Y yo igual me siento al medio de toda esa cuestión, porque yo no comparto ningún espacio con esa gente con pene, pero creo que si intentara ser una voz muy fuerte en ese espacio feminista, sería quitarle protagonismo a personas que lo están armando, que están ahí. Pero siento que esa división que se hace entre pene y vagina a mí me vuelve medio loco”.
“Me preguntaron la otra vez por el Ruidosa, que sea una iniciativa con puras mujeres, y yo creo que es bacán, pero también ¿por qué seguir nosotros con esa división? Gente que entiende que esa división es ficticia, por qué seguir haciéndola. Yo me siento muy una mujer y un hombre… y trato a toda la gente igual”.
“Y sí, yo igual soy barsa en un sentido, porque le exijo todo a la gente. A la gente que trabaja conmigo le exijo todo. Tiene que salir perfecto, porque yo también lo doy todo. Onda, si me dicen ‘no hay plata para pagarte el Uber’, no me importa, si es plata, este pantalón lo tengo hace cuatro años, esta otra hueá hace seis”.
“Yo casi me morí, tuve una hepatitis satánica, casi fue fulminante y estuve a cinco horas de que me dijeran que me tenía que trasplantar. Eso fue hace cuatro meses. Fue justo para mi cumpleaños, el 10 de julio, feliz cumpleaños Sebastián, felices treinta años para ti. El Cris, que es enfermero y es mi pololo hace ocho años, tenía una cara de miedo gigante. Él no estaba seguro de si yo iba a poder salir de ese lugar. Después de todo dijimos que no tiene sentido atraparse porque no tenemos plata. Nosotros vamos a tocar, o sea, yo voy a hacer este concierto en el Cariola y bacán que la gente fue a comprar su entrada y se agotó, pero si no, igual lo voy a hacer. Vamos a tocar siempre. Yo creo que esa es una constante en el trabajo que hacemos, darlo todo, porque la plata es un invento. Está bien, yo no hago tocatas gratis si no es un colegio o algo que me importa apoyar y a veces aunque quiera hacerlo no puedo, porque no puedo autofinanciarlo ahora. Ojalá algún día cuando sea famoso como Francisca Valenzuela. Alguna vez lo he hecho, pero siento que igual no hay que olvidar que la plata no es la hueá. Si uno se mete a la música pensando en hacer un negocio, no sé po, al Heyne le resulta, a nadie más, ja, ja, ja. No sé, la plata no es una razón válida para estar metido en esto”.
“A mí me da rabia. Veo que hay gente que habla en sus canciones de cosas comprometidas pero también es importante vivirlo, porque o si no es falso. Los artistas que más me gustan, yo les creo todo, les creo las entrevistas que hacen, la ropa que usan, no creo que sea una parada”.
—Tu disco está súper gótico. Es lo primero que puedo decir, hay un tono diferente, se fueron las mallas de colores y el humor, pero además, se ve que hay canciones escritas desde otros lugares.
“Creo que el disco tiene tintes de humor, porque soy yo, pero igual es medio depresivo, o sea, igual pensé en tirarme de un edificio en el verano, pero también tiro tallas al respecto. Un dia hice una lista de cosas que me hacían tirarme del edificio y cosas que no, y ganó la de no tirarme, o si no, no estaríamos haciendo esto, ja, ja, ja, ja”.
“Cuando yo era muy chico y era muy inseguro de mi cuerpo, siempre usé la cartita del gordito simpático, dicharachero. Yo creo que lo aprendí a hacer, como una aceptación, porque yo me sentía muy feo, muy horrible y tenía que ganarme a todos con mi personalidad, de alguna forma. Y creo que cuando hice mi primer disco en el 2010, todavía era mucho ese Sebastián, tratar de agradarle a toda la gente, tocaba en pésimas condiciones y decía que sí, pagaba por tocar y me reía igual… entras y comienzas a ceder. Pero yo ya no quiero ceder más. Ya no quiero usar el humor como una herramienta de esa forma. Javi, yo de verdad veo el balcón de mi edificio y me da pena y me da rabia. Veo el sistema de salud, tengo una deuda gigante…”.
—Eso quería preguntarte ¿cómo se trata una enfermedad tan grave un músico en Chile?
“Yo me la traté endeudándome. O sea, lo bacán fue que mi papá tenía un seguro catastrófico que cubría a toda mi familia. Y como soy músico, él nunca me sacó del seguro y pagaba veinte lucas al mes durante mucho tiempo y esa cuestión nos salvó un poco ahora, pero igual tengo una deuda que ni siquiera está lista, con eso te digo todo, todavía están sumando hueás”.
“Fue terrible la hueá de la clínica por otras cosas también. Me di cuenta que te discriminan caleta por ser cola, por tener tatuajes. Me hicieron como cuatro veces el examen de VIH y yo les decía ‘me lo hice recién, no es VIH’ y el doctor me decía ‘no, es que hay una posibilidad de que sea una infección’. Onda, me había salido positiva la hepatitis, la de la comida, la más normal. Y aún así me repetían el otro examen que salía caleta de plata. Y me preguntaban cuándo había sido la última vez que… y yo les decía que de verdad no era eso. Después de que lo descartaron, por fin, todos los doctores que venían me preguntaban exactamente las mismas hueás. Gente culiá de las clínicas culiás. Y después una enfermera -Javi, yo estaba amarillo, pa la cagá, me hablaban y yo lloraba- llega y me dice ‘oye ¿tú erís cantante?’ y yo ‘sí’, ‘lo que pasa es que otra enfermera te vio y no puede creer que eres tú, su sobrina te ama y pregunta si puede venir ella a la clínica para que conversen’. Y yo llorando le decía ‘por favor, no me hagas eso, qué onda’. Y así es la gente. Le da lo mismo, aunque estés amarillo, muriéndote”.
“Obvio que a mí me dan risa las cosas y trato de ser positivo, pero a veces la vida me gana un poco. Yo me siento muy superado. Me cuesta mucho confiar en la gente, por todo lo que me pasó en el colegio, yo creo. Y el Heyne se acercó a mí y me dijo ‘tu hueá me hace llorar, yo quiero grabar un disco contigo’. Y después salió con la hueá de la plata, que no sé cuánto. Y la gente es así po. El Pablo también me dijo que no podía seguir trabajando conmigo si no le pagaba más plata y yo le decía ‘pero mira cuánta plata hay, mira lo que hay que pagar, qué quieres que haga’. Es difícil confiar. Y La Sombra tiene que ver con eso, con esa rabia. Yo leí unas cosas jipis que decían que a uno le da hepatits cuando tú no sueltas la ira y la dejas dentro de tu cuerpo. Y yo siento que este disco es súper rabioso, canto con rabia, las guitarras también son así”.
“Siento que también me di permiso para eso, porque mis primeros discos son dulces, tiernos, chistosos, para caer bien. Yo creo que ese ingrediente chistoso se ha ido desvaneciendo a medida que los discos pasan, me siento con más permiso y seguridad de que ya no me importa agradar. Sé que hay gente que me apaña, que escucha la hueá y le gusta, y no porque es chistoso, sino porque ven una cosa que es media pesimista, al final”.
“Si este disco lo pudiera resumir en una frase, para mí, es que estoy súper consciente de que esta hueá se va a acabar. Yo veo estas arrugas, estas manchas que mi mamá también tiene, mis canas que salieron explosivamente. Y yo veo el fin. Lo veo. Mi abuela se va a morir. La muerte está detrás de todo. Uno es un suspiro no más. Hasta los Beatles que es la banda que más se conoce, en doscientos años más va a ser una huella de algo no más. Uno es intrascendente, por más que uno escriba libros o haga discos. La única forma en la que siento que puedo trascender es con ese mensaje que me mandó el niño del San Ignacio, en el que me decía que iba a estudiar música. Aunque él no se acuerde de mi cuando sea viejo, él estudió música por algo que yo dije quizás. No tengo otra manera”.
“Uno cree que uno es muy especial, pero eres igual de especial que la hormiga que pisas cuando vas caminando. Eres lo mismo, solo que más grande y que puedes elaborar una cadena de pensamientos, pero nada más. Yo creo en el optimismo igual. Sé que si tú dejas esa semilla, Chile se puede transformar no sé po, en Amsterdam, donde la gente puede fumar pitos, puede culiar con quien quiera y aprovechar en paz este suspiro. Ahora, además, estamos demasiado atrapados impidiendo que la gente respire en este segundo que tiene para respirar. Y obvio que voy a pelear contra eso. Y voy a estar muy ilegal, voy a fumar muchos pitos, voy a ser muy cola, voy a tener muchos pololos, voy a hacer mis tocatas ilegales”.
—Bueno, para este disco cambiaste todo tu equipo de músicos y producción. También comenzaste a trabajar con Cristián Heyne, pero al final terminaron esa relación.
“Heyne fue una figura… mira, esto fue así. Nosotros durante un año y medio trabajamos todo el repertorio que está en La Sombra. Entre los dos escogimos las canciones que iban a estar en el disco, pero si escuchas el demo de ‘Las Polillas’, se parecen mucho, porque las canciones llegaron a una estructura. Algo que él me dijo -porque me sacó el rollo- me quedó dando vueltas: ‘Sebastián tú quieres decir algo, esto se trata de hablar de cosas y tú tienes esta volá de adornarte’, que tiene que ver con eso de ser muy simpático, y eso se traduce también en usar muchos acordes, cantar con todos mis registros para decir que puedo cantar. Y me dijo ‘no tienes que demostrar nada, prueba hacer canciones con tres acordes y vas a estar tú igual, trata de ser específico con las palabras, llega lo medular, trata de decirlo de la forma más universal’. Y eso me quedó dando vueltas y creo que las canciones de La Sombra tienen esa concepción, en este disco no hice arreglos de cuerdas ni nada. Es una banda: yo tocando guitarra o piano, el bajista, el batero y unos ruidos. Hice una banda de garage y es la música y la letra no más, traté de limpiar todo”.
“Hice una lista de cuáles debían ser los sencillos y estaba ‘Edificios’. Todos decían ‘esta es la canción más rara del disco’, y yo respondía ‘me importa un pico, a quién tengo que sorprender’. Onda Heyne me decía, ‘Hijos del Peligro va a dejar la patá’ y no sé qué. Y yo como ‘pero qué me importa, si yo no hago esto para eso’. Lo que te da el éxito aparte de las circunstancias es la constancia y la perseverancia, y yo prefiero ser un artista congruente a un artista que tuvo un boom en un momento y se hizo famoso. Yo estoy bien con la plata que tengo”.
—Pero eso lo piensas ahora o siempre lo pensaste. Me da la impresión de que por un momento pasaste por un momento de ansiedad.
“Yo insisto en que, ponte tú, yo no me acerqué al Cristián. Él se acercó a mí, me contó un cuento que a mí me ilusionó mucho, me dijo que él se emocionaba con mis canciones, que él quería hacerlas brillar, y fue bacán porque yo nunca había trabajado así con otro productor, en el sentido de ser capaz de soltar la canción. Yo la hacía, se la mostraba terminada y se la pasaba a él. Y él hacía una propuesta. Entonces yo sentía mucho que era un trabajo de los dos y eso era estimulante, porque él me mostraba algo y a mí me gustaba. Sentía que entendía la canción y que crecía en la dirección en que la había compuesto”.
“Yo nunca había trabajado así antes, porque soy un cabrón. Pero también él llegó y me conquistó, po’, ja, ja, ja. Solo que después me di cuenta que habían más cosas y trabajar un disco para mí es algo súper íntimo. Durante ese tiempo también estuve con un rollo muy brígido, tuve un pinche que me dijo que tenía VIH y nosotros habíamos tenido caleta de sexo sin condón, entonces, yo pensaba que también tenía la hueá. Y pasó un período más o menos largo, porque tenís que esperar dos meses para hacerte el examen y saber si hubo contagio. Una mierda esa hueá. Yo le conté todo eso al Cristián ¿cachai? La canción ‘Hijos del Peligro’ se trata mucho de eso, ‘Edificios’ también. Yo sé que nada tiene sentido y todo es un invento, pero como uno es un humano racional, siempre hace una línea de las cosas. Y en ese período todo era oscuro, pasaba algo más y me iba más al fondo. Pero rescato de todo eso este disco”.
“Cuando Björk hizo Vulnicura… bueno, veía ese video de ‘Black Lake’, donde la mina se pega, y yo llorando… he perdido horas y horas de mi vida viendo esa hueá en repetición. Y ella decía cómo transformar esta mierda, esta pena, en algo que sea una huella. Cómo hacer una canción de rabia, desamor o de que te quieres suicidar, pero que para alguien más signifique una empatía, un seguir adelante, un cambiar algo. Uno puede seguir siendo una mierda de persona, pero lo que tú haces, sea algo bello. Y a mí me pasa con canciones como ‘Niños Rosados’… esa es una historia que me pasó a mí, pero para mucha gente es un himno de algo, algo propio y le dan otro sentido que no tiene que ver conmigo. Le dan una vida nueva. Y me gusta mucho pensar que este período que casi acabó conmigo se transformó en un disco. Algunos dicen ‘este es el disco más importante de mi carrera’, a mí me da lo mismo, porque creo que cada disco que tú haces es cada vez más profundo que agarra al anterior más las experiencias que vas teniendo. Porque para mí no es como para Shakira quizás, que hace un disco para tener un éxito, sino que los hago porque o si no me muero o tengo que ir al siquiatra”.
“Igual, yo le dije al Heyne que no iba a cambiar ninguna letra ni tampoco las estructuras de las canciones. ‘Si esta canción no te convence, yo prefiero hacer otra’, le decía. Yo en eso soy súper brígido igual, porque de eso se trata, po. Lo otro es sacarle brillo no más”.
“Yo llegué de la gira de Europa, el Pablo dejó de trabajar conmigo y el Heyne me dilató un poco lo del disco y yo necesitaba seguir. Yo siento que él también es un artista pero de la producción, no de la composición ni de la performance. Entonces, creo que él también tiene su personalidad de artista, con todos sus rollos, así que no podíamos coincidir. Y él necesita mucho eso de llegar a un acuerdo económico previo y yo no iba a pedir un préstamo a un banco para endeudarme y pagárselo a él. Yo no podía además meterme en eso. Yo necesitaba a alguien que se zambullera conmigo y su forma de trabajar no era así. Necesitaba a alguien que me sostuviera. Yo le dije en algunos mails, onda, ‘no me recordís a mi papá que no me iba a buscar al colegio y me dejaba ahí botado, no me abandones con las canciones”, pero él igual se demoraba en responder y no sentía que me sostuviera”.
“Probé trabajar con hartos productores también. Hablé con el Milton de los Denver porque somos súper amigos, trabajamos unas canciones, y yo me di cuenta que tenía super claro lo que quería. Muchas ideas de las canciones yo las tenía claras, pero como trabajé con Heyne, todos piensan que lo hizo él. Me han llegado hartos comentarios de ‘Los Edificios’ del tipo ‘Sebastián, qué bacán tu sonido nuevo con el Heyne’ y Heyne ni siquiera escuchó esa canción. La gente habla no más, po’”.
—Recuerdo que hace dos años, probablemente, un diario sacó una nota sobre “artistas emergentes” y te mencionaban. Lo encontré ridículo, porque ya ibas en tu cuarto disco.
“Ja, ja, ja, sí, bueno, solo por eso, de puro picao hicimos esta discografía completa, con cuatro discos. Y también hicimos el Grandes Éxitos que son veinte canciones que la gente se sabe en los conciertos. No sé, yo creo que la gente que va a mi volá entiende. Yo creo mucho en el paso del tiempo. Creo que la persona que me financió el master es bacán, pero si no hubiese estado, yo te aseguro que hubiese estado igual sacando mi disco ahora, de cualquier otra forma. Hace dos o tres años, la Javi Mena lanzó su disco en el Cariola. Yo vi ese concierto y dije ‘capaz algún día yo haga algo así y va a ser bacán’. Y ahora lo estoy haciendo, entonces, si eso fue después de diez años del Esquemas Juveniles, que siento que es como El Hambre para mí, es decir, en el 2023, queda mucho tiempo. Tengo treinta años. Creo que todo es perseverancia”.
—Esa caja de cuatro discos es súper Jóvenes Brujas. Como en La Sombra, hay guiños a Buffy.
“Sí, mucho. Buffy tiene siete temporadas, yo crecí con ella”.
—Obvio que te sabes de memoria el capítulo del musical.
“Sí, me lo sé de memoria. Hay una lista que hice en Spotify que son mis canciones y la última es la del musical de Buffy. Había un concepto en la serie que es esto de la magia. Cuando los personajes se inundaban de magia, que era como un poder, como acceder a una fuente poderosa que te permitía hacer cualquier cosa en esta realidad, los ojos se ponían negros, pero no porque eran malos, sino que porque era algo que te absorbía, que te ponía en una corriente. Pero como estos demonios eran solo humanos, hacían cosas malas y cosas egoístas. Si estaban despechados mataban a otra persona… en el fondo eso es la magia negra: ser dueño de un poder y ocuparlo para hacer algo terrible”.
“De repente, a Buffy le hacían un conjuro y se volvía loca pero mataba al malo. Yo siento que con este disco, conocer al Heyne, conocer a otros artistas medios famosos… me ha pasado en la calle que niños me ven y se ponen a llorar. Me abrazan y lloran. O en una fila de un concierto, corriendo, como si yo fuera algo… no sé. Eso le pasa a la gente famosa po, y yo digo por qué, si en las canciones les digo que soy lo mismo, que si nos encontramos nos sacamos una foto y no me voy a ir corriendo. Y cuando hacen esas cosas, es como que te dieran un poder y te transforman en Willow. Se te ponen los ojos negros y es obvio que si un niño muy hermoso de 19 años me coquetea, yo voy a caer en sus redes porque me encantan los niños lindos, pero este niño solo quiere culear conmigo porque soy cantante. Entonces, ese poder yo igual lo ocupo, porque la gente te da ese poder. Y para mí ha sido un poco terrible lidiar con eso. A mí la gente ya nunca me lleva la contra. Yo voy a un lugar y me pagan la entrada, podemos comer y pagan la cuenta. Uno empieza a sentir que está en un lugar de privilegio y es súper importante cuestionártelo y decirle a esa gente que no, déjame pagarte, déjame invitarte a un concierto, no sé, algo”.
“Hay niños en Siria que no tienen papá ni mamá mientras que uno cree que internet es un derecho. Hay lugares en el mundo en los que internet es un derecho ¿cachai? Entonces uno ahí dice, ‘eso es un poder’. Es un privilegio que yo tuve por nacer acá, soy Willow. Y ese poder para qué lo estoy ocupando. Entonces, yo ya tengo este poder y… me pasa que ahora conozco a alguien y ya es como ‘ah, tú eres el cantante’ como si mi vida fuera muy glamorosa y nada que ver. Entonces, tienes que aprender a no abusar de eso y ocuparlo para algo bacán”.
“En todas las fotos del disco tengo los ojos negros por eso, en todo el arte del disco tengo esas escleras negras que duelen más que la chucha. Y al final Willow se convierte en una máxima porque logra canalizar ese poder que siempre tuvo, y lo usa para hacer algo muy bacán. Y de eso se trata, yo creo. Sobrevivir esta depresión, sobrevivir esta presión, soportar al niño muy fan cuando te pilla y estás drogado o… una vez estaba terminando con un pololo, yo estaba llorando y un niño me dijo ‘Seba una selfie porfa’, y yo estaba llorando y sacó una foto y se fue. O una cita de Tinder a la que no le gusté nada y a mí tampoco. Dijimos ‘esta fue la peor cita’, ‘sí, ya chao’, y cuando íbamos caminando al Metro me dice ‘¿nos podemos sacar una selfie?’ y yo así como… ‘¿de eso se trató todo?’. Es heavy igual, no poder escapar de eso, de que la gente te conozca por interés. Yo por eso me aferro al Cris y a mis amigos antiguos, porque para ellos yo no soy Willow”.
“La gracia de Buffy es que es esta cazadora tiene sueños proféticos y la última habilidad que la cazadora siempre tiene es la intuición de lo correcto. Ella siempre sabe en el fondo de su corazón lo que está bien, entonces, tiene que creer mucho en sí misma. En muchas partes de la serie todos dudan de ella y eso la hace dudar a ella también. Y su pelea es eso, estar siempre sola, la cazadora hasta el último capítulo siempre es una sola y tiene mucho poder. Y con los cantantes la gente hace un poco lo mismo, te ponen en un pedestal, te piden fotos, como si fueras una atracción”.