De Chile a México, de las guitarras que nunca la identificaron del todo a las bases con las que venía trabajando desde hace años. Mariel Villagra sólo fue Mariel, pero emigró a otro país y ahora regresa en versión aumentada. El doble, para ser exactos. Con ideas claras, sonido renovado y estreno fonográfico, Mariel Mariel y la música vienen a la carga.
En mayo del 2007, la hija de Pedro Villagra lanzaba su debut solista. Semanas después, visitaba México por primera vez. Sólo fueron unos días, pero ese tiempo fue más que suficiente para decidir que ése sería su nuevo destino. Hoy, casi cuatro años más tarde, ya no es “la hija de”. Mariel Mariel tiene nombre y trayectoria propios, un puñado de buenos singles y dos discos que a simple vista parecen casi contradictorios entre sí.
Pero esa dicotomía no es tan extrema como puede parecer a simple oída. Bastan unos minutos con su autora para que ella lo explique. “Yo venía haciendo electrónica desde “No Me Despierten!” (2007). Los demos están hechos con Reason y mi voz. Pasó que se dio la posibilidad de grabarlo con guitarras, y en ese momento me embalé y lo hice. Pero antes siempre renegué de eso. Estudié música clásica en el Conservatorio, pero a mí me gustaba el sonido de la calle. Quería hacer algo popular”.
De hecho, al poco tiempo se aburrió. No del instrumento, sino de la imagen que varios ya se habían hecho y no pocos le habían impuesto. “Yo tenía claro que soy más que eso. Me pedían ‘Enredadera’, y ya, bacán, pero nunca fui la niña de la guitarra. Estaba en otra onda, muy de rave, muy prendida”. Otra frecuencia que de a poco comenzó a asomarse, primero con el remix que DJ Caso hizo de ‘Aconséjame’ (y que derivó en un video que rotó durante meses) y ahora, de frentón, con este nuevo álbum.
“Era algo que tenía que desahogar. Ese timbre, esa sonoridad electrónica”. Un nuevo proceso en que esta guapa buscaba marcar diferencias. “Quería un disco más electrónico, más sucio. Que las canciones, aunque en el fondo siguieran siendo pop (yo puedo tocar este disco en guitarra sin problema), fueran rockeras y agresivas. Pero trabajé con un productor de pop, y eso resultó en un sonido más agudo y limpio”. Todo como parte de un ejercicio de inserción, tal como fue su llegada a México.
“Yo no llegué allá a decir cómo tienen que ser las cosas. Al revés: me voy a adaptar a un nuevo país. Y en este caso, quise confiar en alguien que me decía ‘si suenas de esta manera, te van a interpretar bien, van a entender lo que estás diciendo. Te propongo esto, te sugiero esto’. Y fui cediendo, observando y disfrutando las cosas. Estuve presente, fui aguja con todo, pero dejé ser musicalmente”.
MARIEL AL CUADRADO
En 1977, Liza Minelli hizo historia con el ya inolvidable tema central de la película “New York, New York” de Martin Scorsese, la misma canción que posteriormente Frank Sinatra terminaría de dejar inscrita a fuego en los anales de la hitoria y la memoria. Y, como corresponde al ego a la usanza norteamericana, al tiempo se acuñó la frase “so good you have to say it twice” (“tan bueno que debes decirlo dos veces”).
Es inevitable recordar aquello al contemplar el cambio de nombre por el que ha pasado Mariel Mariel. En nuestro idioma, una curiosidad que practicamente nunca se ve (José José siendo el obvio e inevitable referente en ese sentido). Pero la historia se hace aún más insólita al saber que el cambio fue el resultado de una idea colectiva y ciento por ciento ajena.
“Mi Myspace era ése. Facebook, también. Y los mexicans engancharon altiro con llamarme así. Me simpatizó. Una vez, una niña me reconoció en la calle y me preguntó si yo era Mariel Mariel. Fue bacán. En los flyers, en los afiches empezaron a llamarme así, y caché que a la gente venía gustándole. Lo vi cuando tocamos en el Club Atlántico, en el centro, con Daniella Spalla (argentina, si yo tuviera 12 o 15 estaría loca por ella) y La Niña Dios (la rapera actual mexicana, una güera norteña bien cagada). Sin que yo dijera nada, me nombraron así. Y obvio, me encantó la idea. Así que ya, ganó”.
Las decisiones así, libres y espontáneas, son una constante y están presentes en todos los aspectos de este proyecto. Financiado por un Fondart, terminó siendo registrado (y editado) de forma independiente por esta compositora. “Pre-produjimos todo el 2009 con Andrés (Landón), y cuando me gané este fondo estando allá, me di el tiempo de ver con quién producirlo. También tenia la posibilidad de hacerlo sola, comprar equipos, armar mi propio estudio, que es una manera súper válida e interesante, pero no. Quizás más adelante”.
Finalmente optó por buscar a alguien con experiencia en el asunto, “por varias razones, la más importante siendo que me quería introducir al mundo mexicano. ¿Y qué mejor que alguien que ya tenga carrete ahí?”. Arturo “Turro” Medina, quien ya había supervisado el debut de Pedropiedra, fue el escogido para esta aventura sonora. “Empezamos a trabajar online: intercambiamos bases, ideas, canciones, demos, maquetas, las comentábamos. Me vine a Chile a fines del 2009, y cuando volví en marzo nos fuimos directo al estudio”.
El trabajo adelantado pagó frutos: en un mes ya estaba todo grabado (“yo creo que rara vez una artista le patalea tan poco a un productor”), y sólo faltaban registrar los featurings para comenzar a mezclar. Ahí vino otra pausa de un par de meses, los necesarios para encontrar los nombres adecuados. “Resultaron colaboraciones bastante interesantes, creo que las más interesantes que podría haber llegado a tener”.
Leonel García (‘Adiós Con Tu Cuerpo’), su amigo Juan Torreblanca (‘Se Trata de Amar’) y Natalia Lafourcade (‘Nos Llevamos Tan Bien’, segundo single que ya está rotando en radios) fueron los escogidos para reforzar este trabajo, mezclado en Sterling Sound, Nueva York, nada menos que por Tom Coyne (The Roots, Britney Spears, Ja Rule). La distribución todavía es un tema que está en conversaciones. El disco físico está a la venta en la disquería de musicachilena.cl, pero las ofertas de disqueras y portales de ambos países involucrados han hecho que su digitalización aún esté en el aire. “Con lo poco que se gana, mínimo darle la exclusividad a un sello, trabajar coordinadamente con un grupo de gente para repartir la plata y que sea conveniente”, afirma convencida.
DE IDAS Y VENIDAS
Esta nueva visita de Mariel Mariel (ahora con renovado nombre) a nuestro país ha tenido muchos más momentos laborales que personales. Un viaje promocional cuyo día a día ha sido una intensa locura. “Coordinar ensayos, ver en qué estamos, ver agenda, dar entrevistas casi todos los días. Es cuático. Harto internet, que me da lata, porque no he podido ver a mis amigos”.
Completamente distinto a como era el ritmo de vida años atrás, en que ‘Enredadera’ sonaba una y otra vez en todos lados. Metro incluído. Ninguno de los demás singles de ese primer álbum tuvo ese nivel de repercusión a nivel nacional. “Por ejemplo, ‘No Me Despierten!’ estuvo un año en MTV, y acá a nadie le gustó. No sé. En México, en cambio, hay una mina música, bien loca, que me dijo ‘yo te apoyo mucho, tú vas a legar lejos. Pero tu única canción que vale la pena es ‘No Me Despierten!’’ (risas). Raro. Y es un tema rico”.
Claro está que ésa no es la única diferencia entre su país natal y su actual nicho norteamericano. “Mexico es barrio todo el rato: la tiendita, la señora, la vecina. Donde estamos nosotros se llama La Roma. Es muy bonito, es muy retro, parece que estuvieras en los ‘70. La ciudad, la tipogragía, el viejito del negocio, todo está como congelado en el tiempo”.
Ese nosotros no es casual ni un error. Es que, desde su llegada a esas tierras, Mariel ha formado parte de una suerte de cofradía entre músicos chilenos, todos en un mismo barrio, muy unidos entre sí. “Nos visitamos, nos acompañamos, somos familia. Eso está súper bueno”. Un espíritu que se ha extendido incluso a la música: todos colaboran con todos, e incluso se han creado proyectos y mescolanzas tan improbables como La Multifamiliar (con Juan Ayala de Juana Fé, Mariel Mariel e integrantes de Lillyput, entre otros).
“Para mí eso es la música, por eso la música es buena” dice entre risas, con impecable sentido propagandístico. “Colaboración, fraternidad, era algo que yo estaba necesitando mucho. Me fui a buscarlo y lo encontré allá, tanto con estos chilenos como con los mexicanos. Ser espontáneo. No me importa que seas metalero y yo haga bachata, bacán, compartamos, porque la música es un lenguaje”.
Pasó el tiempo, los demás sencillos (‘La Gata’, ‘Sé’ y el ya mentado remix de ‘Aconséjame’), vino México y en todo este proceso Mariel casi se perdió la oleada de música nacional que hubo el 2010. “Pero ya me estoy enterando”, dice con una sonrisa. Además, no es como que no haya escuchado música de estas latitudes. “Soy fan de la Zonora Point. El disco de la Anita (Tijoux) me gustaba antes de que Thom Yorke dijera que era bueno. ¿Quién mas? Manuel García, un día bajé sus discos y me la lloré toda. Aluciné, fue un viaje. Nos conocimos en México. Muy lindo el Manuel. Y claro, el de la Javiera (Mena). Me encantó”.
LA VIDA Y LA FIESTA
Hay palabras que se repiten sospechosamente al converstar con esta artista. Jugar. Fantasear. En otro momento del diálogo, apunta a la portada de “La Música Es Buena”, su más reciente trabajo y le motivo de esta visita, y se refiera a la foto de portada como un personaje. Y es que, para ella, este disco es un curioso limbo entre la fantasía y lo real.
“Es una mezcla. Yo desde otro país A ratos es un poco fantasioso, como de ensueño. Me pasa que cada dos o tres días abro los ojos y digo ‘hueón, estoy en México’. Allá antes de ir a una fiesta te vistes súper glamorosa y producida, cosa que no se hace tanto acá, somos más hippies. Allá es todo más teatral, y a mí me gusta mucho actuar, juego con eso en el escenario cada vez más. Cuando salga el video de ‘La Música Es Buena’, ya lo verás”, sonríe.
“Es mi transición. Mi adaptación. Una cosa más aumentada. Por eso el nombre, el pelo, la actitud, la interpretación. Las letras aún tienen un mensaje y una poesía similar. Es la misma de antes hablando y relexionando, pero después de llevar años en México. No estoy tan niñita, estoy más mina”. La imagen es un detalle mucho más importante ahora, y eso se ve en cada aspecto del arte del disco (dirigido por Pali), así como en la fotografía de Simon Pais.
Un nuevo look, con otro enfoque y un sonido distinto, mucho más cercano a lo que siempre ha hecho, pero opuesto a aquello por lo que se le conocía en estos lados. ‘La Música Es Buena’, el primer single del disco del mismo nombre, fue bastante chocante para varios, por lo mismo. Pero la visión de Mariel Mariel al respecto está más que clara.
“Sí, es un tema que te saca del contexto que se venía escuchando, es el tema más radicalmente distinto al disco anterior. Fue una elección espontánea, así que todo bien. Por ahí me dijeron ‘no te popees, no seas una más del montón’. Órale, ¿montón de qué? Si somos todos un montón de humanos arrojados sobre este planeta”. Por decir lo menos, touché. “Me gusta que genere impacto, es la idea. No pretendo que todos me amen, sólo enganchar con los que les guste, y los que no, se respeta, así como yo respeto y apoyo música que no necesariamente me gusta”.
Hablar de transición sería una obviedad absoluta. Son momentos radicalmente distintos, y eso se refleja a nivel sonoro. “Ahí (en “No Me Despierten!) yo era como más emo, más atormentada. Era un álbum con mucho dolor. Y ésta es una obra de alguien que aprende a superar el dolor, y a pasarlo bien pese a que la vida es como es”. Así como la calma sigue a la tormenta, la fiesta viene después de la pena.
“Eso me ayudó bastante cuando aterricé en México. Al llegar a un país nuevo, no hay nada mejor que te reciban con muchas fiestas. Me preguntaba un loco que me entrevistó y que no tenía idea de quién era yo o de cómo sonaba, ¿por qué la música es buena? ¿Por qué ese título? Y yo también creo que tiene que ver con un estado de conciencia. Es algo tan simple que no te das cuenta de cuán bueno es para ti. Como la gente que sufre por el nivel de crimen, a mí me da risa, es la tele nomás. Allá de verdad se están matando. La vida pa’ nadie es fácil, pero si nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos alrededor, la vamos a pasar bien. Si ésa es la gracia de la vida. La vida no es para sufrir. O es para aprender a sufrir y que no te duela tanto. Y hacerla fiesta, pero seguir pensando”.