La canción ‘Silencio’, del disco Buscando la luz de topos (2002), resume en treinta segundos el pensamiento del grupo Marcel Duchamp: “Este sistema de mierda nos cagó la vida. Hace pedazos los sueños, roba el amor, llena de odio e impotencia porque siempre nos sentimos solos y pobres”. ¿Qué hacer ante este miserable escenario? No guardar silencio. Marcel Duchamp ha tocado por 18 años y ha editado un total de tres discos de larga duración, más algunos splits y demos.
El primer álbum de la banda es del año 2000. Se llama Marcel Duchamp Experience. Fue grabado con bajo y batería. No tiene letras, sólo gritos. La canción más larga dura 50 segundos y la más corta, 18. Eran entonces Joaquín Contreras, en bajo y voz, y Francisco Morales, en batería. Uno de sus referentes más claros parece haber sido el grupo de hardcore/jazz Naked City, liderado por John Zorn. Luego sumaron al guitarrista Rodrigo Robles, agregaron letras y grabaron un Split con Redención 911 (2001) y su primer larga duración, Buscando luz de topos (2002), que fueron dando forma a su particular sonido.
Marcel Duchamp experimenta con el género grindcore, nacido del punk. Las canciones, aceleradísimas, cambian de ritmo, se detienen o se desarman. Algo coherente con su nombre, tomado del artista francés Marcel Duchamp, un miembro de movimiento dadaísta, que dejó entrar al azar y a la improvisación a la creación artística. Este sonido experimental fue evolucionando en nuevos splits (con Disexión y Biófilo Panclasta) y los discos Contra nosotros mismos (2006), La vida de las personas (2015) y Demo (2017), en los que Jaime Valderrama reemplazó a Robles en la guitarra.
De los discos de Marcel Duchamp hay que agregar algo sobre el diseño. Siempre son objetos para atesorar. Se nota la mano de Joaquín Contreras, que es también tipógrafo y diseñador, parte de Estudio Navaja. Vale la pena tener los discos, además, para leer las letras escritas por Contreras con detención. Son letras críticas y directas. Algunas de sus influencias literarias están en la canción ‘Lanzallamas’, de La vida de las personas: De Rokha, Droguett, Bolaño, Debord, Rojas, Zarzan, Penny Rimbaud y Gonzalo Millán. Poetas, escritores y punks.
Joaquín Contreras y la banda -que sumó recientemente a Eduardo Rivera como guitarrista- contesta:
—¿De qué hablan las letras de Marcel Duchamp?
Las letras de Marcel en general están cruzadas por la decepción y la rabia. En su gran mayoría las escribo de forma independiente de la música, pero pienso que no funcionan sin ella. Para mí significa un ejercicio de escritura para ser cantada, para gritarse; no es lo mismo leerlas. Sobre su contenido, obviamente son críticas acerca de la sociedad y llevan una carga de memoria histórica. Hay varias que hablan de la dictadura, otras de la situación laboral. La mayoría de la relación con el dinero y con el tiempo. Hay algunas nuevas que hablan sobre las tecnologías digitales, del lenguaje o del diseño de las ciudades. Así como en nuestro quehacer como banda buscamos una forma ética de trabajar o de relacionarnos como personas, las letras proyectan las reflexiones íntimas que nos llevan a eso.
—Tienen también una carga política. ¿Qué discos y libros han sido importantes para ustedes?
Nuestra formación política es autodidacta. Hay más encuentros con personas que libros. Somos anticapitalistas y nuestra música intentamos hacerla sin olvidar nuestro origen marginal. Eso para mí es más que decir si somos de tal tendencia. El punk en sí mismo es una manera de formación política, directa y desde las bases populares. Como contenido nos influye este mismo tipo de música: Crudos, Fun People, Crass, Fugazi, un largo etcétera. Pero quizás antes de eso sería Sol y Lluvia, Quelentaro, Victor Jara, Alfredo Zitarrosa, Facundo Cabral, incluso; la música que sonaba cuando éramos niños.
Estamos en el punk y no solo por la música si no por lo que significa como comunidad, existe una gran red de personas relacionadas a la autogestión y al anarquismo que trabajan en la cultura y en muchas otras cosas. Con Marcel hemos viajado mucho dentro y fuera de chile, casi siempre en contextos de autogestión de giras y tocatas. Nos hemos editado en sellos del mismo tipo y la mayoría de las relaciones con otras bandas y entre nosotros es horizontal: sin jefes ni empleados y sin una finalidad lucrativa. La autogestión para nosotros implica una red de personas en colaboración, independientes del estado y de las empresas privadas; en este caso sería de la industria musical, las productoras de eventos y la SCD.
Sí hay un libro que todos en la banda leímos: Los Desposeídos, de Ursula K. Le Guin. Es ciencia ficción anarquista-feminista, hermoso y complejo. Además, hay tres editoriales que me gustan: Pepitas de Calabaza de España, Crimethinc de Estados Unidos y Nihil Obstat de Chile. Sus catálogos son muy interesantes.
— Un epígrafe del poeta árabe Omar Khayyam se lee en el disco La vida de las personas: “La intemperie es paraíso suficiente”.
La vida de las personas que se describe en ese disco es la vida en la ciudad, la vida laboral. Esa cita la consideramos pertinente por ser una valoración de la naturaleza, un encuentro con la vida que no es la de las personas. Usamos la metáfora del árbol en la carátula y en un tema (niños árboles) para hablar de lo qué se siente vivir como humano, educado, civilizado. Vivimos en espacios urbanos diseñados para el trabajo y el consumo. El habitar en cambio puede ser muy diverso, se puede vivir en comunión con el entorno. Los mitos sobre qué es la vida o cómo debe ser vivida, pueden y deben ser cuestionados. Los mapuche defienden el paraíso, se dice. Nosotros estamos de su lado y de quienes defienden la tierra, aunque vivimos en la ciudad, conocemos la escuela, las iglesias, el trabajo, etcétera.
Líricamente, en todo caso, las temáticas han ido cambiando. En Contra nosotros mismos hicimos un disco del mismo tipo de los anteriores, mucha autocrítica, dirigido directamente a los pares. En La vida de las personas todo se hizo más abstracto, lo relevante es principalmente lo laboral, el dinero, las relaciones. Aún estamos en esa crítica sobre la sociedad.
—Un ejemplo de la autocrítica es a la escena punk nacional en la que se mueve Marcel Duchamp. La canción ‘Cliché’, del disco Contra nosotros mismos, dice: “Hablas de Chomsky, citas a Emma Goldman y no conoces ni tu junta vecinal. Hablamos de organización en serio (…) Que punk y revolución no sean solo palabras”. ¿Cuál es tu postura sobre la escena punk nacional?
Ahora no tengo mucha opinión sobre la escena punk nacional. Ya pasamos a fijarnos en otras cosas. Antes pensaba que había mucho punk uniformado, repitiendo lo mismo entre los conocidos y que faltaba salir del círculo y pasar a la acción, influir a la sociedad. Eran otros tiempos, ese tema tiene más de diez años. Esa letra en todo caso es un chiste en sí mismo. Es un cliché en su sonido, estructura y letra. Está pensada como himno que irónicamente funcionó: es uno de los temas más populares, pero nosotros casi no lo tocamos en vivo. Hay temas que disfrutamos más.
—¿Es posible desde el rock hacer una diferencia?
Si la pregunta es sobre la posible influencia que pueda tener la música rock en la sociedad, creo que las dinámicas del capital han hecho de muchas bandas una empresa con objetivos. Esos objetivos casi siempre son comerciales o relacionados al ego o la autoexpresión, etc. Nosotros creemos que cada actividad humana puede pensarse y realizarse de maneras diferentes a las que propone el capitalismo, desde la música popular, desde la cultura, o desde el trabajo en general.
Si nuestra u otra de nuestras bandas no genera plata, o si no salimos en los medios, nos da igual porque no buscamos eso. No tenemos objetivos, somos un grupo de amigos no más. Ya viajar a otros lugares y compartir la comida y techo con desconocidos (de los que nos hacemos amigos y compañeros) es suficiente. Para no separarnos nos seguimos viendo y juntando durante todo este tiempo, sin exigirnos mucho, ninguno paquea al resto ni presiona a los demás. Quizás el secreto para que una banda permanezca unida es no tener expectativas alucinadas y poner las energías en lo importante: transformar la vida, mejorar tu entorno, construir mejores relaciones de todo tipo.
El silencio
Marcel Duchamp se disuelve indefinidamente porque un integrante de la banda dejará Chile. Pero hay material en preparación: dos documentales y un reportaje. “Nosotros no lo planeamos, más bien estamos colaborando en el trabajo que desarrollan. Nos han entrevistado y seguido con cámaras por años: el Cristian Vidal nos conoce de antes de que empezara la banda y el Ricardo Pérez hace casi 3 años que viaja con nosotros y va a los ensayos. Susana Díaz, por otro lado, está preparando más bien un reportaje y tiene una parte en Super 8, en película de cine. Por ahora ninguno tiene fecha de estreno”. El documental de Ricardo Pérez se titula “Hasta que vivir valga la pena” y ya tiene un teaser circulando.
Alcanzaron, además, a grabar un último disco antes de la disolución. “Se llama Sacrificio y está en el final de la mezcla. Lo lanzaremos en abril solo digital. La idea es luego sacarlo en vinilo. Son los temas que hemos hecho entre 2016 y 2017”.
—Le han puesto harta atención al sonido. La vida de las personas fue grabado con equipos análogos y en cinta, y cuenta también con una edición en vinilo.
Las grabaciones análogas las hacemos porque hay amigos que nos lo ofrecen, que les interesa probar cómo sonaría, y para nosotros es una forma diferente de hacerlo. Es menor fidelidad de sonido, eso le da cualidades especiales. Es como grabar en cine en vez de digital. Y se siente diferente. A nosotros lo que más nos interesa es compartir las experiencias con esas personas y hemos aprendido harto con Alejandro Stephens, Andrés Montero, Ángel Marambio, Pancho Straub, Daniel Llermaly, Danilo Catalá, entre otras. Salir en vinilo es interesante porque es un objeto grande, donde se aprecia la gráfica con más detalle. Escuchar en vinilo implica una pausa, más que un simple streaming binario y rutinario. Implica sentarse a escuchar, leer las letras. Los casetes y cedés son bien fomes al lado de un LP.
Las grabaciones de Marcel Duchamp se pueden escuchar en su página de Bandcamp.
*Todas las fotos son de Ricardo Pérez y son parte del documental Hasta que vivir valga la pena.