Enrique Elgueta, más conocido por su proyecto Maifersoni este año publicó su segundo disco Maiferland (Acto de amor), a cinco años de su debut con Telar Deslizante, lanzado desde del extinto netlabel Michita Rex.
Maiferland fue producido por Elgueta junto a Pablo Muñoz y Milton Mahan (De Janeiros) y firmado a través de Quemasucabeza. Hoy, lanzamos el video para ‘La gloriosa generación del 85’, el tercero del disco que se encuentra promocionando actualmente, dirigido por Rosario González. A continuación, te presentamos una conversación que sostuvimos con el músico.
Maiferland es, en primer lugar, un disco de imágenes. Cada una de las letras entrega de manera -a veces críptica- una situación que es reforzada por texturas. Para Maifersoni, cada canción tiene su propio imaginario, pero finalmente hay una línea que las cruza por el centro.
“Me parece que el escapismo, el amor y la desadaptación son las ideas permanentes que se van desarrollando a lo largo del disco, y entrelazando entre tema y tema. En el álbum se plantea varias veces el deseo de emprender una fuga, ya sea por la rendición de ánimos reformadores o dar por perdida una pelea finalmente estéril, ante un tipo de desarrollo como éste. Temas muy recurrentes para esta época, por cierto, pero que creo todavía son inagotables. Quizás porque estamos en medio de un proceso que no se sabe en qué va a terminar y sobre el cual hay mucho pesimismo en su desenlace, que es lo que me parece interesante. Básicamente, cada vez hay menos fe sobre las personas, un sentimiento a esta altura cada vez más mundano y compartido. Sin embargo, igualmente sigue habiendo fe en el amor, otro tema que se desarrolla desde una perspectiva idílica y otra más bien nostálgica. ‘Vuelta Olímpica’ o ‘En los pastos de la plaza’ claramente son canciones de amor, de un amor teórico, sobre lo excitante que resulta la idea de poder enamorarse, románticas; ‘Picorocos de Guanaqueros’ o ‘Al acecho nuevamente’, en cambio, son canciones nostálgicas, que tienen que ver con más con recuerdos y la soledad, básicamente”.
“Puede sonar un poco pomposo todo esto, pero no lo es. De hecho, hay harto humor en el disco. En ‘Idahue’, por ejemplo, hay una línea al final que dice ‘Chuncho y la conchatumadre‘”. En la grabación, Pablo Muñoz, conocido por su fanatismo por la Universidad de Chile, salió del estudio en ese momento, confidencia Elgueta. Eso sí, “sólo porque me gustaba fonéticamente y porque calzaba perfecto. Nada contra el equipo azul, sólo fonética. Algo similar sucede con ‘Invocación’ y el fraseo “Supapilapuso”, no es que sea un gran fan de Javiera Mena, pero ese término calzaba perfecto junto a Ragamuffin y Stereolab, y de alguna manera cobraba sentido en la canción. Hay algunos otros ejemplos por aquí y por allá, pero en algún grado Maiferland también es un acto de humor”, continúa.
En cuanto a ‘La gloriosa generación del 85’, es una canción que tiene que ver con la desadaptación. Y surge de una anécdota. “Estaba conversando con un chico y me preguntó de qué año era. Le dije del 85 y exclamó “Aaah! La gloriosa generación del 85”. Paradójicamente él estaba sufriendo una fuerte depresión y se veía muy abandonado. Teníamos la misma edad. Eso me hizo pensar en el resto de las personas con unos años más, unos años menos. De alguna manera, todos queriendo hacerla, pero chocando ante una realidad que es más pervertida de lo que uno pensaba.
“La gloriosa generación del 85” es una ironía porque no tiene una pizca de gloria. Es una canción que habla sobre el desdén permanente, del desamparo, la desadaptación y también de las fantasías del suicidio. El chico que se tiró del Costanera Center lo hizo con una polera que decía “Amor y Paz”. Eso ya me parecía impactante, pero cuando supe que tenía 26 años para mí cobró todo el sentido del mundo. Tirarse desde un risco y alcanzar la gloria. Para mí su acto fue glorioso. Concretó una fantasía que más de alguien ha tenido y a mí eso me pareció corajudo”.
Para esta canción “yo quería un video donde simplemente saliera tocando la banda, pero Rosario González, quien dirigió el video, pudo relacionar esa idea con fotografías que guardan cierta coherencia con la canción. Ella quiso registrar situaciones con una cámara de bolsillo, con flash, evidenciando cierto feísmo cotidiano, relacionándolo con el momento en que uno deja su primera juventud y se transforma en un trabajador asalariado”, explica.
Transformar ideas o historias en sonido y, posteriormente traspasarlos a imágenes es una de las pruebas más bellas de la energía con la que cuenta el ser humano, aunque suene new age, algo que está tan de moda. Ese proceso de transformación, a Enrique Elgueta le gusta. “En general Maiferland es un disco que evoca muchas imágenes, así que cada vez que nos proponemos hacer un video es algo muy entretenido. La mayoría de las veces yo planteo una idea general, pero de ahí en más tiendo a desprenderme. Afortunadamente, he podido trabajar con gente que se ha entretenido mucho haciendo esto, porque terminan haciendo su propia representación visual de la música. En este caso se trata de una composición de Rosario, no mía. Y a mí me gustó mucho el resultado”.