Lucas Martí lleva casi toda su vida haciendo canciones. Fue a mediados de la década de los noventa que inició una carrera formalmente con A-tirador Láser con seis entregas y que luego se confirmó como prolífica con diez discos en solitario, otros firmados como Altagama y tres desde la vereda del proyecto Varias Artistas. Esto suma y sigue.
El compositor y productor argentino debutará esta semana en Chile. “Por fin”, dirán algunos. Resulta extraño no haberlo visto antes por acá. Se presentará junto a Las Naves -el dúo de Arturo Figueroa y Roberto Rojas- en Matucana 100. Antes de cruzar la cordillera, conversamos con él.
La historia de Lucas y la música se remonta a prácticamente toda su vida. Su padre, Eduardo Martí, era fotógrafo y músico. Realizó todos los videos de Luis Alberto Spinetta y comparte los créditos de composición de canciones como ‘Almendra’, ‘Quedándote o yéndote’ y ‘Garopaba’. Por otro lado, su hermano -mayor por tres años- es Emmanuel Horvilleur, una parte de Illya Kuryaki and the Valderramas, proyecto iniciado en 1990 en conjunto con Dante Spinetta.
“La influencia de mi padre fue directa. En casa se escuchaba todo el tiempo música, jazz fusión, jazz rock. También el entorno. Iba a recitales desde chico. Todo eso me formó y generó un interés propio, con los años, por hacer mis primeras canciones y tocar la guitarra. Siempre hubo una en casa y eso también fue algo que estuvo a mano y facilitó mucho el hecho de que yo empiece a dedicarme a la música. Después, cuando empecé a salir a la calle, comencé a tener otros amigos y descubrí otros estilos de música que terminaron de completar ese primer universo. Pero mi viejo y cuando yo ya tenía trece años, mi hermano estaba empezando con Ilia Kuryaki así que también ese ejemplo estaba muy presente”, relata Lucas.
Uno de los primeros registros de Lucas haciendo música es él junto a Emmanuel, Guadalupe Martí, Dante, Catarina y Valentino Spinetta. Todos juntos en un escenario cantando ‘El mono tremendo’. “Fue una etapa que empezó como un juego, con Emmanuel jugando en el balcón de mi casa, empezamos a improvisar una letra. Se la mostramos a Dante y él la terminó de completar con Luis Alberto, con una música que él hizo. Y fue subirse a escenarios cuando chicos, siempre como un juego, nunca como algo profesional, siempre divertirse. Por supuesto que era una experiencia que se salía de lo normal, subirse a un escenario y cantar, pero siempre como un momento que no se tomaba como algo que podía ser serio o continuar. Y cada uno encontró su lugar, cantábamos y bailábamos un poco. Estaba bien”, recuerda. El tema está incluido en Téster de Violencia de Spinetta, de 1988.
Creció y ese camino que no se tomaba como una forma de vida, se transformó. A-tirador Láser, fue el primer proyecto que Lucas armó junto a Nahuel Vecino, en 1994. Seis discos y diez años de trabajo con diferentes formaciones, dieron como resultado canciones que suenan a que podrían haber sido compuestas ahora, casi veinte años después.
“Nosotros empezamos a hacer música un poco colados en los noventa, en el ‘96 yo tenía 16 años y nos faltaba un poco para realmente salir a la luz. Pero sin embargo, hicimos un primer disco independiente y un segundo también. El primero fue Tropas de Bronce (1996), yo creo que recién a la altura de Otro Rosa (2002) es cuando yo empiezo a tomar el verdadero control de la situación y de lo que quería hacer. De ese disco, puedo decirte que, ahora lo que veo es que muchas bandas ya tienen muy incorporado esa libertad que nosotros buscábamos en esa época, que éramos una novedad, que era más un delirio eso de poder hacer un montón de cosas en una misma banda, cosas psicodélicas mezcladas con otras más alternativas, electrónicas. Creo que algo de eso puede ser a lo que te referís. Que hoy en día se escuchan algunas bandas y cierta esencia de lo que es el indie ¿no? Como una manera de presentar la música, de presentarse uno, una actitud también, que me parece que eso ahora está más desparramado en un montón de grupos. No sé si algunos habrán escuchado A-tirador Láser, pero sí puede coincidir con que hicimos un montón de cosas que ahora también están en el aire”.
“De esa época lo que más me gusta es poder haber llevado adelante todas las ideas que yo tenía. No fue fácil, pensá que cuando un grupo no termina de arrancar comercialmente, nunca deja de ser algo difícil de llevar. Eso pasó con A-tirador Láser, pero rescato eso. Rescato Otro Rosa, ese disco en especial y por ahí cosas sueltas que hicimos antes. Me parece que había una intención artística por sobre todo y bueno, nos salía como nos salía, yo qué sé, era natural y el valor está ahí, en eso, en que se ve la esencia de cómo éramos nosotros y cómo nos estábamos intentando expresar con las herramientas que teníamos”.
“Éramos bien jóvenes y pudimos disfrutar de la libertad que te da la música en ese momento, divertirnos. Me parece que también nos animamos a quedar en ridículos o hacer cosas como delirantes, eso me da bastante orgullo, por sobre todas las cosas. Haber sido arriesgados y haber hecho cosas distintas a lo que estaba por todos lados. Hoy en día lo que está por todos lados quizás se parezca un poco a lo que hacíamos en esa época, por eso lo que yo estoy tratando de hacer ahora es otra música”.
—Con A-tirador Láser fueron diez años y fueron justamente diez años de muchos cambios. Desde la crisis de la industria de la música y la democratización del acceso a internet, hasta el Corralito en Argentina ¿Cómo viviste esos cambios? ¿Crees que de alguna forma afectaron tu composición?
El entorno siempre te va guiando un poco, más allá de tus propios objetivos. Siempre hay cosas impuestas que a uno lo van moldeando. Se me ocurre por ejemplo, económicamente, creo que algunas cosas podrían haber estado mejor resueltas. Cuando uno tiene comodidad para llevar adelante ideas, las puedes desarrollar con más tiempo y con mejores resultados.
En el año 2002 recién pudimos armar un estudio y a partir de ese momento, tener más libertad y tiempo y eso se ve reflejado en un disco como Otro Rosa. Es un baldazo de ideas que se lanzaron todas juntas y un deseo de poder hacer las cosas a mi manera. Eso se ve muy claro en ese disco. Los anteriores fueron hechos en situaciones mucho más precarias, con poco tiempo, siempre con favores, con amigos que apoyaban, pero que tenía muchas limitaciones.
Tú me preguntas por la crisis, la economía, todo influye y todo te condiciona también o aporta algo. Es claro eso.
Coincide en que cuando nosotros armamos nuestro estudio en el año 2002 con mi hermano Emmanuel, no solo era tener un lugar, sino que apareció la tecnología ProTools y tú podías grabar indefinidamente canales, horas, no necesitabas comprar cintas o una DAT. No necesitabas un montón de cosas que un año antes sí y te condicionaban mucho para hacer un disco. Entonces, todo eso se dio de golpe y esa explosión se ve en ese disco, por eso también gusta en general, es uno de los que más me gusta y a la gente también y se ve que se libera algo.
En el 2007, además, aparece el proyecto Varias Artistas, que se inicia con Papá y luego se alarga por dos discos más. En él, diferentes mujeres músicas (Juliana Gattas, Javiera Mena, María Ezquiaga, Emme, Daniela Herrero y Julieta Venegas, entre otras) interpretan temas escritos y producidos por Lucas Martí. Una idea que por esos años, para algunos, quizás pasaba solo como un ejercicio de canciones pop, pero que, con el tiempo y los contextos, puede resistir otros análisis.
“Una vez que yo termino con A- tirador Láser, eso fue en el 2004, en el 2005 me transformo en solista, saco dos discos, al año siguiente saco El Entregador. Chateando con Ezequiel Kronenberg, que toca conmigo el bajo, le comento que tenía ganas de grabar algo nuevo y él me dijo, “no, me parece que tenés que parar un poco, acabás de sacar un disco, no podés estar metiéndote de nuevo al estudio para sacar otra cosa”. Bueno, cortamos la comunicación y a los cinco minutos le dije “mirá, se me acaba de ocurrir algo, ¿por qué no grabamos unas canciones pero que canten diferentes artistas femeninas? Yo hago los temas y producimos entre los dos. Inmediatamente, le gustó la idea. Eso fue en diez minutos”, explica Lucas.
Lo que en un principio iba a consistir en una producción medida y simple, guitarras y algunos pianos, se transformó en un ejercicio que fue creciendo tanto en composición como en invitadas. “Ezequiel tocaba en Rosal, donde canta María Ezquiaga. Lo primero que hicimos fue grabar ‘Patrullero’, donde cantaba Juliana Gattas y María. Esa canción ya la tenía escrita semanas antes, no con la idea de Varias Artistas porque no existía la idea. La grabamos con las dos y bueno también, teniendo estudio y tiempo -porque todavía no teníamos hijos, teníamos 26, 27 años- dijimos bueno, sumemos elementos. Sumamos baterías… se agrandó el proyecto”, explica.
“Después aparecieron canciones que compuse para eso. ‘Supermal’ con Noelia Mourier y Natalia Cabrera, ‘O buena o mala’ que cantó María… por esos días del 2006, María viene y me dice que había una chica muy buena, de Chile, que estaba empezando, que era muy muy buena, que se llama Javiera Mena, que la tenía que escuchar porque la podíamos invitar a Varias Artistas. Resultó ser que al poquito tiempo, Javiera andaba por Buenos Aires. Le escribí, no sé si fue por MySpace, se lo comenté. Ella me dijo que ya conocía mi música, que le gustaba y eso agilizó un poco las cosas, así que al poquito tiempo la tuvimos en el estudio y grabamos ‘IOA’. Y después también cantó un pedacito de otro tema.
“Entre todo lo que iba pasando, se inició una linda relación con ella”. Y por otro lado, en Chile, muchos descubrieron a un nuevo cantautor que vivía al otro lado de la cordillera.
“En su momento, yo descubrí de una manera más clara que lo más importante para mí era componer por sobre todas las cosas: por sobre cantar, producir, ser el protagonista. Entonces, sentí que seguía haciendo mi música, seguía produciendo mi música sin estar al frente yo, al micrófono. Y bueno, la experiencia de compartir. Se armó algo que no es fácil de explicar, que funcionaba cuando estábamos todos juntos. Varias Artistas siempre funcionó bien, nunca tuvimos un problema. Nunca hubo un malentendido. Varias Artistas hacía que toda la gente que estaba participando se ubicara muy bien en un lugar sin tener por qué tener que chocar con otra persona, había buena onda, todo el tiempo. Eso me llama la atención, también, y lo rescato como algo muy bueno de esa época”.
Algo que llama mucho la atención en las letras de Varias Artistas es que no se leen ni escuchan como escritas por un hombre. Buenos ejemplos son ‘El Día del Zarpado’ con la voz de Emme e incluso ‘IOA’, con Javiera Mena. Hay una sensibilidad no impostada. Relatos que fluyen. ¿Cómo se llega a esto? “Nunca me costó hacerlo. Si hubiese sido algo lleno de trabas, no lo hubiese hecho directamente, no hago cosas que no me salgan. Simplemente se dio. Yo venía de algunas experiencias previas, en el 2005 lanzamos el disco de Migue García que acá sonó mucho y el disco lo escribí en un ochenta por ciento yo. Si bien éramos dos varones, también fue escribir para otra persona y tratando de meterme un poco dentro de su historia”, explica.
“En este caso eran mujeres y había que cambiar… me interesaba mucho la idea de ponerme en ese lugar y me imponía a mí mismo un desafío lindo que me salía bien, entonces, no fue algo tortuoso, fue algo muy copado de hacer y veía que las chicas se sentían identificadas con lo que yo escribía. Simplemente funcionaba”.
“Me atraía estar en un lugar completamente distinto a lo que yo estaba haciendo. La idea de estar en la vereda del frente. Ponerme en el lugar de una mujer era todo un desafío. También la idea como producto, estar produciendo algo fue algo que muy me interesó. Si bien era compositor y estaba generando un producto donde la prioridad era que fuera artístico, no por eso dejaba de ser algo muy pensado. Y quedé súper contento con esas experiencias. Disco tras disco lo fui puliendo y al tercero pensé que era algo que ya había experimentado al máximo, por eso también se terminó, por eso tuve un cierre y un ciclo”.
—En tu último disco hay mucha guitarra y también hay canciones como ‘Recuperemos un minuto’, en que pareciera que el tema es la vida hiperconectada. ¿Qué te llevó por esos caminos?
“Ahora me encuentro en un momento especial porque siento que este es el último año donde voy a estar haciendo pop. Por lo menos el pop que vengo haciendo. Que si bien es bastante variado, tiene un color y una forma. Creo que el último disco que hice –Las Sombras Que Evadimos– ya me para frente al portal de entrar a otra dimensión musical que tiene que ver con algo más rockero, algo que yo hace años que estoy queriendo hacer. Dejar un poco esta figura de personaje pop y por ahí dejar de hacer pop rock para hacer rock pop, por decirlo de alguna manera”.
“Creo que con este disco arrimé más la bocha hacia lo que quiero y me da paso al año que viene, cambiar definitivamente dejar de tocar gran parte del repertorio que vengo tocando y dar un nuevo enfoque a la música que me tiene como entusiasmado. Todo lo que vengo hacer me entusiasma. Estamos lanzando por estos días un disco que hice con Lara Pedrosa -ex No Lo Soporto- hicimos un disco espectacular, le pusimos L y L, porque somos Lara Pedrosa y Lucas Martí. Es súper pop. Trabajé un montón con la producción para hacer un buen disco, creo que se parece un poco al segundo disco de Varias Artistas”.
“‘Recuperemos un minuto’ es una letra que habla de cómo cambiaron nuestros días, cómo estamos más conectados y más desconectados y cómo vivimos con eso. También de la rutina familiar, yo tengo dos hijas y bueno, ganamos tiempo para unas cosas, perdemos tiempo para otras y a veces uno está en la búsqueda de recuperar lo esencial, que no se sabe dónde está”.